Capítulo 23: La cruda verdad.

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Brett

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Brett.

—¡No seas terco! —exclama.

—Puedo solo. Déjame caminar por mi cuenta, Jackson.

Me suelta y no doy ni dos pasos que, pierdo el equilibrio por el dolor y me caigo.

—Imbecil. —se le escapa.

Me ayuda a recostarme en la cama.

—Te escuché, niño. —lo miro divertido—. No tienes idea cómo te castigaría si no estuviera en este estado.

Sonrío y veo cómo se sonroja.

—Pues lo estás. Así que te aguantas.

Me recuesto y lo miro con los brazos detrás de mi cabeza. Una sonrisa se forma en mis labios mientras observo sus movimientos.

—Iré a ducharme, ¿puedo dejarte solo? —pregunta quitándose la remera delante de mí. Quizás provocándome un poco.

Odiaba estar herido. Si no fuera por mi condición, Jackson estaría con la mejilla contra las sábanas.

Mis ojos viajan por su cuerpo.

—Me gusta que ya estés entrando en confianza y te sientas como en casa. —digo.

Se da cuenta que ni siquiera preguntó si podía usar mi baño. Se sonroja y baja la mirada.

—Oh, lo siento. ¿Puedo usar tu baño? —sube la vista avergonzado y yo quiero besarle entero.

Estoy a punto de soltar una carcajada.

—Claro que sí, tonto. Aunque me gustaría acompañarte. —le guiño el ojo y Jackson me ignora.

Sale del cuarto y escucho, segundos después, la ducha prenderse. Miro mi vendaje en la pierna pensativo.

Desde que  vivía solo me daba miedo estar en aquella mansión tan grande y solitaria. Por suerte, Jackson pasaba más tiempo aquí que en su casa con su familia. Y ahora que estábamos bien...

Un sonido me llama la atención. Es un mensaje en el teléfono de Jackson, el cual descansa sobre el cobertor de la cama, a tan solo centímetros de mí.

La pantalla brilla y me tienta.

No debería.

¿Pero y si es algo urgente?

Agudizo el oído. La ducha sigue haciendo eco en las paredes vacías de la mansión.

Me siento, con una mueca de dolor en mi rostro, y tomo el móvil.

Lo doy vuelta varias veces entre mis manos y, justo cuando me decido a dejarlo a un lado, otro mensaje llega.

Un contacto bajo el nombre de "Asher" ilumina la pantalla. La intriga me puede más que todo.

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