Capítulo 04

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El niño lo estaba esperando. Al ver a Snape salir de la residencia de los Dursley los ojos verdes se iluminaron, y Snape recibió una gran sonrisa a manera de saludo.

—¡De verdad se enfrentó a ella! ¡Usted no debe temerle a nada! —.

Snape no podía suprimir la oportunidad de cortar las alas a un naciente Gryffindor—Un hombre sabio, Sr. Potter, aprende a medir el peligro. El miedo puede ser una herramienta muy útil y no debe ser desestimado. Sin embargo, tu tía es simplemente una muggle, y no supone una posible amenaza para mí—.

—¿Que es un muggle? —Harry entrecerró los ojos, reconociendo la nueva palabra.

—Una persona sin magia, alguien que no es mago o bruja o criatura mágica. La mayoría de los humanos en el mundo son muggles. La población mágica británica es de menos de catorce mil—.

El niño estaba escuchando con atención, ansioso por comprender lo que Snape estaba diciendo. Caminaron amigablemente por la calle, mientras Snape buscaba un lugar discreto para Aparecerse.

¡Allí! Al final de la calle había una esquina discreta, protegida por un muro. A menos que hubiera alguien directamente en la calle, no serían vistos.

>> Acérquese acá un momento, Sr. Potter—Él hizo un gesto hacia el lugar—Me costó bastante encontrarle, pero ahora que ya he estado aquí, siempre seré capaz de llegar por medios mágicos. Vamos a aparecernos al Callejón Diagon, y no queremos que los muggles nos vean—.

El niño no dudo en obedecerlo. Snape estaba muy satisfecho. Él había esperado que el niño fuera arrogante y caprichoso, pero Snape ahora entendía que esté Potter no sería como su padre. No como el rico, adorado James Potter, el largamente esperado único hijo de sus padres. Este niño había sido alumno en la dura escuela de la vida, al igual que Snape. Potter de hecho, podría ser reacio a confiar en los adultos, considerando a sus guardianes, pero su extraña reunión habría disipado cualquier sospecha que el niño tuviera sobre los adultos... o por lo menos sobre Snape.

Ellos se pararon en las sombras. Snape miró a Harry y frunció el ceño. Él no quería que el niño fuera el hazmerreír de nadie, y tampoco quería que lo vieran como un hazmerreír que lo seguía. Esto le recordaba mucho su pasado.

—Sr. Potter, antes de que nos vayamos, creo que debo hacer algo sobre su vestuario—Snape era muy bueno para encantar ropa para que calzara perfectamente. Esos encantamientos habían sido unos de los primeros que había aprendido, cuando ya no pudo soportar más la burla de sus compañeros. Prontamente, la polera azul se encogió para calzar bien en el delgado cuerpo de Harry. Snape noto el cinturón sosteniendo los enormes pantalones.

—Sáquese el cinturón, Sr. Potter. No sería bueno reducir su tamaño con el puesto. Capaz que le corte por la mitad—.

—Qué asco—Murmuró Harry, rápidamente sacándose el viejo y desgastado cinturón de cuero.

Snape se encargó de los pantalones, preocupándose de los detalles que importaban. Las rodillas rasgadas y las manchas difíciles. Snape le dijo a Harry que sostuviera el cinturón, mientras cuidadosamente media la cintura de Harry con sus ojos. El cuero del cinturón fue pulido con un hechizo utilizado para lustrar calzado. Cuando Snape terminó, el niño se veía, si no bien vestido, al menos mucho mejor. Finalmente, Snape lanzó un "Scourgify" al desagradable calzado.

—Me temo que no hay nada más que pueda hacer por el calzado. Eso es un asunto complicado. Es mucho mejor comprar nuevos—.

—¡Pero señor! —El niño protestó con suavidad—¡Todavía no tengo dinero! ¿No tenemos que esperar hasta que el tío Vernon le dé el dinero del gobierno? —.

The Best Revenge - Arsinoe De BlassenvilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora