Somebody to love

Capítulo 11. Dejarse llevar.

Ya han pasado tres meses desde que Dana llegó a Londres. Durante todo este tiempo, la chica ha extrañado en numerosas ocasiones Estados Unidos y su vida allí mientras era estudiante, pero no ha tardado en volver a adaptarse al estilo de vida londinense y también podría decir que aquí se siente más independiente y segura al tener cerca a su familia y a sus mejores amigos.

Los chicos han seguido con su banda durante todo ese tiempo, y cada vez son más exitosos entre las diferentes universidades del país. Ella va a todos los conciertos y también frecuenta los ensayos; ha empezado a desarrollar una buena amistad con los nuevos integrantes, John y Freddie, que han pasado rápidamente a ser amigos muy cercanos para todos.

Mary y Freddie se han visto mucho últimamente, y la chica rubia le confesó a su amiga que el cantante y ella ya se habían besado en varias ocasiones. A su vez, Dana continúa trabajando con ella en Biba y, aunque continúa esperando la llamada de otros sitios y alguna que otra vez siga echando currículums, se siente bastante bien en ese ambiente y le parece una forma fácil de mantenerse mientras encuentra algo mejor.

Esa noche, la chica se encuentra con George en un bar de la ciudad. Ellos dos volvieron a verse varias veces (por casualidad o porque ellos lo planearon), y ambos se han ido acercando más el uno al otro. Como no, Roger ha seguido insistiendo en que no debería fiarse de él ya que seguramente solo la quiere para pasar el rato; por su parte, ella siempre le contesta que lo que haga con él solo le importa a ella por mucho que sea su mejor amigo, además de que si pasa algo entre ellos solamente será porque ella también lo querrá así y por lo tanto no hay porque preocuparse, ya que sabe cuidarse sola.

Hoy decidieron salir juntos a cenar, y ahora se encuentran tomando algo mientras charlan animadamente, recordando viejas anécdotas tanto del instituto como de los últimos tres meses. Dana cuenta algo que pasó en su clase hace años con lo que ambos comienzan a reírse a carcajadas, tras lo cual se miran a los ojos y se sonríen cálidamente.

- En clase siempre eras bastante divertida- admite George aún con su mirada puesta en la de la chica-. Aunque nunca habláramos mucho, se notaba que tenías mucha energía.
- Si, nunca llegamos a ser amigos del todo. Tú eras bastante tímido- dice Dana mientras le da un golpe amistoso en el hombro para fastidiarle-, creo que casi no intercambiamos ni dos frases seguidas nunca.
- Cierto- contesta él riendo mientras rasca su nuca, algo nervioso-, no me solía acercar a chicas, pero mucho menos a ti- ahora ella pone cara de no entender para que se explique-; quiero decir, tú eras mucho más decidida que ninguno de nosotros, así que imponías bastante. Además, solías ir con chicos algo mayores; en alguna ocasión Roger dijo que si alguien se atrevía a tocarte, se las vería con él.

Dana ríe al recordar todo aquello y a la vez, se impresiona por la imagen que tenía George de ella. Aunque sus mejores amigos iban a clases distintas por ser mayores, todos iban al mismo instituto, por lo que casi siempre estaba junto a ellos y personas de sus clases; la chica siempre ha creído que tener amigos mayores ha ayudado a que ella sea más extrovertida y no le cueste acercarse a cualquier persona, y por lo visto es cierto.

- De todas formas, no mordía. Podrías haberte acercado- contesta Dana con una sonrisa.
- Bueno, para un adolescente no es fácil acercarse a la chica que le gusta, sobre todo cuando siempre está rodeada de chicos mayores.
- ¿Cómo has dicho?- pregunta ella algo sorprendida tras la afirmación de su amigo; ¿ella le gustaba?
- Bueno...- ahora él está un poco nervioso; mira hacia un lado riendo mientras busca las palabras para ordenar el desastre que acaba de formar- si, me gustaste por algún tiempo, pero nunca me atreví a acercarme a ti. Siempre que acababa hablando contigo estaba hecho un manojo de nervios, y como te he dicho, estabas siempre rodeada de otros chicos.- hay una pequeña pausa en la que el chico mira al suelo antes de volver a hablar- A veces me arrepentí de no haber hecho nada cuando te fuiste, pero luego cuando te vi en el bar hace unos meses me pareció mi oportunidad. Y sinceramente, me alegro de haber hablado contigo.