Capítulo 4. Nuevas y viejas amistades.

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Dana abre los ojos tras un largo bostezo y observa como la luz del día entra a través de las cortinas mientras se despereza en su nueva cama. 

Tras la cena de la noche anterior en casa de su familia, su hermano James la llevó en coche a su apartamento para poder pasar allí su primera noche. Es bastante acogedor para ser un estudio con solo un baño, una pequeña habitación y un salón que tiene integrada la cocina; de momento, es prácticamente todo lo que necesita.

Se levanta de su cama y se dirige hacia la cocina para prepararse algo de desayunar. Una vez sentada con su café y una tostada, comienza a pensar en lo que va a hacer durante la mañana; es viernes, y únicamente tiene el plan de ir esta noche a ver el concierto de Roger y Brian al bar donde actúan. Tras darle varias vueltas, decide que esa mañana la va a dedicar a echar algunos currículum para probar suerte. Sus padres ya han preguntado a algunos amigos con empresas si donde trabajan pueden necesitar algún psicólogo y les han dicho que se pase por allí, así que a eso dedicará la mañana; cuanto antes tenga trabajo, mejor.

Cuando termina su desayuno, se viste y arregla lo más formal posible con un vestido por la rodilla ceñido a la cintura, una cazadora vaquera y unas sandalias. Peina su cabello de forma que queda medio recogido y pinta ligeramente sus ojos y sus labios. Sonríe para si misma delante del espejo antes de salir del baño, convenciéndose de que van a esperarle muchas cosas durante su nueva etapa.

Coge lo último que necesita: llaves, currículum (importante), algo de dinero...y entonces, justo antes de salir por la puerta, se fija en algo que se mueve en su terraza (si es que se puede llamar así a un pequeño trozo de apenas tres metros cuadrados que sobresale de su ventana del salón). Fija su mirada en aquello que se mueve para, finalmente, darse cuenta de que lo que observa es un gato; un precioso gato blanco de pelo largo, que pasea por su terraza.

Dana se acerca cuidadosamente para intentar tocarlo sin que este salga corriendo. Una vez que ha conseguido llegar a la ventana, la abre con cuidado para que el gato no huya; poco a poco, acaba abriendo los cristales y queda prácticamente a medio metro del gato. Este repara en la presencia de la chica, y gira su cabeza para observarla, pero sin huir de ella; Dana se agacha para poder tocar mejor al animal y puede apreciar que tiene unos ojos azules preciosos. El gato se deja tocar, e incluso busca la mano de la chica para que continúe sus caricias mientras ronronea. Ella sonríe; le encantan los animales y, en especial, los gatos.

  - Hola, amigo- dice la chica en voz baja- ¿sueles venir por aquí?

El gato solo emite un maullido como respuesta, a lo que ella no puede evitar reír. Tras un par de minutos, Dana decide que es momento de irse a hacer lo que tenía planeado. Por un segundo duda que hacer con su nuevo amigo; si dejarle dentro de su casa, (corriendo el riesgo de que en realidad sea un salvaje y le destroce lo poco que tiene), o dejar la ventana abierta para que entre o salga (corriendo el otro riesgo de dejar su ventana abierta no solo para el gato, si no para todo el que quiera subir por las escaleras de emergencia de la fachada).
Finalmente, decide dejar al gato fuera y cerrar la ventana, aunque le de pena por él. Al fin y al cabo, debe ser un gato callejero, y estará acostumbrado a estar por ahí. Antes de volver a pensárselo, sale de su casa cerrando con llave.

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Lleva toda la mañana dando vueltas por distintas empresas donde sus padres le recomendaron ir para probar suerte. En casi todas le reciben personas que, por lo visto, son muy amigos de ellos y que exclaman asombrados cuando ven a Dana que la última vez que la vieron era una niña y lo mucho que ha crecido; ella solo sonríe con falso entusiasmo y entrega su currículum cruzando los dedos. En todos los sitios le aseguran que lo leerán y le llamarán, pero no puede esperar nada hasta, al menos, el lunes.

Así que, decide sentarse en un bar a comer algo, ya que está muerta de hambre. Una vez está sentada en la barra de un bar y acaba de pedir un sándwich y una cerveza, coge uno de los periódicos que hay para los clientes y echa un rápido vistazo para entretenerse mientras espera. Al rato de estar allí, otra chica se sienta a su lado y, al cabo de unos minutos, interrumpe la lectura de la chica.

  - ¿Dana?- pregunta la dulce voz de la chica.- ¿Eres tú?

Ella levanta la vista del periódico y mira con curiosidad a la chica que le habla. Cuando ve su fino rostro y su cabellera rubia, sabe inmediatamente de quien se trata.

  - ¡Dan! ¡Eres tú!- vuelve a exclamar la chica, ahora sonriendo ampliamente y dándole un fuerte abrazo.
  - ¡Mary! ¡Qué sorpresa!

Mary es amiga de Dana también desde el colegio. No es tan intima como Brian y Roger, pero siempre se han caído muy bien mutuamente y han salido juntas bastantes ocasiones. De hecho, muchas veces ha hablado con ella estando en Nueva York.

  - Que sorpresa no, si yo no me he movido de Londres. Tú eres la sorpresa- dice Mary riendo de emoción- ¿No estabas en Estados Unidos?
  - Si, pero en algún momento tenía que volver. Llegué ayer por la noche, no me ha dado tiempo a mucho. Solo a buscar trabajo.

En eso, llega el camarero y le sirve a Dana su comida y bebida, y esta se lanza a ella con toda la elegancia que su hambre voraz le permite.

  - Caray, si que has cambiado. Bebiendo cerveza desde tan temprano- comenta Mary bromeando. Dana solo sonríe asintiendo mientras mastica- y dime, ¿cómo ha ido lo del trabajo?
  - Bueno, he echado currículum por ahí, pero hasta el lunes no sabré nada- dice la chica encogiéndose de hombros.
  - Yo si quieres... puedo ofrecerte algo- Dana pone aún más atención a lo que su amiga le dice y la invita a continuar.- Yo trabajo en Biba, la tienda de ropa. Creo que aún necesitan más empleadas, y tú eres lo suficientemente mona como para que te contraten- la chica ríe mientras continúa comiendo-. Puede que no sea lo que sueñas... pero puedo intentar hacer algo. Te puede venir bien el dinero de momento.

Dana sonríe ampliamente por dentro. Vale que no es a lo que se quiere dedicar el resto de su vida, pero de momento es perfecto para seguir tirando.

  - Muchísimas gracias Mary- contesta, abrazando a su amiga fuertemente.- ¿cuándo nos volveremos a ver?
  - ¿Vas a ver esta noche a Smile?- pregunta Mary. Ella sabe perfectamente que Brian y Roger son sus mejores amigos, y seguro que ella también sabe de su banda de rock. Asiente para contestar a su pregunta-. Perfecto, pues allí nos veremos. Puede que ya sepa algo, porque esta tarde tengo trabajo antes del concierto. Haré todo lo que pueda.

Vuelve a sonreír y a abrazar a Mary antes de seguir comienzo y disfrutando de una conversación con ella que, por primera vez desde hace años, no es a través de un teléfono.

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