Capítulo 11: Extraño

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Ares no se corta al acercarse a mi y tomarme en sus brazos, para luego acercar tanto su rostro que puedo ver los distintos tipos de azules que conforman sus maravillosos ojos, apoya su frente en la mía y me mira tan fijamente que me siento hasta incómoda por unos momentos. Momentos de pura inseguridad, donde pienso en el montón de posibilidades que existen para justificar su mirada, desde que tengo mugre en la cara hasta que tenga algo en la nariz. 

Ridícula.

Lo soy, y debería estar orgullosa pero no es el caso...

Él sonríe y cierra finalmente sus ojos y aquellos faros azules quedan ocultos por sus párpados  y pestañas que parecen hasta mejores que las mías. El agua a nuestro alrededor se vuelve calma, como si todo se detuviera para mirarnos, siento como moja mi vestido y luego se retira y vuelve a querer empaparlo con su oscuridad. Las flores que decoran el mismo ahora caen pareciendo exhaustas de tanto remojo y se pegan a mi piel, como si fuera parte de mi, estoy tan segura de que si abriera los ojos vería perfectamente la forma de la pequeña braga de encaje.

—Deja de pensar tanto, creo que puedo escuchar a tu linda mentecita volverse loca.

—Cállate— murmuro y poso mis brazo en su pecho, intentando obtener un poco de espacio para pensar, pero él me pega más aún a su cuerpo.

—¿Tienes miedo?— susurra en mi oído, su respiración choca contra mi cuello y eso solo logra ponerme aún más nerviosa de lo que ya estaba.

Te comportas como una niñita santurrona y virgen.

Mis pensamientos no me dejan tranquila, y pienso que debería dejar de temblar y actuar de una vez por todas. Si tengo ganas de besarlo ¿Por qué no hacerlo?... Ya me parezco a Kyline. Siento como toquetea mis piernas y en un momento estoy rodeando sus caderas, mi vestido arrugándose en mi cintura, peligrosamente, pero él no mira, solo me sonríe y comienza a acercar su cara nuevamente a la mía. 

El mensaje está claro, va besarme, sus labios se mueven hacia mi boca, y lo noto mirar mis labios unas cuantas veces antes de... besar una de mis mejillas... ¿¡Qué!? 

Lo miro y Ares parece orgulloso de su azaña, mientras que yo tengo las mejillas coloradas, y por su cercanía, se que las ha notado. Genial. He sido ridiculizada. Empujo con mis brazos contra su pecho, y me bajo, apartándolo de mi,  y deseando irme.

—Ey, espera— pero yo ya camino hacia la playa, murmurando estupideces sin sentido que incluyen palabrotas en todas las palabras.

—Olvídame, solo... llévame a casa ¿Quieres?— exclamo sobre mi hombro mientras evado los pequeños palitos de la arena.

Pero justo cuando voy a tomar mis zapatos, Ares me toma del brazo con delicadeza pero lo suficientemente fuerte como para voltearme y hacer que me estrelle justo contra su pecho nuevamente, con suavidad. Lo siguiente que siento es su mano en mi cabello, luego en mi nuca, inclina mi cabeza hacia arriba y se acerca violentamente a mis labios, estampando los suyos justo en ese momento. 

Es violento, pero no me desagrada, su mano en mi cintura me empuja lo más que puede contra él y la otra baja al mismo sitio para abrazarme. Muerde mi labio inferior y chupa la parte más cercana a las comisuras, su lengua hace contacto con la mía y eso parece gustarle aún más. El beso de pronto es más suave y su lentitud también me agrada de sobremanera, parece delicado, dando pequeños mordiscos en ambos labios y luego pasando su lengua, para volver a encontrarse con la mía.

Sus manos se mueven un poco, y mis nervios afloran nuevamente, la vez pasada sus manos se habían pasado de la raya, y no es que nunca me hayan tocado de esa manera. Después de todo parece estar en el manual del beso, tocar el trasero de la chica no es gran cosa a estas alturas. Eso hace. Pero, sorpresivamente, su toque es delicado, como si tuviera todo el tiempo del mundo para tocarme, sube por mi espalda y acaricia la espina dorsal con los dedos de una de sus manos, mientras la otra acaricia el inicio de mi muslo.

OXÍGENO PARA MÍ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora