Capítulo 43. These are the days of our lives.

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Enero de 1992

Es un sábado bastante soleado en Londres. La luz entra por la ventana iluminando intensamente la sala de estar en la que ahora mismo Dana revisa unos papeles del trabajo, mientras que Roger está en el sofá.

Cuando este se levanta para salir de la sala, por la puerta entra Hazel sosteniendo un papel entre las manos. Su padre lo coge con curiosidad y empieza a asentir, satisfecho.

  - Es muy bonito, Hazel- comenta él mientras acaricia la cabellera rubia de su hija. Esta empieza a negar con la cabeza y de un salto le arrebata el dibujo de las manos.
  - ¡Aún no he acabado! No sé de que color pintar la casa...- explica la niña con expresión preocupada.

Roger parece reflexionar sobre eso durante varios segundos para finalmente decirle algo a la niña, que le mira impaciente.

  - Verde.
  - Pero es que también me gusta el rojo...
  - Hazla de rayas con los dos colores- propone Dana, que desde la mesa escucha toda la conversación.

Hazel mira a su madre con admiración por no habérsele ocurrido eso a ella y vuelve a salir corriendo a su habitación, y Roger también mira a su esposa sonriendo y le guiña un ojo antes de salir por la puerta.

Finalmente, Roger y Dana se casaron al verano siguiente de que el batería le pidiera matrimonio. Aunque fue una boda bastante íntima, estuvieron invitadas las personas que debían estarlo y disfrutaron de ese día como de ningún otro; ambos están muy felices de estar al fin casados y, después de su boda, no tardó en llegar otro pequeño a la casa.

En esa ocasión vino un niño también rubio al que llamaron Ben, y la pareja está entusiasmada con la familia que poco a poco van formando. El niño tiene ahora casi tres años, y su hermana Hazel ya ronda los seis.

En ese momento, la soledad de Dana en la sala de estar se ve interrumpida por los pasos a trompicones de Ben, que se dirige rápidamente hacia su madre. Esta deja lo que está haciendo para coger al pequeño y subirlo sobre sus piernas.

- Me aburro- dice directamente el niño nada más mirar a su madre, y esta ríe ante su rápida respuesta sin pregunta
- ¿Qué quieres hacer?¿Quieres jugar a algo?- le pregunta Dana mientras acaricia su pequeña espalda. Entonces, Ben sonríe pícaramente y pasa a mirar a su madre con algo de cautela.
- Quiero el coche.

Ella sabe perfectamente a lo que se refiere el niño, y se muerde el labio ligeramente ante su petición.

El pequeño coche que Freddie le regaló a Hazel hace años aún está en la habitación de los niños, y al pequeño le fascina jugar con él; pero, tras darse varios golpes contra las paredes al ir muy bruscamente y sin cuidado, Dana y Roger limitaron los momentos de jugar con el coche a cuando alguien pudiera controlar al niño.

En ese momento, Hazel entra en la sala y su madre ve la oportunidad.

- Cariño, ven un momento- la niña se acerca rápidamente junto a su madre y su hermano y escucha con atención-. Ben quiere jugar con el coche, ¿Puedes ir tú con él? Así nos aseguramos de que no hayan...accidentes.

Hazel asiente varias veces sin bacilar e inmediatamente ayuda a su hermano a bajar de las piernas de su madre, para cogerle de la mano e ir a la habitación a por el coche; antes de que se vayan, Dana le guiña un ojo a su hija y esta se lo devuelve con una sonrisa cómplice.

La niña ha ayudado mucho a su madre desde que nació Ben, ya que Dana le explicó que su hermano pequeño necesitaría más atención por ser más pequeño, y ella le entendió perfectamente; nunca tuvo rabietas o celos, y juega con su hermano y le cuida siempre que está con él.

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