Máx.
《Querido diario:
Cuando era chico le tenía miedo a 3 cosas: a los payasos, a las cucarachas y a enamorarme.
Digamos que las películas y libros me habían traumatizado de alguna manera, o al menos esa era mi teoría y la única explicación lógica. No veía por qué la gente se ponía en pareja para siempre terminar sufriendo. Siempre amores no correspondidos o terceros en discordia. Me parecía una absoluta perdida de tiempo.
Por esto, desde muy pequeño, había decidido seguir los pasos de Milán.
Mi hermano mayor, cuando él tenía diecinueve y yo catorce, vivía trayendo diferentes chicas a la casa todos los días. Y como compartíamos cuarto yo tenía que quedarme afuera un par de horas. Cuando le pregunté, inocentemente, si volvía a contactar a alguna de esas chicas, él me respondía que no era así como funcionaban las cosas. Fue Milán el que me dijo que nunca debía enamorarme o me lastimarían; sufriría y me harían llorar semanas enteras.
Nunca le pregunté, pero en el fondo sé que eso es lo que le hicieron a él.
Claro que todo eso cambió cuando se fue a la universidad y conoció a su actual novia.》Soy el estúpido número uno del mundo.
¿En qué momento mi tonto cerebro decidió que era buena idea hacer aquello?
Ilusionarlo más a él.
Confundirme más a mí.
Dejar que entre aun más en mi corazón.
—No has tocado tu hamburguesa. —la voz de Emma me hace levantar la vista del plato.
Estábamos almorzando juntos; luego de que la fiesta terminó Emma me pidió que la llevara a casa. Por suerte no volví a cruzarme a Dante o estaba seguro de que no detendría mis golpes; ni tampoco quería ver a Chester en un tiempo. Tenía que dejar descansar mis pensamientos. Estaba muy confundido.
Cuando llegamos a la casa de Emma me convenció (prácticamente obligó) a que me quedara a dormir con ella. Y lo próximo que supe es que estaba almorzando con mi novia en una cafetería cerca de su colegio.
—No tengo hambre. —respondo distraído.
Su pierna roza la mía por debajo de la mesa. Me aparto instintivamente. A ella se le borra la sonrisa.
—Brett me dijo para reunirnos, debo irme. —mentira, pero necesitaba salir de allí. No sé si necesito estar solo, dormir, hablar con alguien o simplemente ir a buscar a Reineck menor.
—Oh... —baja la mirada mientras yo dejo el dinero en la mesa y tomo mi campera y casco—. ¿Quieres salir este fin de semana?
Me acerco a ella, le levanto el mentón y la beso.
—Te aviso por mensaje, ¿vale?
Salgo del lugar y la campanita de la puerta suena detrás mío. Me coloco la campera y el casco, tomo mi móvil y tecleo.
ESTÁS LEYENDO
Red.
Romance¿Y si te enamorases sin querer del chico del bando enemigo? ¿Qué harías? Porque Max Gallant no tiene la más mínima idea. 《4to libro de la saga Rainbow》