Capítulo 2. Preguntas.

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Su avión aterriza en Londres sobre las seis menos cuarto de la tarde. Una vez que ha cogido su maleta y confirma que no olvida nada, sale rápidamente hacia el exterior y prácticamente se abalanza sobre el primer taxi que ve libre, dándole la dirección de su primera parada: la casa de sus padres.

Ella se va a instalar en un pequeño apartamento que le consiguió una amiga de su madre, ya que lo que ahora quiere es un poco de independencia y, de momento, no se puede permitir algo más que un pequeño estudio; pero lo primero que quiere hacer antes de instalarse es saludar a sus padres y hermanos.

Una vez que ya está en camino, apoya su cabeza en la ventana, observando el paisaje que va pasando ante sus ojos con nostalgia y alegría por encontrarse allí de nuevo. Durante el trayecto, tampoco deja de pensar cómo será el reencuentro con sus mejores amigos, especialmente con Roger.

Una semana antes de irse a vivir a Estados Unidos, sus amigos y ella salieron una noche a cenar y más tarde a un club para bailar y disfrutar antes de separarse. Al final de esa noche solo quedaban ella y Roger bailando en ese club (ya que Brian decidió irse antes porque estaba cansado) y acabaron en la casa del chico de madrugada. Comenzaron teniendo una charla de amigos en su sofá y cada vez estaban más cerca el uno del otro, hasta que al final pasó algo que nunca se habrían imaginado: se acostaron.

Al día siguiente hablaron, y llegaron a la conclusión de que no había porque preocuparse por eso; a ambos les apetecía en ese momento hacerlo, y el alcohol había ayudado a que sucediera. Roger y ella siempre habían tenido una actitud abierta sobre el mantener relaciones con otras personas; mientras Brian es algo más "romántico", ella y su otro amigo lo ven desde un punto de vista más práctico, y no le encuentran nada de malo a acostarse con alguien una noche siempre y cuando tengan ganas (pero Roger, desde el punto de vista de Dana, potencia más esa faceta que ella).

La semana que quedaba antes de que Dana tuviera que irse fue como siempre, no cambiaron el trato el uno con el otro, y eso a ella le produjo alivio al ver que todo seguiría igual. Sin embargo, estando ya en el extranjero, se dio cuenta de que no iba a ser del todo así.

Cuando llamaba a casa de sus amigos (que cuando empezaron la universidad se mudaron juntos) normalmente cogía Brian el teléfono, muy pocas veces era Roger el que contestaba, y aunque ella ha mantenido el contacto como ha podido con él y no se ha perdido detalle de la vida de ninguno, a Dana le molestó ver que su amigo no ponía el mismo interés en ella como lo hacía Brian; entonces empezó que replantearse si había hecho bien acostándose con él, si a lo mejor su amistad se habría estropeado por eso... no tenía ni idea. Ella siguió su vida con sus amigos nuevos, algunos chicos con los que salió, hablando con Roger cuando era posible e intentando no disgustarse mucho cuando no estaba "disponible". Aún así, una de sus grandes incógnitas durante su viaje fue si todo sería igual que antes o tendría que pagar un precio por lo que ocurrió.
Para su suerte, no tendrá que esperar mucho: el taxi acaba de para delante de la casa de sus padres. Dana se baja tras pagar al taxista y camina con emoción los pocos pasos que le separan de la puerta. Sin poder contener su sonrisa, llama al timbre y espera impaciente a que le abran.
Escucha pasos al otro lado de la puerta, y su emoción aumenta según nota que están más cerca. Al ver como el picaporte empieza a girar y la puerta se abre poco a poco, empieza a toquetearse el pelo nerviosa hasta que finalmente ve la figura de su padre al otro lado, que tampoco puede evitar una gran sonrisa cuando la ve parada en la puerta.

- ¡Dana ha llegado!- grita hacia el interior de la casa, antes de abrir sus brazos. Su hija no lo duda ni un momento más y se lanza a recibir el abrazo de su padre.

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