Diálogo entre un padre y un sentenciado a muerte en la silla eléctrica.
—Buenas noches su santidad, aquí tiene al sentenciado de esta noche y el también lo a estado esperando...
—Que Dios nos acompañe hijo mío, que tenga una buena noche usted también, yo me encargaré de él, si lo necesito se lo haré saber.
—Claro su santidad con su permiso, tenga cuidado.
…
Atravesando la puerta rechinante hecha de acero y caminado por aquellos lúgubres pasillos donde almas en pena ruegan una oportunidad para alcanzar el cielo, otras llorando dentro de sus celdas sin dar cara a la luz mientras que unos cuantos solo esperan a que la muerte llegue sin más…
Lo que me depara esta noche era al preso de la celda número 23, la oveja negra del rebaño que se niega a alcanzar la luz y el perdón…
—Buenas Noches hijo mío.
—Muy buenas noches padre, lo esperaba con impaciencia.
—¿Y eso a que se debe?
—Quería ver como hace honor a su religión y a su puesto, ver desde mis propios ojos cómo limpia mis pecados.
—Yo solo hago que te arrepientas y sientas el peso de tus males, solo Dios puede perdonarte.
—Bien padre, haga lo que tenga que hacer…
—Muy bien, ahora hijo cuéntame tus pecados…
—Claro, yo mate, viole, asesine y queme a muchas personas, tome sus ojos y los ponía en frascos al lado de mi mesa de noche, maté a unos 10 niños aunque deje de hacerlo por que me molestaba como lloraban o se quejaban, le rompí las piernas a un viejo por diversión, le rompí el cuello a un sacerdote no hace mucho pero tranquilo usted tiene mi palabra de que no morirá esta noche.
—Te arrepientes que aquellos pecados hijo?.
—Es curioso que lo pregunte padre pero no siento alguna culpa o remordimiento, de hecho al recordarlo me hace feliz.
—¿Tu no quieres ir al cielo?¿ Acaso No le tienes miedo al infierno?.
—Padre yo hace mucho tiempo que ya no siento miedo, lo que antes era mis pesadillas ahora solo son cosquillas, el cielo solo está plagado de personas hipócritas, gentes dichosas y de intenciones angelicales, como vivir entre puros judas.
—Pero ellos se arrepienten, rezan y obedecen los mandamientos de Dios, solo el da paso a aquellos que siguen sus enseñanzas y se arrepienten de corazón.
—¿Como usted padre?...
—¿Qué insinúas?
—El Padre de una iglesia, debe ser muy devoto hacia su religión y su señor, ¿verdad?
—Por eso me convertí en Padre de una iglesia, para guiar a las ovejas negras como tu hacia el rebaño de nuestro señor.
—Claro, nadie duda de usted, el ejemplo perfecto de una fe hacia su dios, pero yo no veo sus manos limpias padre…
¿Quiere saber qué veo yo? A un viejo que arruinó su vida en el alcohol, el sexo y las drogas pero que siguió el famoso sendero de su señor para vestir de blanco, predicar su palabra y manchar la sagrada biblia con sus manos.
Me puede responder esto padre¿ Que hace por las noches para poder dormir sin que las voces de la culpa lo inunden en la desesperación? ¿Se pone a beber la sangre de su señor más de la cuenta o le recita los versículos de la biblia a las prostitutas de la esquina.?
Así es padre, la pregunta aquí no es si yo me arrepiento de mis pecados, lo que quiero saber en verdad es si usted se arrepiente de los suyos.
Usted no es más que una pequeña mierda que mancha el honor de su Dios, una mugre, dígame a cuantas niñas ya les tocó el trasero o quién es aquel que le pasa la cocaína para poder hablar con su Dios, si su señor lo viera no dudaría en mandarlo al infierno.
Bueno padre antes que llegue mi hora le preguntare, ¿sabe a quién van a mandar a la silla eléctrica hoy?
—…¿ A Quien?....
—Al criminal más enfermo y demente que se haya podido encontrar esta pobre ciudad, un desquiciado que hoy nuestra corte a podido nombrar culpable, así es padre ese pobre desgraciado es usted…
—¡No!, Suéltenme,¡¡alejense de mi, el es el criminal, él es quien debe morir!!
—No padre, esta noche la silla eléctrica lo aguarda…
Desesperado y enfurecido lo tomaron con una camisa de fuerza, arrastrandolo hacia donde seria su muerte, gritando y llorando, volviéndose loco a cada paso que llegaba, mordiendo la tela, escupiendo y maldiciendo, su máscara se caía y el verdadero monstruo salía a la luz mientras iban amarrando sus manos y pies a la silla, desesperado grito:
—”Tu eres el verdadero demonio, tu eres un mentiroso, dijiste que no moriría esta noche”.
—Así es padre, no morirá esta noche, ya que un trato es un trato, ya que me hizo el favor de dedicarme sus últimas palabras le diré mi más grande pecado y mi más oscuro secreto, yo soy “El padre de las mentiras”....
Aquella noche de luna roja el infierno abrió sus puertas y a quien conocíamos como “Sacerdote” moría riendo de demencia en la silla eléctrica mientras su piel se carboniza y las brasas del averno lo iban consumiendo…
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Historias de una noche
AcakEn la noche, un joven que entre sus sábanas no concilia el sueño queda viendo hacia la oscuridad de su habitación, mientras mas la mira más su mente empieza a cuestionarse sobre si misma, sobre lo que pasa, y lo que pasará, su mente indaga en lo más...