C3: Leah Winfrey.

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Caminé en círculos por el departamento sin entender muy bien qué hacer con tanto tiempo libre. Siempre había estado observando a Nish así que era fácil matar el tiempo, como humanamente decían.

¿Por qué en realidad el tiempo no se puede matar, cierto?

Pero ahora que no podía observarla las veinticuatro horas, comenzaba a desesperarme. ¿Qué se suponía que debería hacer con mi tiempo libre? Realmente no tenía demasiadas opciones.

Entonces como si de una señal se tratara; recordé que aquella mujer pelirroja que impartía la materia de literatura –y que además de todo siempre parecía estar de mal humor, la había visto millones de veces- había dejado deberes así que sin muchas opciones ni ánimos comencé a hacerlos.

¡Concéntrate, Erick! Me reprendí a mí mismo leyendo el libro de pastas azules que se suponía me tenía que ayudar. Lo cierto era que mi cabeza no daba para más y no podía concentrarme en nada.

Cada dos segundos me encontraba a mí mismo rememorando una y otra vez todo lo que había vivido en el día. Y es que todo era tan increíble que me seguía pareciendo no más que un sueño.

Cuarenta minutos después, cuando corroboré que todo estuviera en orden dentro de la mochila y los apuntes estuvieran ordenados de manera decente, caminé hasta mi nueva habitación. Me dejé caer en la cama y de repente me di cuenta que los ojos comenzaban a cerrárseme involuntariamente. Me quité los zapatos y la ropa, me di una ducha y cinco minutos después estaba recostado encima del mullido colchón observando el techo sin demasiado interés.

La vida humana no era tan complicada como parecía, me dije a mi mismo mientras el sueño nuevamente me atacaba. —Lo complicado es el cuerpo humano...

Estaba conduciendo un auto por un sendero flanqueado por enormes pinos. Ni siquiera sabía cómo es que podía conducir. Dentro del auto una canción sonaba de fondo pero no podía asegurar que canción era con exactitud o a que cantante pertenecía. Su voz sonaba demasiado familiar pero no podía recordar su nombre o siquiera su rostro. El ambiente fuera era muy tranquilo y hacía mucho frío, de hecho, creo que podría nevar esa noche. No es que lo pudiera sentir mucho porque mi cuerpo estaba cubierto con un enorme abrigo color azul, casi negro y podía ver el ligero humo que salía de mi boca cada vez que dejaba que el aire saliera. Entonaba alegremente la canción mientras conducía velozmente por aquel casi desierto lugar. El timbre de mi celular comenzó a sonar de repente llenando el aire, lo tomé con una de mis manos y observé la pequeña pantalla donde una foto de una mujer aparecía en ella pero no podía recordar su nombre, quién era o qué tipo de relación tenía con ella. Coloqué el teléfono en el portavasos y miré al frente en silencio, ya no cantaba. El celular comenzó a sonar de nueva cuenta, de reojo observé de nuevo la pantalla y lo volví a ignorar. Fuera quién fuera ella, claramente no tenía ganas de escucharla. La tercera vez que sonó, tomé el celular en mi mano nuevamente y puse la llamada en curso, algo rendido o tal vez demasiado. Pero incluso antes de que yo pudiera decir algo, todo pasó en cuestión de segundos, una luz proveniente de un auto me cegó por completo. ¿No era ilegal en este país conducir con unas luces así de fluorescentes? Parpadeé un poco tratando de que mis ojos se adaptasen a la luz para ver como el auto en cuestión venía en dirección a mí y un momento después un impacto en el pecho me hizo soltar el celular. Un fuerte ruido se escuchó desde el exterior del coche, la tierra se movió un poco y todo se desvaneció a mí alrededor.

Abrí los ojos de golpe y me senté en la cama. Me llevé la mano a la frente y noté una fina capa de sudor. Escudriñé la habitación y observé el despertador en la mesa de noche a un lado de la cama.

¿Cómo le llamaban los humanos a eso? ¿Sueño? ¿Yo había tenido un sueño? Había escuchado un montón de veces a Gabbe y a Aria cuando hablaban de los sueños de sus objetivos. Yo había sido testigo de cuando Nish los tenía, sueños buenos y sueños malos y sabía que la habilidad de soñar era parte de la naturaleza de los humanos pero había dos cuestiones interesantes.

EL ÁNGEL GUARDIÁN|Erick B. Colón.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora