Capítulo 41

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—¿Te gustaría otra cerveza de mantequilla, Harry? —.

—Er...—Sus modales lucharon brevemente con la codicia, y cayeron derrotados—Si, por favor, Profesora Burbage—.

Era tan rica. Harry se lamió los labios, disfrutando la cálida dulzura de su bebida. Esto era perfecto, decidió.

Las Tres Escobas estaba abarrotado, ruidoso y lleno de humo, pero a Harry le encantó. No había ninguno de los extraños del Caldero Chorreante: este era un lugar alegre, mágico y hogareño. El piso estaba limpio, la madera pulida. La pequeña mesa que compartía con el Profesor Snape y la Profesora Burbage estaba limpia y brillante y estaba cargada con ricas cosas para comer y beber. Un árbol de navidad resplandecía cerca de la chimenea.

De hecho, pensaba que Hogsmeade era en realidad perfecto. Las pequeñas casas de campo con los techos cargados de nieve, eran tan hermosas como las imágenes de las postales. Había interesantes pequeñas tiendas, o no tan pequeñas, como en el caso de Honeydukes, llenas de cosas para mirar, y a veces comprar.

Claro que sus regalos de navidad ya había sido comparados, envueltos, etiquetados y dejados en la Sala Común para ser distribuidos. Los elfos y las lechuzas se encargarían de eso. Aun así, no hacía daño comprar cajitas de los ricos dulces para tener a mano en caso de necesidad. Y si no llegaba a regalárselas a nadie, tendría que comérselas solo, aunque sería una lucha comerse esas hermosas frutitas de mazapán. Quizá las guardaría por un tiempo. El Profesor Snape había encogido sus paquetes, y ahora estaban en su bolsillo.

Otra taza de espumosa cerveza de mantequilla fue puesta frente a él.

—Gracias, Madame Rosmerta—.

Madame Rosmerta tenía una linda cara y todos los magos la miraban, mucho, en especial cuando ella se alejaba. A Harry le gustaron mucho sus zapatos de tacón turquesa.

Todos los magos excepto el Profesor Snape, se dio cuenta Harry. Estaba frunciendo el ceño mientras bebía su taza, sin mirar a la bonita bruja. La Profesora Burbage también lo había notado, y sonrió para sí misma. Harry estaba complacido. Era agradable, estar sólo los tres. Y a la Profesora Burbage le encantaría el regalo que el Profesor Snape estaba haciendo para ella con ayuda de Harry.

—¿Qué opinas de Hogsmeade, Harry? —Preguntó la Profesora Burbage.

—Me gusta mucho—Respondió de inmediato—Es genial. ¿Por qué no todos los magos y brujas viven aquí? No conozco a nadie de la escuela que viva en Hogsmeade—.

—¿En serio? —Le preguntó Snape sorprendido—Veamos: los Flume, los McClaggen, tienen un hijo en Gryffindor, hay un Urquhart en Slytherin. Algunos de los MacNair, una rama de los Macmillan, pero no la familia de tu compañero. Bueno, Harry, supongo que la razón es porque Hogsmeade es un pueblo escocés—.

—Pero tanta gente se queja por vivir cerca de muggles. Si vivieran en Hogsmeade, no los verían, y no tendrían de que quejarse—.

Charity río—¡Quizás esa es la razón! —Ella bebió un poco de su cerveza de mantequilla, y dijo con más seriedad—También hay otras comunidades mágicas Harry. Muchos magos y brujas viven en el Callejón Diagon. ¡De seguro notaste que las edificaciones son de más de un piso! —.

—¿Quiere decir que vive gente arriba? —.

—Si, muchas familias viven sobre sus tiendas. Y mucho del espacio de arriba es ocupado como apartamentos. Yo tuve un apartamento allí por un tiempo después que deje Hogwarts—Ella sonrió extrañamente—Antes de irme con mi familia a Nueva Zelanda—.

Harry pensó en eso. Debería ser genial vivir en el callejón Diagon.

—Y también hay pueblos mixtos—Agregó Snape, pensando con desdén en Godric's Hollow—No estoy seguro de que sea una buena idea, pero magos y brujas han vivido así tanto tiempo que no quieren marcharse, aunque rompen el Decreto de Secreto cada día—.

The Best Revenge - Arsinoe De BlassenvilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora