Capítulo 10: Cúrame a besos.

6K 527 165
                                    

Chester

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Chester.

Se me detiene el corazón y casi dejo caer la copa de champagne.

Rezo por esconder bien lo que en realidad está pasando en mi interior.

Mi cabeza es un torbellino de imágenes; las llamadas perdidas, los mensajes sin responder, su ultimo mensaje. Quizá es una simple casualidad. Tiene que serlo.

No soportaria que algo le haya pasado a Max.

Debo fingir una media hora más antes de disculparme y correr hacia mi cuarto. Necesito pensar con claridad.

Dejo un centenar de mensajes más en el chat de Max, una vez estoy solo en mi habitación. Cierro la puerta con llave y marco su número.

No contesta.

Empiezo a caminar impaciente por todo el cuarto, con un mal presentimiento instalándose en mi pecho. Me trago las lágrimas y pienso.

Llamo a Dante.

Contesta luego del quinto tono, y de fondo se oye música electrónica. ¿Atropeyó a alguien, quizás mató, y está de fiesta?

"—¿Qué quieres?"

Escucho su voz.

—Hey... Padre me contó las novedades... —ruego porque el temblor en mi voz no llegue hasta sus oídos.

"—¡Sí! Al fin nos deshicimos de uno!"

Los latidos de mi corazón aumentan la frecuencia.

—¡Qué bien! —qué malo soy fingiendo—. ¿Quién fue el afortunado?

Doy vueltas y vueltas por toda la habitación esperando impaciente su respuesta, pero parece que mi hermano se ha puesto a hablar con otra persona.

"—¡Oh, sí! El idiota aquel que me golpeó en la fiesta. Esta fue mi venganza, el maldito me destrozó el auto con su motocicleta."

Se me cae el móvil de las manos.

Se me detiene la respiración y dejo de pensar.

Me recuesto mientras siento lágrimas calientes en mis mejillas y ardor en mi garganta y en mi corazón.

No sé cuánto tiempo estoy así. Pero lo último que recuerdo antes de dormirme es que la música de la fiesta de mi padre se extinguió y la luz del sol comenzó a invadir mi habitación.

Me levanto al mediodía. Siento los ojos hinchados y me duele la cabeza, aunque nada de eso se compara al vacío que sentía en mi interior.

Arrastro los pies cansado hacia la ducha, pero antes de que llegue a desnudarme un mensaje llega a mi teléfono.

Pienso seriamente en ignorarlo, no quería saber nada de nadie, ni pensar en nada; solo quería que el agua de la ducha arrastre consigo todo el dolor que llevaba dentro.

Red. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora