D O S

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Tiro de mi mejor amigo con insistencia ante su renuencia de abandonar el pasillo donde se encuentran los nuevos, y los posibles chismes que su llegada conlleva, y nos encamino hacia las escaleras, subimos los tres pisos correspondientes y llegamos a la azotea, nuestro lugar secreto, y prohibido, desde que entramos al instituto.

— ¿Los has visto? ¡Sus padres sí que los hicieron con amor!—Bufo, poniendo los ojos en blanco, acostumbrada ya a sus comentarios bisexuales.

— ¿No tenías chismes que contarme?

— ¡Cierto!—Sus ojos adquieren un brillo de emoción mientras comienza a darme el informe de la mañana con lujo de detalles, finjo impresión, pasmo y desconcierto en algunas partes, aburrida.

Minutos después la campana suena y ambos bajamos corriendo hasta el segundo piso, correspondiente a los de segundo, donde nos despedimos con un guiño y entramos a nuestras respectivas aulas, ocupo mi lugar habitual, al fondo y al lado de la ventana que da hacia el bosque, y espero reclinada sobre el respaldo de la silla a la llegada del profesor, tío de Jameson, quien aparece instantes después.

—Capítulo 6, página 96. —Ordena dejando sus cosas en su respectivo lugar, mientras nosotros tomamos nuestro libro, él toma una tiza y comienza a escribir en la pizarra a su izquierda. — Jacobo, claro y de pie, por favor.

Empujo el armazón de mis gafas sobre el puente de mi nariz y sigo la lectura nasal de Jacobo de manera distraída, entendiendo a medias lo que el texto quiere decir, es cuando menciona a hombres lobo que frunzo el ceño, me enderezo en el asiento y leo con confusión el título del capítulo "Folclor y mitología", enarco una ceja y me encojo de hombros, buscando el párrafo en el que Jacobo va.

—Se dice que esos seres, los licántropos, son hombres malditos, ya que en el momento en el que son sometidos al encanto de la luna llena pierden todo racionamiento y se vuelven bestias incontrolables, sedientas de carne fresca, humana. —Me estremezco ante eso y aparto la mirada de la lectura, ocultando mi rostro del señor Mason, odio sus amonestaciones, enfoco la mirada en el cristal de la ventana y mi reflejo me devuelve la mirada.

Una sombra entra en el campo de mi visión, por lo que dejo de enfocarme y miro a través del cristal, entrecierro los ojos y fijo mi mirada en la persona, o por lo menos su silueta, que está parada justo frente a los inicios del bosque, me sobresalto cuando alza la cabeza y un par de ojos grises, extremadamente brillantes, me devuelven la mirada inquisitiva, parpadeo de manera continua, intentando desprender la ligera alucinación que mi cerebro transmite a mi canal ocular, y aparto de manera definitiva la mirada cuando una voz interrumpe a mi compañero de clase.

—Esas son estupideces. —Todos miran con sorpresa al intruso, quien resulta ser uno de los nuevos, mientras el señor Mason lo mira con molestia.

—Está prohibido expresarse de esa manera, señor...

—Stone, Judhead Stone.

—Supongo que es uno de los nuevos, la falta será pasada por alto debido a ello. Ahora entre y tome asiento. —Señala al único asiento vacío en el aula, el cual está frente al escritorio del profesor, el nuevo asiente y obedece. —Jacobo, continúe, por favor.

Vuelvo mi mirada hacia la ventana ante esas palabras y me sorprendo al encontrar a un chico vestido de negro observarme desde la primera planta, me da una escalofriante sonrisa ladina y se va corriendo en dirección al bosque. Lo pierdo de vista después de eso y sigo escuchando la voz nasal de Jacobo.

.....

— ¡Tengo a los Smeed conmigo!—Exclama Jameson dando saltitos en su lugar con emoción mientras sacude mi brazo, asiento y comenzamos a seguir a la corriente de estudiantes escaleras abajo, mezclándonos con los de último, todos teníamos el mismo propósito: asaltar la cafetería. — ¿Y tú? ¿Tienes a Judhead contigo?

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora