Luz de luna

S E S E N T A y S I E T E

Tres años después...

Cepillo la cabellera cobriza de Sage mientras observamos a nuestro pueblo colina abajo, hay múltiples casas a lo largo de la zona, pero la que más destaca es la nuestra. Una bella mansión de tres pisos y doscientas habitaciones, en su interior cuenta con ciento cincuenta baños, tres cocinas, dos áticos y un sótano del tamaño de un piso, así que tendemos a contarlo como tal. En esa inmensa edificación vivimos los Seis Alphas con sus respectivas y monumentales manadas; Noam, Utarah y sus retoños; y mi familia, ya saben, Jagger, Tanner, Alena, Keren, Oliver, nuestro bebé recién adoptado, y yo.

Luego de tres años nos hemos asentado bien en Glayenak. Al principio tuvimos dificultades con el alimento, el agua y el techo donde dormíamos, pero mis adoradas niñas resolvieron el problema, pues Lena trajo un enorme lago de agua potable una noche, Fallon cazó junto a sus abuelos una cantidad considerable de animales un día tras hartarse de comer los frutos y vegetales que recibíamos del suelo, y Sage se limitó a cocinarlo todo y a brindarnos materiales provenientes de los humanos.

En nuestro primer año aquí nos dedicamos a la construcción de la mansión, una escuela y un mini supermercado donde la comunidad pudiera abastecerse de cosas, ya fuera comida, papel higiénico o ladrillos para la construcción de su propia casa. Sage conseguía, consigue, de todo. Solo pídelo y ella lo obtendrá al instante.

Para el segundo año ya teníamos incontables casas y calles a veinte kilómetros a la redonda, con una escuela y un instituto terminados, y una universidad en proceso. Eso y una enorme y profunda piscina comunitaria, de la cual Lena se encarga de abastecer y mantener limpia.

Y ahora nos encontramos en el tercer año desde que llegamos, y colonizamos, Glayenak, el Consejo que hemos formado funciona de maravilla y de momento no ha habido levantamientos en contra de nuestra forma de gobernar. Nuestra comunidad es pacífica y todos aceptan y conviven con todos.

- ¿Ya casi vuelve papá?-Inquiere mi hija cuando termino de cepillarle el cabello, mirándome por encima de su hombro, sus ojos color fuego me escrutan con atención, y adoración.

-No lo sé, tú dime. -Respondo con una sonrisa de lado, ella asiente y cierra los ojos, concentrándose para escuchar lo que ocurre al otro lado.

Permanece un minuto en silencio e inmóvil antes de levantarse de golpe y correr al borde de la colina, haciendo que una serpiente de fuego baile entre sus brazos y a su alrededor antes de lanzarla. La serpiente comienza a correr en círculos en la nada frente a mi hija, formando el ya acostumbrado anillo de fuego. Sage da una palmada y Jagger junto a Tanner entran corriendo por la puerta de fuego, siendo perseguidos por los que parecen ser un par de Fallow y Vadook.

Sage se encarga de ellos sin parpadear siquiera, pues en cuanto las criaturas tratan de cruzar por el anillo se convierten en cenizas, ensuciando el rostro de mi pequeña junto a su cabello con ellas. Sage estornuda y el anillo se cierra, se vuelve hacia mí y hace un puchero, detesta estar sucia de las cenizas de otras personas.

-Vamos a limpiarte, cielo. -Tomo su pequeña mano y juntas caminamos hasta el lago que Lena trajo hace un año, dejando atrás a mis chicos. -No, no, nada de pucheros, pronto estarás como nueva.

-No me gusta. -Se limita a responder antes de dejarle el lugar a Lena, quien sin mediar palabra eleva el agua y se la tira encima, quedando limpia al instante. -Papá. -Se limita a decir, tomándome de la mano, y regresamos por donde vinimos.

Mis hijas son fáciles de identificar, pues no solo el que su apariencia cambie ayuda, sino que también están sus personalidades. Lena es reservada y de escasas palabras, Fallon es explosiva, curiosa y nunca deja de hablar, y Sage es la más calmada de las tres, dice lo necesario y deja que el mundo pase a su ritmo. En Alena hay de todo un poco, y todas son amadas.