Llevo una mano a mi abdomen, tratando de parar la hemorragia que la puñalada por parte de Noam ha ocasionado, bloqueo otro ataque por su parte mientras la herida se cierra, y llevo el filo de una de las caras de mi lanza en dirección a su rostro, cosa que lo lleva a proteger dicho lugar con ambas manos. Bingo. Con la cara restante corto parte de su torso, elevo mi pierna y le doy una patada en el lado lateral de una de sus rodillas, pierde el equilibrio y cae.
Capto un veloz movimiento por el rabillo del ojo, me tiro al piso y ruedo, a tiempo de esquivar un ataque por parte de Floorent, no pierdo el tiempo y pateo sus tobillos, sin embargo, me esquiva y de un salto la tengo sobre mí, repartiendo puñetazos a diestra y siniestra en mi rostro. Gruño y elevo las caderas con fuerza, mandándola a volar, giro sobre mí misma, quedando sobre mi torso, y recupero el aliento mientras los seres sobrenaturales a los que me enfrento piensan en una estrategia para derrotarme. Cosa que no tengo intenciones de dejar que ocurra.
Pongo las palmas de mis manos contra el material de la colchoneta y lucho por levantarme de ella, cosa que me cuesta demasiada fuerza de voluntad pues estoy agotada. Entrenamos por las mañanas y tardes, combatimos por las noches. Mi tiempo libre se basa en dedicarle tiempo a mi pequeña, la cual se encuentra dormida en brazos de Tanner, individuo que eleva un pulgar en mi dirección a modo de apoyo.
-Esto no está funcionando. -Regreso mi atención a Noam mientras Floorent asiente, ambos se aproximan a mí y me dan una mirada de compasión. -Creo que será mejor que detengamos todo esto antes de llegar a otros extremos.
- ¿Qué? Pero, Noam, dijiste que me ayudarías.
- ¿Y el que te golpee y te agote físicamente está ayudándote de algo? A mí me parece que no.
-Lo mejor que puedes hacer, por Alena y por ti, es quedarte con ella, dedicarle todo el tiempo que pierdes en estos entrenamientos sin frutos y hacerte a un lado cuando el peligro llegue a nuestras puertas.
-No... no puedo hacer eso. -Jadeo mientras mis ojos se cristalizan debido al coctel de sentimientos que me invaden, reprimo un puchero. -No pueden hacerme esto, esto... es todo lo que me queda de mis lados sobrenaturales, no puedo perderlo.
-En ese caso sería mejor que dejaras de aferrarte a lo que ahora solo es un recuerdo y avances al futuro, después de todo tienes una hija que necesita estabilidad en su vida.
-Sobre todo por lo que ella es. -Limpio con rabia la lágrima que logra escapar de su prisión cristalina en mis ojos y aparto la mirada, avergonzada de que me vean así. Vulnerable.
-Lydia...
-No, Noam, ya han dicho lo que tenían que decir. -Paso el dorso de mis dedos por debajo de mis párpados, tratando de apartar todas las lágrimas anegadas en ellos, e inspiro profundamente, evitando así que un sollozo se me escape. -Lamento mucho que perdieran su tiempo conmigo, debí darme cuenta antes de que todo esto era una causa perdida.
Duele mucho más cuando no refutan lo recién pronunciado, cuando se limitan a asentir, de acuerdo a cada una de mis palabras. El alivio que reflejan los ojos de ambos termina por destrozar la llama de lo que fui, logrando que se extinga y solo queden cenizas, cenizas de un ave fénix que no va a renacer. Vuelvo a asentir, cabizbaja, doy media vuelta y camino hacia Tanner, quien me da otra sonrisa de apoyo. Antes de que llegue hasta donde están ellos uno de los guardias de Noam entra corriendo en el lugar, está exaltado y muy alarmado.
- ¡Majestad, la prisionera ha escapado!-Palidezco ante las noticias y corro hacia Tanner, quien me entrega a Alena con rapidez y sale a la par de Floorent, Noam y su guardia, dejándonos a solas con Drakar.
Acomodo a mi hija contra mi pecho y camino con rapidez hasta el lugar donde he dejado mi lanza, dispuesta a luchar con uñas y dientes con tal de preservar el bienestar de mi hija. Escucho el susurro de una pelea detrás de mí y me giro, encontrándome cara a cara con la causante de mi parto y muerte prematura, detrás de ella Drakar se encuentra inconsciente y herido.
-Dame a la niña, humana, y voy a dejarte vivir. -Doy un paso atrás, aferrando a mi pequeña contra mí con mayor vigor, y le apunto con una de las caras de mi lanza.
-Sobre mi maldito cadáver. -Marco cada una de mis palabras, mi ceño se encuentra fruncido y mi cuerpo tenso, preparado para la pelea en la cual voy a enzarzarme.
-Como prefieras. -Se encoge de hombros y se abalanza sobre mí, me pongo de costado, protegiendo a mi hija con mi cuerpo, y repelo el ataque con mi arma, en vano.
Golpea con fuerza mi rostro, partiendo el tabique de mi nariz y desestabilizándome, contraigo el gesto debido al ensordecedor dolor que me embarga y lucho por que la lanza no caiga de mi mano, lamentablemente mis esfuerzos se ven frustrados y la escucho rebotar sobre el material de la colchoneta, unos centímetros lejos de mí. Su puño impacta contra mis costillas y Alena se resbala de mis manos debido a la sorpresa, me encojo sobre mí misma y ella se aleja con mi bebé en brazos, quien llora al verse envuelta en la pelea.
- ¡No!-Grazno y corro hacia ellas, implorando a mis piernas que se muevan con mi antigua y sobrenatural velocidad, cosa que no llega a suceder. - ¡Alena!-Chillo y tomo impulso antes de saltar sobre el delgado cuerpo de la mujer, quien tropieza con sus pies y cae de costado, evitando así aplastar a mi bebé.
Tira una patada en mi dirección, dando en mi barbilla, pero no la suelto. La sangre sale de mis labios mientras le doy la vuelta a su cuerpo y me subo sobre él, dirijo mis manos empuñadas en forma de garras hacia sus ojos y los araño con vigor, introduciendo uno de mis dedos en su globo ocular. Suelta a mi bebé. La tomo con rapidez entre mis brazos y trato de incorporarme, cosa que mi adversaria impide. Grito mientras caigo y, una vez sobre la colchoneta, obligo al cuerpo de mi hija a rodar sobre la superficie, cosa que ocasiona que su llanto incremente.
-Eres una perra. -Gruñe la mujer subiéndose a mi espalda, elevo mi brazo y golpeo alguna parte de su rostro con mi codo, logrando que se quite de encima. Me incorporo rápidamente.
-No, solo soy una madre que no va a permitir que te lleves a su bebé. -Empuño mis manos, poniéndome en guardia, y hago un escaneo rápido de su cuerpo, encontrando entre sus prendas un cuchillo que bien podría quitarle si tengo oportunidad. La cual llega.
Se lanza a la carga una vez más contra mi cuerpo, esquivo su ataque y la tomo por los hombros, echo la cabeza hacia atrás y aplasto mi frente contra su nariz, rompiéndola como ella ha hecho con la mía. Se inclina hacia mí y me abraza por la cintura en un intento de hacerme caer, entrelazo mis manos y descargo mis codos contra su columna vertebral, golpeándola con brutalidad. Grita y se aparta, cuando lo hace introduzco la mano en el lugar donde guarda el cuchillo y lo empuño con firmeza.
No permito que se recupere, simplemente me abalanzo sobre ella y utilizo el arma recién adquirida. Paso el filo por la sensible piel de su cuello, cortándola profundamente, y me aparto dos centímetros, le doy vuelta entre mis dedos al cuchillo mientras bajo el brazo y la apuñalo en el abdomen. Una. Dos. Tres veces. Tras la quinta pierdo la cuenta. La apuñalo hasta que sus intestinos salen del surco que le he provocado y su cadáver cae de espaldas sobre la colchoneta.
El arma se resbala de mi mano debido a la sangre que nos baña. Parpadeo y limpio la sangre que la herida en su cuello ha caído sobre mi rostro, sacudo ambas manos y voy hasta mi hija, quien ha parado de llorar y se limita a observarme con sus profundos ojos escarlatas.
-Prometí que nadie iba a hacerte daño, cielo. -Susurro, acariciando su rostro con mis dedos ensangrentados. Levanto la mirada cuando el resto de nuestros guardianes entran en la habitación y me observan fijamente, las emociones que reflejan sus ojos difieren unas con otras. Hay pasmo, admiración y orgullo. -Y voy a cumplirlo, sin importar lo que tenga que hacer. -Llevo mi mirada al grotesco cadáver que he dejado y suspiro. -Haré lo que haga falta. -Dejo un casto beso en su cabeza, tocando la sangre de mi víctima con mis labios, y cierro los ojos, acunando a mi hija contra mi cuerpo.
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Luz de luna
Manusia SerigalaTras la muerte y desaparición de los últimos integrantes de su pequeña familia, Lydia termina en una familia de acogida, constituida por los nuevos del pueblo, todos del género masculino y con personalidades electrizantes. Lo que ella no sabe, es qu...