Al regresar en mí me encuentro encadenada, y no de la manera tradicional.
Las astillas del árbol se clavan en mi espalda desnuda, ocasionándome incomodidad y ligero dolor. Una serie de cadenas de acero reforzado apresan mis pechos en una "X", otro par rodea mi cintura y un par de grilletes rodean mis manos y pies. Todo está tan apretado contra mis extremidades que amoratan mi piel.
Desde mi posición me llega el clamor sordo de la batalla, tal parece que me han encadenado a un árbol detrás de la colina mientras que la batalla se desarrolla en la cima y al otro lado. Levanto de golpe la cabeza al percibir movimiento frente a mí y le regreso la mirada al Koodav que me escruta con una innecesaria atención antes de desviarla a quienes nos acompañan. Mis labios forman una mueca despectiva al encontrar a Rose entre su séquito de aliados.
—Por fin despiertas, temía que el golpe que te han dado te hubiese matado. —Habla, mostrando una sonrisa de lado.
—Y eso te habría ocasionado tanta pena. —Respondo con ironía y entrecierro los ojos, buscando enfocar su rostro entre el aturdimiento que predomina en mí y mi miopía. —Admítelo, Rose, si hubiera muerto tras el golpe que tus juguetes me han dado tendrías una preocupación menos y una fiesta de celebración a la vuelta de la esquina.
—Pero las tengo, ambas, tanto mi preocupación menos como la celebración al otro lado de la colina. —Se echa hacia atrás la larga falda de su vestido rojo fuego, inclinándose ligeramente para quedar a mi altura, y me lanza una amplia sonrisa. —Quiero informarte, querida, que estamos ganando. Tus amigos los licántropos están al borde de la extinción, los Vadook, Fallow y Ashmoke cada vez se debilitan más y te tengo aquí, encadenada ante mí, y con tu preciada hija en mi poder.
—No alardees tanto, Rose, que cuando menos lo esperes las cosas podrían torcerse. —Le advierto, su sonrisa se crispa y se levanta, chasquea los dedos y luego apunta en mi dirección.
—Amordácenla y tráiganla, me parece que su tiempo con vida ha expirado. —Ordena, sus aliados se apresuran a acatar lo ordenado y pronto me encuentro con un trozo de tela oscura dentro de la boca, amarrado firmemente contra mis mejillas y por detrás de mi cabeza.
Sueltan las cadenas que me apresan del árbol, regresándome la movilidad escasos segundos que logro aprovechar. Me abalanzo contra la persona más cercana a mí y le quito el primer objeto punzante que encuentro entre sus pertenencias, le corto la yugular al licántropo sobre el que he caído y lanzo el cuchillo contra el Koodav que trata de apresarme nuevamente, dándole limpiamente en el pecho.
Me incorporo y echo a correr, tomando las cadenas alrededor de mi cuerpo entre mis manos para facilitarme la huida. No avanzo ni un metro cuando soy rodeada nuevamente por los juguetes de Rose, blasfemo por lo bajo y tiro las cadenas a mi alrededor, tomo las más gruesas con ambas manos y las hago girar antes de descargar un doloroso golpe con sus extremos al primero que intenta acercarse. Las utilizo de látigo, lanzando golpes a diestra y siniestra mientras avanzo hacia la seguridad que el bosque podría proporcionarme, hasta que alguien logra inmovilizarme, golpeando mi cráneo con fuerza con una roca.
Caigo de rodillas y acuno mi cabeza con mis manos, luchando contra las lágrimas que desean salir de mis ojos ante el dolor que el golpe me ha ocasionado. Varios toman mis cadenas y comienzan a arrastrarme colina arriba, yo me debato como puedo, clavando mis uñas en el césped, tratando de frenar nuestro avance, pero me encuentro mucho más débil ahora por la nueva herida, la cual deja un ligero rastro de sangre en mi clavícula.
—Levántenla. —Ordena Rose y tarde me doy cuenta que nos hemos detenido en medio de la danza sangrienta y mortífera que es la batalla. —Acabemos de una vez con esto. —La observo sacar una daga roja y llameante de debajo de la falda de su vestido, muerdo mi labio inferior y trato de aparentar valentía cuando me estoy muriendo de miedo y angustia. Quiero ver a mi hija crecer y escucharla llamarme mamá, dar sus primeros pasos o lo que sea, pero quiero estar ahí.
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Luz de luna
WerewolfTras la muerte y desaparición de los últimos integrantes de su pequeña familia, Lydia termina en una familia de acogida, constituida por los nuevos del pueblo, todos del género masculino y con personalidades electrizantes. Lo que ella no sabe, es qu...