Capítulo 1: Por conveniencia

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El rojo siempre merodeó alrededor de mi, esperando atacarme, esperando que me rinda y recurra a sangrar por el dolor de seguir viva. Pero nunca le hice caso, por más ahogada que estuviera y más podrida por dentro, mis esperanzas continuaban asechándolo, demostrándole que mis demonios jamás serían mi perdición.

No puedo decir que comenzar la facultad no me emocionara, al fin me dedicaría a lo que me gusta, o a lo que me conviene. Mi abuelo quiere que sea la heredera de su fortuna, de la empresa que tanto trabajo nos costó criar. Yo lo ayudaba de pequeña, siempre me educó para poder arreglármelas por mi cuenta si él un día ya no estaba. Ese día no ha llegado pero me temo que el cáncer pronto lo hará llegar.

No tiene mucho tiempo y sé que intenta no preocuparme, pero sé que él pronto no estará, y mi padre no querrá hacerse cargo de esa empresa, siendo que no quiere tener un mínimo contacto conmigo desde la muerte de mi madre. Siempre me ha considerado la culpable de todo lo que pasó con ella, tal vez sí la maté al nacer pero jamás fue mi intención. Mi hermano se ha encargado de que yo supere el trauma a todos los ataques verbales y físicos de mi padre, al igual que mi abuelo, pero sé que un día Michael no podrá estar conmigo ya que heredará la empresa de mi padre, casi tan poderosa como la de mi abuelo.

Por esto y mucho más me conviene estar en esta carrera, ser administrador de empresas no es muy fácil si no tienes casi ni apoyo, pero me siento preparada para tomar el control de Salvador Enterprise Inc. Llevo entrenando desde los catorce para estar preparada a la hora de estar sola.

-¿Mía?- sentada en la oficina del director de la universidad, un hombre aparece por la puerta con una sonrisa bastante carismática- Mía Sophia Salvador ¿Verdad?

-Sí, así es, soy yo, señor...- me paro nerviosamente pero el me tranquiliza palmeando mi espalda y dándome su mano para que la estreche.

-Louis Damon, siéntese, le daré sus horarios y podrá empezar con su día- lo observo buscar en sus papeles mientras que murmura cosas sin sentido.

Me dedico a mirar las vitrinas a sus costados, dos trofeos importantes se muestran en ellas al principio de toda la estantería, una parece de un campeonato de futbol americano y otro de uno de bailarines. Hay medallas que parecen haber sido otorgadas por el campeón a la universidad para alardear de sus logros, mientras que en otra pared parecen haber antiguos estudiantes plasmados en fotos ahora viejas y en colores como el blanco, negro y marrón.

La verdad es una universidad como cualquier otra, solo que para ricachones como lo es mi abuelo, quien por cierto, ha estudiado dentro de estas instalaciones. Sin embargo yo, con mi pelo color rojo en las puntas, atado en un moño totalmente desprolijo, mi vestido de ninguna marca en específico con una tela que se asemeja a la de un deportivo, encima color gris y con capucha, mis botas de tacón que me hacen ver como si fuera poderosa y tuviera el mundo bajo mis pies pero sin embargo no tengo que ver con nada de eso cuando camino en ellas. No pego en este mundo.

No inspiro seguridad con mis botas hasta la rodilla y de tacón, o sin ellas, soy una persona introvertida. Pero eso no significa que me deje sobrepasar, mi actitud es así pero por dentro soy una fiera y cuando se meten conmigo sé cómo defenderme y sé que eso será mi salvavidas.

-¡Aquí!- me sobresalto con el grito del director.- Bien pues entonces tu habitación es la 604, ala sur. Pero ya llamé a uno de los roñosos para que venga a ayudarte.

Me sonríe pero yo me quedo pensando en la palabra "roñosos", como si eso pudiera existir en este mundo de perfección impoluta. Y sin embargo diez minutos después alguien toca la puerta.

-Si es Jackson Evanlain que pase- anuncia el director y Jackson Evanlain se hace presente abriendo la puerta con gracia y agilidad.

OXÍGENO PARA MÍ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora