Capitulo 12: La última vez.

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Max

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Max.

《Querido diario:
He decepcionado a más personas de las que puedo contar.
Siempre tomo decisiones estúpidas y egocéntricas que terminan afectando a los demás sin que me dé cuenta hasta que es demasiado tarde.
Pasó con mucha gente a lo largo de mi vida.
Pasó con mamá y papá cuando se enteraron del negocio en el que trabajo. Al igual que con Milán. Bueno, siempre fui una decepción para mi hermano. Incluso antes de nacer me odiaba, odiaba la idea que tenía de mí.
¿Para qué enamorarme si voy a terminar lastimando a la otra persona? Como siempre.》

"Estoy aquí."

Su mensaje llega a las 21:30 p.m., justo cuando termino de escribir la entrada en mi diario.

Quedamos de vernos en mi casa, aprovechando que mis padres estaban cenando con unos amigos suyos; me pase toda la tarde ordenando y limpiando como si Chester viniera por primera vez. Estaba estúpidamente nervioso. Ni que fuera un adolescente en su primera vez.

Esta noche era la primera que nos veíamos desde el accidente, pero no era por eso que me encontraba sumamente nervioso. No.

Es porque esta noche voy a engañarlo, mentirle, traicionarlo. Nada diferente de lo que solía hacer al principio, la diferencia es que ahora reconocía mis sentimientos por él. La culpa me carcome incluso antes de haber hecho algo.

Me coloco la campera y tomo mis llaves para ir a encuentro de Chester.

Salgo casi corriendo, recorro la calle a paso rápido, viendo el vaho salir de mi boca; el frío había comenzado a hacer efecto y yo estaba temblando.

Doblo en la esquina y lo veo allí parada junto a un kiosko que está cerrando sus persianas; mira hacia todos lados, quizás temiendo cruzarse a alguien conocido. Lleva un pantalón de jean oscuro y una bufanda enroscada en su cuello, se me hace raro verlo sin su característica campera de Dark Bood, pero la que lleva puesta tampoco le queda mal. Nada le queda mal. 

Respiro hondo, sintiendo el frío aire quemar mi interior, antes de acercarme y que me note.

—Hey... —dice, cuando sus ojos se posan sobre mí. Una sonrisa de oreja a oreja de su parte me hace querer mandar todo a la mierda y escaparme con él, donde estemos solos para siempre.

—Hey, mocoso. —le sonrío inevitablemente.

No lo veía hace tiempo y parece que su aspecto funcionaba como acelerador de mis latidos.

Mira hacia ambos lados, cerciorándose de que no hay nadie más que nosotros en la oscura y fría calle, y luego se acerca hasta mi boca.

El frío desapareció, parecía pleno verano en su boca. Lo rodeo con mis brazos y él hace lo mismo, es como si estuviésemos pegados con pegamento. Nos apretamos hasta estar más cerca del otro, más y más juntos nuestros cuerpos.

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