C U A R E N T A

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Caigo de espaldas sobre el duro pecho de Tanner y me incorporo con rapidez, busco algún indicio de daño o dolor en mi cuerpo y me relajo notablemente al no sentir nada, Alena se encuentra en perfectas condiciones en su habitación acuática dentro de mí. Tanner se levanta declinando mi ayuda y mira a su alrededor con frenesí, yo me limito a observarlo mientras limpio el rastro de cenizas que ha quedado en mi cuerpo y escasa ropa.

— ¿Qué estás buscando, Tanner?—Inquiero cuando su desesperación incrementa, él me observa con los ojos cristalizados, desarmándome.

— ¿Dónde está mi papá, Lydia?—Su voz se rompe al terminar la pregunta, viéndose mucho más joven de lo que aparenta, palidezco ante la notable falta de la presencia de Jagger.

—Tanner, cariño... —Trato de acercarme a él cuando las lágrimas contenidas comienzan a caer, pero me aparta y me da la espalda, muerdo mi labio inferior y observo, cohibida, cómo es que sus hombros se sacuden por el llanto. —Jagger está bien, ¿de acuerdo? El hecho de que no nos haya seguido no quiere decir que no lo esté.

— ¿Cómo estás tan segura? Si cuando lo dejamos él estaba siendo rodeado por una jauría de lobos.

—Tu padre es uno de los licántropos más fuerte y feroz que conozco, estoy segura que está o estará bien. —Lo rodeo y lo envuelvo en mis brazos, él apoya su mentón en mi coronilla y me abraza con fuerza, paso mi mano por su ancha espalda hasta que sus lágrimas y sollozos terminan. — ¿Estás mejor?

—Sí, mamá. —Me sobresalto y me aparto ligeramente, él palidece al darse cuenta de su desliz y aparta la mirada, centrándola en mi vientre. —Lydia, dije Lydia, lo siento.

—Tranquilo, no... importa. —Le doy una sonrisa a medias y lo tomo de la mano, él se aferra a la mía con fuerza. —Ahora veamos dónde es que nos ha dejado su padre. —Tiro de él y comenzamos a andar en medio de la niebla que inunda el lugar, lo siento estremecerse a mi lado. — ¿Qué pasa?

—Está helado aquí, ¿acaso no lo sientes?—Frunzo el ceño al ver su aliento convertido en volutas de humo frío y niego.

—Creí que los licántropos no sentían el frío, o cualquier temperatura fuera de la media.

—Exacto, imagínate a qué temperatura debemos de estar en estos momentos como para que yo lo sienta. —Chasquea la lengua y me abraza contra su costado, poniendo su enorme palma abierta contra mi vientre. —Tranquila, hermanita, yo te caliento.

Me derrito internamente ante su gesto y seguimos andando, intento ver más allá de la neblina que congela al licántropo adolescente a mi lado, luego de lo que parecen horas, llegamos al primer resquicio de una comunidad. Un par de Vadook con los rostros cubiertos por mantos blancos nos apuntan con sus armas apenas nos ven, dos mujeres, cubiertas por completo por el manto, están detrás de ellos, aguardando a la espera de alguna herida para pasar a su cuerpo. Mis cadenas chasquean cuando levanto las manos en son de paz, Tanner, a regañadientes, imita mi gesto tras un codazo de mi parte.

—Venimos en son de paz. —Digo apenas se me ocurre, mi acompañante contiene la risa, lo piso con mi talón. —Soy una de ustedes y...

—Una impura. —Murmura con voz gutural una de las mujeres tras los hombres, tenso la mandíbula y asiento. —Tú puedes pasar, el licántropo no.

—Pero...

—Y agradece que no estamos acabando con su vida en este preciso momento. —Habla la otra, los hombres permanecen en silencio, todavía amenazándonos con sus armas.

—Él viene conmigo, quieran o no, es mi protector. —Miento, alzando la barbilla, y dejo que mi lanza de dos caras aparezca en mis manos cuando nos apuntan con mayor fervor.

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora