Harry Potter vendría a Hogwarts. Él vendría pronto: solo a unas cuantas páginas del calendario en el laboratorio de Severus Snape.
Snape tendría el resto de Julio, donde prepararía la lista de pociones para la enfermería de Poppy. Después tendría agosto, su último mes de bendita libertad para terminar proyectos privados antes de la llegada de los cabezas de chorlito. Entonces el último vástago de esa podrida estirpe se pasearía arrogante por los pasillos de lo que había sido el paraíso y prisión de Snape durante tantos tranquilos años.
El fulmino con la mirada al calendario, resintiéndolo. Con una claridad de pesadilla se imaginó a James Potter, con una snitch en la mano, enseñoreándose sobre una nueva generación, sonriéndole sarcásticamente desde el último escritorio, esperando la oportunidad de humillarlo una vez más. Vivir tras la miseria de sus años de estudiante habían sido suficientes: ahora tendría que revivirlos, cada miserable día. Habían sido siete años de infierno. Él le había planteado la posibilidad de un año sabático a Albus, y había sido rehusado con una sonrisa y una docena de buenas razones.
Inquieto, apagó el fuego de la poción que estaba preparando, y la puso en estasis. Estaba muy distraído para trabajar en estos momentos. Harry Potter vendría a Hogwarts, y Snape podría conseguir con más facilidad controlar el clima que prevenir la catástrofe que se aproximaba.
Todos los demás estaban agitados por la emoción. Susurros sobre el Niño-Que-Vivió recorrían los pasillos. Y no solo eran sus colegas: incluso los fantasmas cuchicheaban discretamente. Inclusos los retratos estaban extrañamente activos, esperando al joven héroe.
Subiendo las escaleras y siguiendo por un pasillo, Snape le frunció el ceño a las peores, un puñado de brujas que siempre celebraban Beltane. Una de ellas, con una sensual y voluptuosa cabellera de fuego, siempre le hacía ojitos cuando pasaba. Hoy le lanzó un amoroso beso. Él no respondió, y se enfureció al escuchar sus comentarios sobre su debilidad por las pelirrojas.
Minerva estaba trabajando en las cartas de Hogwarts hoy. Ella se lo había comentado en el desayuno. Al igual que él, ella no pasaba todo el verano en la escuela, sino que iba y venía cuando su deber lo demandaba. No como Sprout, absorta en sus jardines todo el tiempo. No, Minerva sólo había vuelto por las cartas.
Ella había trabajado un sistema que le había resultado muy útil por años. Obviamente, ella no escribía cada carta personalmente, sino que la Pluma de Hogwarts las producía en masa a partir de una plantilla. Todas las aves de la lechucería estaban cerca, listas para entregar las cartas a través de toda Gran Bretaña.
Pese a todo, él pensó que ella se veía agotada, después que tocó la puerta y fue invitado a pasar a la oficina. Pese a que ella era meticulosa, las cartas se resistían a la organización: el pergamino volaba por todos lados, doblándose, volando hasta los sellos. Tinta verde y cera púrpura caían al piso dejándolo manchado, pese a todos los esfuerzos de los elfos domésticos.
Ella lo miró fijamente—¿Vienes a hacer algo útil? —.
—Espero que no—Gruñó el—Ya me he hecho lo suficientemente útil en las mazmorras. Me van a crecer huesos extras por todo el Skele-Gro que he preparado—.
—Pobrecito—Dijo ella, totalmente sin compasión, atrapando el último pergamino que había escrito la Pluma, y enviándolo en la dirección correcta—Pluma caprichosa. A veces me pregunto si la pluma no quiere que vengan los niños—.
Snape tomo asiento en una silla cercana—Pienso en uno de esos mocosos que preferiría que no viniera—.
Ella apretó los labios en reproche—Contrólate, Severus. Es solo un niño—.
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The Best Revenge - Arsinoe De Blassenville
FanfictionLa Mejor Venganza / Autor original: Arsinoe De Blassenville / Traductor: Fadamaja ~Disclaimer: Los personajes son propiedad y autoría de JK Rowling y WB. Resumen: La típica historia de como Snape va a buscar a Harry donde los Dursley. Todo cambia, p...