Capítulo 1. Despedida.

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1970

Se deja caer sobre uno de los incómodos asientos del aeropuerto, a la espera de que la voz de megafonía avise de que ya se puede subir a su avión.

Aprovecha un momento para observar en la lejanía desde los ventanales a la ciudad que ha sido su hogar durante los últimos tres años; nunca pensó que podría acabar cogiéndole tanto cariño y aprecio, igual que nunca creyó que podría llegar a replantearse tan seriamente el quedarse en Nueva York y no volver a su lugar de origen, su también querida Inglaterra.

Pero finalmente, allí estaba; a punto de coger un avión que la devolvería a Londres, junto a su familia y amigos. Habían pasado tantas cosas durante esos años; se mudó allí a los dieciocho para estudiar su carrera, y aunque mantuvo muy buen contacto con todos sus amigos y su familia, la vida que le esperaba allí fue lo mejor que le pudo pasar: las fiestas universitarias, el clima (mucho más soleado que en Inglaterra), la amabilidad de la gente... hasta se sacó su carnet de conducir allí (algo que le supone un problema, ya que en Londres los coches y los sentidos al conducir cambian por completo).

Había madurado y crecido lo suficiente, y ahora se dispone a volver para poder ver a todos aquellos que dejó atrás en su antiguo hogar e intentar instalar su vida en Inglaterra.

Por su mente pasan la imagen de sus padres y sus hermanos, y no puede evitar esbozar una sonrisa; les ha echado mucho de menos todo ese tiempo y no puede esperar para volver a abrazarles y poder verles a diario. También recuerda los rostros de sus amigas con mucha emoción y cariño, y cada vez se vuelve más impaciente esperando para poder subir al avión y estar en casa.

Pero esa impaciencia aumenta, sobre todo, cuando recuerda a sus dos mejores amigos de la infancia: Brian y Roger. Los tres se conocen desde la escuela, y han sido inseparables desde entonces; únicamente se distanciaron cuando ella decidió irse de Londres, pero aún así hablaban casi a diario y se mantenían al corriente de lo que ocurría en sus vidas.

Son personas con personalidades diferentes, pero aún así congenian como nadie; se complementan: Brian es más calmado y analítico, mientras que ella y Roger eran algo más atrevidos y se lanzaban más a la aventura; por otro lado, ella es algo más reflexiva que él y es capaz de ver si algo puede ser bueno o malo, mientras que Roger se apunta a un bombardeo si le parece divertido (aunque haya riesgo de muerte).

Dentro de sus pequeños recuerdos comienza a resonar el aviso que le informa de que ya puede dirigirse hacia la puerta de embarque.

Se levanta como un resorte y camina hacía el lugar con su maleta arrastrando tras ella; aún no se explica como ha conseguido meter tres años en solo una maleta. Llega a su destino y espera paciente a que pasen las personas que tiene delante.

Una vez que llega su turno, entrega el billete y enseña el pasaporte a la azafata, que mira ambas cosas mientras asiente:

- Dana Jones... de acuerdo, puede pasar- la mujer devuelve el pasaporte a la chica con una sonrisa-. Que tenga un buen viaje.
- Gracias- Dana le devuelve el gesto con una radiante sonrisa y anda rápido hacia el interior del avión.

En cuestión de horas, estará pisando su nuevo (y viejo) hogar.

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