Chester.
Mi respuesta fue un diez.
Quería que aquella absurda batalla entre bandos se acabara de una vez.
Quería empezar a vivir mi vida... bien, feliz, como Max y yo queremos. Sin interrupciones ni miedo a que le pase algo al otro.
Así que, cuando quise darme cuenta, estaba trabajando con los Dark Shadows. No es que sea uno de ellos, pero era como si fuéramos amigos de toda la vida. No sabía si me trataban bien porque sabían de mi relación con Max, o porque querían sacarme información para derrotar de una vez al grupo de mi padre.
En estos días he vivido con Brett y Jackson. Y Max, aunque decía que seguía viviendo en casa de sus padres, pasaba más tiempo conmigo que con sus progenitores.
Todo iba de maravilla. Y a medida que pasaba el tiempo me di cuenta que alejarme de la casa de mi padre, y de todo ese mundo, era lo mejor que me podía pasar. Lo único que extrañaba era a Dante.
—¿Podría contar esta como nuestra primera cita?
La voz de Max me saca de mi mente.
Lo observo tendiéndome el casco y jugueteando con las llaves de la moto en la otra mano.
Me quedo unos segundos más de los necesarios mirando sus ojos. Me encanta.
—¿Hola? —vuelve a llamar mi atención. Esta vez acepto el casco—. Estás muy distraído hoy...
Distraído no era la palabra. Feliz, sí, esa le cuadraba mejor a mi situación.
Él se sube a la motocicleta y enciende el motor.
Es cierto, esta podía contar como nuestra primera cita real.
Habíamos planeado un día alejados de Max y Chester. Es decir, de nuestras rutinas, nuestras vidas aburridas.
Decidí que hoy iba a ser mi último día libre antes de comenzar a buscar trabajo. Trabajo legal, claro.
Aunque me costaba verme con un trabajo normal, ¿yo atendiendo en un café o vendiendo ropa? No podía imaginarme a mí mismo.Me subo en la parte de atrás y el acelera sobre el asfalto. El frío estaba comenzando a irse y el sol quemaba sobre la carretera. Los pájaros cantan felices desde sus árboles y todo tenía un sabor a verano. Demasiado irreal.
El plan era pasar la tarde en el bosque y luego quedarnos a acampar. Nunca había dormido a la intemperie y tenía que reconocer que estaba ansioso. No solo por lo mágico que ya era el bosque sino porque solo íbamos a ser Max y yo. Solos y sin interrupciones.
Tardamos cerca de una hora y media en llegar a nuestro destino. En cuanto puse un pie en tierra firme sentía que se me acalambraban las piernas.
—Odio esa moto... —murmuro pero Max me escucha.
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Red.
Romance¿Y si te enamorases sin querer del chico del bando enemigo? ¿Qué harías? Porque Max Gallant no tiene la más mínima idea. 《4to libro de la saga Rainbow》