¿Y si te enamorases sin querer del chico del bando enemigo?
¿Qué harías?
Porque Max Gallant no tiene la más mínima idea.
《4to libro de la saga Rainbow》
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Jackson.
—¿Se siente bien eso?
Sus dedos arañan las sábanas y su cadera se balancea contra la mía.
La músculos de la espalda de Brett se marcan por debajo de la tinta de su tatuaje. Se estremece, se tensa, se contraen. Todo por mi culpa.
Sus cabellos verdes se mezclan con las sabanas color blanco.
Sus dulces gemidos me llegan hasta los oídos y me hacen apretar las manos en su cadera.
Acelero mis movimientos para al fin alcanzar el éxtasis. Lo que ambos queremos, necesitamos.
Nuestras respiraciones tardan unos minutos en ralentizarse y volver a estar en una frecuencia aceptable.
Llevábamos viviendo juntos unos días. Todo marchaba de maravilla, el problema es que aún no había desempacado mis cosas. Cada vez que me disponía a abrir mi maleta llena de ropa, acabábamos en esta situación: sus piernas desnudas rozando las mías, y su aliento haciéndome cosquillas en el cuello.
—¿Qué haces hoy? ¿Quieres que almorcemos juntos? —pregunta, alza su rostro y une aquellos lindos ojos azules con los míos.
Me remuevo y lo aprieto contra mi piel. Él me muerde el brazo cariñosamente.
—Mmm... No puedo... —digo sin explayarme más que eso, rogando que no pregunte.
Se levanta sobre un codo y me mira, tiene el cabello totalmente despeinado y un brillo en donde sea que lo mires. Me sonrojo. Su belleza e imponencia me sigue impresionando a pesar del paso del tiempo.
—Quedé con unos amigos para almorzar.
—¿Tienes amigos? —pregunta, medio serio, medio bromeando. Yo golpeo su brazo—. ¿Vas con Allen?
—No. —tal vez debería haber armado una coartada con Allen.
—¿Elliot?
—Tampoco.
Se queda pensativo unos segundos.
—Pues esos son todos los amigos tuyos que conozco.
Me levanto de la cama luego de besarlo, dejándolo con la duda. Voy hacia la ducha, recogiendo lo primero de ropa limpia que encuentro.
Mientras dejo que el agua caliente corra por mi cuerpo, evalúo mis futuras acciones en medio del vapor del baño. Mi vista fija en el azulejo empañado de la pared, y mi conciencia totalmente intranquila por mentirle a Brett.
No existe tal almuerzo con amigos. Bueno, el almuerzo sí existe pero no con nadie que Brett quiere que vea.
Cierro el grifo y me seco y cambio rápidamente.
Cuando salgo, lo primero que veo al abrir la puerta es a Brett cruzado de brazos, mirándome. Me detengo en seco.