C4: Abrazos e invitaciones.

767 75 24
                                    


Nish.-

Tenía que admitir que mi nuevo vecino era un chico realmente lindo. Una semana antes, cuando Clarence; el portero del edificio, me había comentado que el departamento frente al mío ya había sido alquilado por un momento me había preocupado. Lo menos que quería era volver a tener un nuevo vecino como el señor O'Brien, el antiguo inquilino.

El hombre se la pasaba el día entero pegado a la mirilla de su puerta esperando el momento en que se me ocurriera salir de mi departamento y justo cuando lo hacía, siempre por casualidad el también salía: topándonos casualmente.

Abby me había dicho en más de una ocasión que ese hombre tenía una cara de depravado que casi le llegaba al suelo pero yo no había querido escucharla. Como era mi costumbre. Hasta que claro que un día, cuando su esposa no estaba en casa me había pedido que lo ayudara a darle una sorpresa por su aniversario de bodas, alegando que era de vida o muerte ir hasta a su departamento para ayudarlo. ¡Definitivamente, no!

Los dos siguientes días, los había pasado literalmente encerrada en mi departamento por miedo a topármelo en los pasillos. O peor aún, en el elevador.

Pero esa mañana, cuando había salido de mi departamento y me había topado con Erick Colón, una extraña sensación me había embargado. Una sensación que nunca antes había experimentado y por primera vez en dos años -desde la muerte de mis padres en aquel trágico accidente de coche- me había sentido en paz.

Tal vez eran sus ojos verdes. Eran del verde más bonito que hubiera visto antes, eran como dos esmeraldas. Su cabello era color negro azabache y hacían un contraste perfecto con sus ojos.

¡Dios santísimo, era el chico más guapo que hubiera visto en toda mi vida!

Y por supuesto que Erick Brian Colón era el tipo de chico que definitivamente te quieres topar en los pasillos y mucho mejor, en el elevador.

Yo nunca había sido una persona que creyera mucho en las coincidencias ni nada por el estilo pero el hecho de que mi nuevo vecino también fuera a la misma universidad a la que yo asistía y que además de todo, fuera mi nuevo compañero de clase; me ponía a pensar. Claro que mis dudas se habían evaporado esa misma tarde cuando había cruzado la puerta de la pequeña cafetería en la que yo trabajaba y luego la había declarado como su lugar favorito.

Entonces, sí. Si creía en las coincidencias.

Y por si fuera poco, parecía a que mis amigos les había caído bien. No era que eso me molestara, al contrario, me gustaba. Pero, ¿es que acaso no era extraño que de repente un tipo desconocido irrumpiera así en tu vida? Sobre todo cuando ese mismo extraño no hacía más que ser amable y simpático contigo.

—¿Me estás poniendo atención?—preguntó Abby a mi lado. La miré unos segundos mientras desviaba mi atención de Erick, que parecía a punto de quedarse dormido.

—¿Qué? Si, obvio.

—No me estás poniendo atención.—confirmó mi mejor amiga.

—Estaba pensando—inquirí.—además, estoy cansada.

—Tú siempre estás cansada, Nishdali—me confirmó Noah. Y la verdad, era que mi amigo tenía razón.

—Algunas veces—respondí.

—Creo que deberías dejar de trabajar en esa cafetería. La paga ni siquiera es buena—aconsejó mi amiga. Y era cierto, la paga no era tan buena pero a mí me gustaba estar ahí.

—Necesito el dinero.—murmuré.

—No, no lo necesitas. Isabelle tiene dinero. ¿Fideicomiso? ¿Te suena? Es literalmente tuyo.—me espetó la rubia que se hacía llamar mi mejor amiga.

EL ÁNGEL GUARDIÁN|Erick B. Colón.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora