35. El perro rabioso

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Suga supo exactamente que era lo que iba a suceder en cuanto sus ojos vieron el cadáver de SeokJin, y decidió que nadie mas que él podría ponerle una solución.

NamJoon detuvo su carrera y de alguna manera terminó arrodillado a un lado del cuerpo que sólo podía pertenecer al amor de su vida.

Sus manos temblorosas buscaron un pulso y un latido con desenfreno sobre la piel blanca y tersa del castaño. Sin embargo no hace falta aclarar que lo único que pudo percibir era la temperatura exageradamente baja de sus manos.

Muerto.

Aún así, el estratega limpió como pudo la sangre que manchaba sus mejillas. SeokJin hubiera servido como una auténtica copia de un vampiro de no ser por el hecho de que estaba bien muerto.

— Jin, Jinnie... —balbuceó tanteando el cuerpo con creciente desespero. — No... No!

El puño cerrado de NamJoon decendió a centímetros del rostro de su novio, y golpeó el suelo con tal fuerza que todos los presentes oyeron los nudillos crujir.

— Hyung...

— Shh. —Suga detuvo las palabras de JungKook antes de que siquiera las formulara, y dió un paso hacia NamJoon.

— C-como sucedió? —soltó con voz áspera y tensionada.

— NamJoon. —la voz de Suga sonaba amenazante, sin embargo el estratega se incorporó y caminó hasta Jungkook.

— Basta. —zanjo a Yoongi mientras se plantaba frente a su maknae. — Cómo sucedió? —dijo esta vez con mas autoridad. Jungkook habló intentando parecer calmado y dentro de sus cabales.

— Marcella le... Le disparó... A traición. —formuló respirando con profundidad.

— Y tú... Donde estabas? —NamJoon había apretado su puño derecho y estaba retrayendo su hombro lentamente, al tiempo que se inclinaba de lado al menor. Justo como un animal salvaje a punto de saltar sobre la presa indefensa.

— Con JiMin hyu...

Antes de que el golpe le llegara sin aviso, Jimin se lanzó sobre NamJoon, evitando que el menor terminara lastimado y llevandose al suelo al estratega y a él mismo.

Nadie tuvo tiempo a nada, y como aqurlla vez hacia años, JiMin y NamJoon comenzaron a asesinarse a golpes, el primero en defensa propia y el segundo cegado por la ira, el dolor y la impotencia.

Los puños del mayor se sentían como piedrazos en todo su cuerpo, y por mas que no quisiera herir a su hyung, si seguía sin defenderse terminaría peor que Jin.

— NamJoon, detente! —chilló, y por un segundo, creyó que le había obedecido.

Se incorporó, entendiendo que NamJoon no se había detenido por voluntad propia sinó por culpa de Suga, quien ahora forcejeaba con el rabioso chico e intentaba hacerlo entrar en razón.

— Detente, NamJoon, detente ya! —chilló Yoongi sacando su arma y poniéndola sobre la sien del mayor.

Pero no se detuvo, porque estaba fuera de si, porque ese no era él, porque NamJoon estaba teniendo el peor ataque de ira y destrucción en toda su vida, porque la persona que era su vida entera había muerto sola, desangrada, por un tiro en la nuca.

Yoongi lo miró a los ojos, supo que NamJoon no lo estaba oyendo, o al menos, no lo entendía. Supo que muy en el fondo de su ser, el pobre chico estaba acurrucado dentro de su mente, llorando desesperado porque todos sus caminos a la falicidad se habían esfumado por un simple accionar de gatillo.

— NamJoon, detente. —volvió a decir, sabiendo que no lo haría.

Su amigo estaba hecho una furia sobre él, estrangulandolo con sus manos e impidiéndole escapar. De está no iban a salir.

— Lo siento. —balbuceó sin aire, con su mano temblorosa haciendo presión sin fuerza sobre su frente.

El sonido del gatillo lo dejó sordo, y aún así supo que había resonado por todo el lugar, comprobando lo vacía y fría que era su realidad en ese momento.
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El constante pitido le estaba torturando la cabeza, hasta que se dio cuenta de que era su propio corazon latiendo desaforado en sus oídos.

Hoseok abrió los ojos de golpe, sin embargo sus movimientos fueron calmados y vagos cuando observó la habitación de hospital en la que estaba.

Se sentía un poco mareado aún, sin embargo, lograba distinguir pequeñas cosas al borde de su vista; una lámpara, un arma en la mesita de luz y unas piernas enfundadas en pantalones negros.

Parpadeó, enfocando la vista e ignorando el dolor de cabeza, hasta poder distinguir la figura de Confirmación dormitando en una silla a sus pies.

Aún en silencio, notó que estaba equivocado y la chica estaba despierta, puesto que sus párpados se levantaban cada tanto. De su antebrazo se extendía una larga canilla semitransparente que serpenteaba y daba vueltas hasta perderse de su vista.

Mas allá de la habitación, divisó por las ventanas del pasillo un cártel en el que se leía 'Emergencias Médicas'.

— Ya estas despierto, perfecto. —su voz se oyó cansada,

— Qué sucede? — mascullo obervando de reojo a su compañera.

— Te balearon.

— Si... Eso si lo recuerdo. —dijo frotándose la cara.

— El resto no importa. —murmuró incorporándose. — Debo irme ya, sinó estaremos en problemas.

— Tienen mis datos?

— Los falsos, no te preocupes. —dijo pasándole la planilla de expediente del hospital. — Todo está en órden, saluda al resto de mi parte.

— Qué?

La vió tomar el arma entre sus manos con disimulo, y seguidamente y sin darle tiempo a reaccionar, se inclinó apoyando un brazo sobre la almohada y le dejó un casto beso en los labios.

— V vendrá a buscarte mas tarde, cuando te den el alta váyanse del país.

Sin mas salió de la habitación, Hoseok observó aún en shock cómo dos policías caminaban junto a ella y la tomaban de los hombros al tiempo que le daba una última mirada al chico.

Sólo cuándo Confirmación hubiera desaparecido de su vista, notó que algo punzaba junto a su cuello. Se volteó en la cama y extendió el brazo, encontrándose con la punta del arma bajo su almohada.

— Maldita genia.







ANTEPENÚLTIMO CAP AYYY QUE EMOCIÓN.

digo no que pena lloremos a los muertos.

— Señor Satán.

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