Capítulo 24

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Para el término de la semana Harry había llegado a la conclusión de que Hogwarts podía ser un lugar muy difícil para los inadaptados.

—¡Pero hice el ensayo! —Hermione Granger estaba casi llorando—¡De verdad lo hice, Profesor Flitwick! Trabajé muy duro. ¡No sé dónde está! —.

En su asiento al lado de Sally en clase de Encantamientos, Harry observo a las chicas Ravenclaw. Dos de ellas, Morag McDougal y Mandy Brocklehurst estaban sonriendo. Se miraron mutuamente, y trataron con fuerza de no largarse a reír. Mandy vio a Harry mirándolas, y se encogió de hombros ligeramente. Él entrecerró los ojos y ella desvió la mirada.

Ayer, Hermione había llegado a desayunar sin su corbata. Una de los prefectas de Hufflepuff le dijo que era una vieja y mala tradición entre las chicas Ravenclaw el esconder las posesiones de las compañeras que no calzaban.

—Dicen que es bueno para su educación-solo otro rompecabezas más para resolver, pero yo lo llamo maldad—Dijo la prefecta con molestia—Las Ravenclaw pueden ser muy crueles—.

—¿No puedes hablar con una prefecta Ravenclaw? —Harry pregunto enojado.

—Esa no es una buena idea—Le dijo ella—Las prefectas Ravenclaw deben saber todo. Las cosas solo se pondrán peores para ella. Tendrá que aprender a manejarse sola, pobrecita—.

—Sería más fácil—Harry dijo con fuerza—Si ella tuviera una idea de donde manejarse. Ella no sabe lo que sucede. Ella no sabe sobre las estúpidas tradiciones Ravenclaw. Ella es criada muggle, como yo. Odio a los bravucones, y eso es matonaje cobarde—.

Ahora estaban escondiendo sus ensayos. Eran un grupito desagradable, y probablemente celosas, también. Los Hufflepuff tradicionalmente tenían clases con las Ravenclaw, y sabían todos sus trucos. Hermione claramente era una chica brillante, y los maestros ya habían notado su talento. Probablemente no le sentaba bien a los demás Ravenclaw, llenos de orgullo en su propia inteligencia, ver que una nacida muggle salida de quien sabe dónde fuera superior a ellos en clases.

—Si yo estuviera en Ravenclaw—Sally le susurro—Probablemente me harían lo mismo—.

Harry asintió. Era un asentimiento que significaba "entiendo lo que sientes" en vez de estar de acuerdo con su declaración. De verdad no creía que las Ravenclaw la tratarían de la misma manera. Después de todo, a Sally le estaba yendo bien en clases, pero ella no se lucía cada día, y el resto de la casa apreciaba el intelecto. Sally era una niña muy bonita y era bastante educada. Harry había notado, incluso en la escuela muggle, que los estudiantes y los maestros favorecían a los que eran físicamente más atractivos. No era justo, y de seguro no tenía nada que ver con la habilidad de estudiante, pero así era. Harry, flacucho, con anteojos, y vestido con harapos, nunca había sido el favorito de los maestros, o había atraído a algunos compañeros para que desafiaran a Dudley y sus matones. Era diferente para él aquí en Hogwarts, pero lo hacía sentirse triste el preguntarse si era solo por sus lentes de contacto, sus ropas finas, y su baúl de piel de dragón.

Incluso cuando Sally hacia cosas en el dormitorio que Hannah y Susan encontraban especialmente extraño como los ejercicios que realizaba durante una hora cada mañana-no ponían peros y eran amigables con ella. Hannah y Susan eran amigas cercanas, pero gradualmente estaban aceptando a la chica nueva. Claro que había confusiones y malos entendidos. Sally no sabía nada del mundo mágico, y Susan y Hannah prácticamente no sabían nada del mundo muggle.

Harry se enfrentaba a problemas similares en su propio dormitorio, cuando él, Ernie y Justin conversaban. Complicando más las cosas, él y Justin venían de diferentes mundos muggle, así que tenían muy poco en común. Debía haber una manera de arreglar las diferencias.

The Best Revenge - Arsinoe De BlassenvilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora