— ¿Vas a ir vestida así?—Miro mi atuendo ante la pregunta de Jameson y asiento, desconcertada.
—Me veo bien, ¿qué tiene de malo?
— ¡Que es lo mismo que usaste en la mañana!—Chilla, histérico, pongo los ojos en blanco y Jagger sale de su habitación, lo único que ha cambiado de su apariencia es el peinado, ahora lo lleva desprolijo, dándole un aire salvaje y, para qué mentir, sensual. —Otro, tal para cual. —Bufa y sale del apartamento, río entre dientes y lo seguimos.
Damos un vistazo a la calle, la cual está desierta, y echamos a correr, yo llevo mis botas en la mano y mis pies, protegidos únicamente por mis calcetines, se humedecen por la ligera capa de nieve que la nevada de hace unas horas ha dejado, sin embargo, la ignoro y sigo corriendo, siendo flanqueada por mis chicos.
Cuando llegamos a los inicios del bosque vuelvo a ponerme las botas y subo a la espalda de Jameson, pone ambos brazos bajo mi trasero, sosteniéndome firmemente, y seguimos corriendo, él en ningún momento se queja por mi peso. Un minuto después llegamos a la fiesta, la cual está a tres metros del pequeño río que hay en torno a la cascada, un fogata ilumina el lugar, la música suena con fuerza en los enormes altavoces sobre un auto y el lugar entero huele a cerveza, cigarrillos y hormonas adolescentes.
—Así está Zilah. —Advierte Zek y nos encaminamos hacia ella, quien se encuentra sumida en sus pensamientos mientras retuerce con nerviosismo sus manos.
—Hey, hola. —Digo, sacándola de su ensimismamiento, se sobresalta ligeramente y me observa, dándome un fantasma de sonrisa.
—Sí vinieron, creía que me habían abandonado a mi suerte.
—Jamás lo haría, estos orangutanes podrían haberse quedado, pero yo habría venido. —Le guiño un ojo, sus ojos se iluminan ante la alegría que mis palabras le producen. —En fin, ¿dónde puedo conseguir un trago?
—Aquí tienes, preciosa. —Miro al chico que me había invitado a la fiesta, el cual me tiende un botellín de cerveza, una sonrisa se instala en mis labios.
—Gracias, pero no tomo bebidas de desconocidos. —Palmeo su mejilla con más fuerza de la necesaria y le hago una seña al resto para que me sigan lejos de él, me detengo en el último segundo. —Ah, y mi nombre es Eridan, no preciosa. Harías bien en recordarlo la próxima vez.
Me alejo con un contoneo de caderas, al regresar con mi grupo Jagger me tiende su botellín de cerveza, le guiño un ojo y doy un largo trago, después se la devuelvo, él imita mi acción hasta terminarse el líquido ambarino y amargo.
El tiempo pasa y los integrantes de mi manada se dispersan, dejándome sola con Jagger, Zilah se encuentra con Zek, quien susurra cada tanto cosas al oído de ella, fingiendo que quiere comunicarse con otras personas cuando presiento que no es así. Miro de forma sugerente a Jagger cuando una canción que habla sobre la sensualidad comienza a sonar, él me observa fijamente mientras muevo lentamente las caderas, me pego a su torso sin despegar la mirada de sus ojos y restriego mis pechos contra él. Se tensa.
—Baila conmigo. —Pido, moviéndome cada vez con mayor fuerza y ritmo, se aparta de mí.
—Consíguete a alguien más. —Intenta apartarse, se lo impido tomándolo con firmeza por la muñeca, acerco mi rostro al suyo.
—Me parece que tu Alpha te dio una maldita orden, cúmplela. —Tiro de sus muñecas y lo obligo a poner sus manos sobre mi cintura, le doy la espalda y sigo bailando contra su cuerpo, pronto lo siento moverse a mi par.
—Voy a darte lo que deseas, pero a mi manera. —Susurra en mi oído y da un mordisco en mi cuello, pego más mi trasero a su entrepierna y seguimos bailando, encendiéndonos mutuamente cada vez más con cada movimiento realizado por ambos. Hasta que ya no lo soporto.
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Luz de luna
Про оборотнейTras la muerte y desaparición de los últimos integrantes de su pequeña familia, Lydia termina en una familia de acogida, constituida por los nuevos del pueblo, todos del género masculino y con personalidades electrizantes. Lo que ella no sabe, es qu...