¡Pero que se creía Erick Brian Colón! pensó Gabriel indignado mientras lo observaba mentirle descaradamente a Gabbe.
Lo peor de todo era que la chica ángel quería muchísimo a Erick y le había creído cada una de las palabras que él le había dicho. Con unas palabras bien escogidas, consiguió que Gabrielle lo ayudara.
Aquel chico era sumamente inteligente, se dijo a sí mismo. Después de todo estaba en su naturaleza.
Todavía podía recordar la primera vez que lo había visto en aquellas camitas para bebés recién nacidos en el hospital. Él bebé más lindo dormía apaciblemente después de que la enfermera lo pusiera cuidadosamente en la incubadora. Cuando el Trono le dijo que se podía marchar; rápidamente se despidió de Gabbe y bajó para ver más de cerca a su nuevo objetivo.
Los ángeles eran seres desapegados, podían convivir un montón de tiempo con los humanos sin crear vínculos afectivos porque así era su naturaleza. Pero en esa ocasión aquel niño le había robado el corazón desde el momento en que él se sentó a su lado y pegó su nariz al vidrio de la incubadora en la que el recién nacido descansaba para contemplarlo mejor.
Era un niño especial. Un niño especial acababa de llegar al mundo. Ese mismo niño tenía una conexión de almas con una niña que aún no nacía. Con el nuevo objetivo de Gabbe, pensó maravillado.
Cuando el niño abrió sus pequeños e inigualables ojos verdes, él arcángel -recién estrenado guardián- no pudo evitar esbozar una gran sonrisa.
Los primeros cinco años de vida de Erick habían sido los más felices de su vida. Hasta que aquel oficial de policía había aparecido en la puerta de su casa para informarle a Cassie -su niñera- que los padres del chico acababan de sufrir un accidente en el que habían muerto instantáneamente. Gabriel levantó la cabeza rápidamente, dejando de lado al niño castaño de ojos esmeralda con el que jugaba con sus bloques de lego de colores.
Él amaba pasar tiempo con Erick, el niño podía verlo y hablar con él, siempre y cuando Cassie no estuviera cerca porque cuando eso pasaba y la chica rubia se percataba que Erbi -como ella solía llamarlo- hablaba con el aire y le pasaba sus juguetes a su amigo rubio imaginario que él alegaba que lo visitaba muy seguido; ella se volvía medio loca.
—Eso tiene que ser un error—decía la chica rubia al alto oficial de piel oscura, el portador de aquella terrible noticia.
—Lamento informarle que no lo es—le dijo el hombre seriamente. El oficial miró en dirección al pequeño Erbi quién seguía jugando con sus legos sin darse cuenta de lo que aquel extraño hombre que se había aparecido en la puerta de su casa le decía a Cassie.
—Los señores Colón no pueden estar muertos—indagó la muchacha con los ojos llenos de lágrimas.
Gabriel miró lleno de lastima a aquella muchacha rubia. Y luego miró a Erick. Quién ya se había percatado que Cass lloraba desconsoladamente. Dejando sus legos de lado, se levantó, miró a Gabriel brevemente y se dirigió al sofá donde la muchacha se había dejado caer con aspecto derrotado.
—¿Por qué lloras, Cass?—preguntó apartando del rostro de la muchacha un mechón de su rubio cabello.
—Oh, Erbi...—susurró ella abrazándolo fuertemente como si quisiese protegerlo.
—Cuando mamá y papá vuelvan le diré a mamá que te preparé una taza de chocolate caliente—hizo una pausa—ella siempre me hace una taza de chocolate cuando me siento mal. ¿Te sientes mal?—cuestionó inocentemente.
El corazón de Gabriel se encogió y Cassie sollozó más fuerte.
—Sí, me siento mal—respondió la muchacha.
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EL ÁNGEL GUARDIÁN|Erick B. Colón.|Completa.
ФанфикLA CURIOSIDAD NO ES BUENA CUANDO ERES UN ÁNGEL GUARDIÁN.