C39: El secreto de Erick.

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...

—¡Por el Trono! ¿Te has vuelto loco?—cuestionó la rubia en cuanto le informé sobre mi nueva idea.

—No.

—Erick, no. ¡No puedes hacer eso!—reprochó mirándome fijamente.

—Claro que puedo y eso es justamente lo que voy a hacer—Gabbe negó firmemente y después soltó un suspiro de frustración.

—Al menos déjame que te acompañe—pidió mirándome fijamente.

—No, Gabbe. Muchas gracias pero tengo que hacer esto yo solo—le ofrecí un intento de sonrisa y ella negó de nuevo.

—Va a creer que te has vuelto un loco de remate si le dices todo así tan de repente...—sonreí un poco.

—Puede que sí pero ella merece saber la verdad...

...

El auto se mantuvo en completo silencio mientras yo conducía. De reojo observé a Nishdali que parecía querer decirme tantas cosas pero se mantenía callada observando fijamente por la ventanilla del auto con expresión ausente.

—¿Se trata de algo malo?—cuestionó finalmente lanzándole una mirada rápida antes de volver su atención al cristal.

Solté el aire de golpe y fue entonces que me di cuenta que estaba conteniéndolo.—Todo depende de cómo es que lo tomes...—declaré y vi como ella posaba su mirada color chocolate encima de mí otra vez.

—Eso me suena totalmente malo—comentó en un hilo de voz.

Con cuidado saqué el auto de la carretera y la miré fijamente, con mi corazón latiendo a toda prisa dentro de mi pecho. Desvió su mirada nuevamente y contemplo el frío paisaje fuera del auto.

—No es tan malo como parece—murmuré en respuesta aun sabiendo que era totalmente malo. No es como que todos los días: tu novio te diga que es un ángel guardián ¿verdad? ¿Qué tan malo era eso para la mente de un humano?—Creo...

—Entonces porque no me lo dices y ya—espeto mirándome finalmente.

Negué de inmediato.

—Porque si te lo digo entonces no vas a creerme. Tienes que verlo con tus propios ojos...—respondí antes de poner el auto nuevamente en marcha.

Nishdali pareció pensárselo mejor porque ya no dijo nada en todo el camino, al contrario; parecía tener una lucha interna dentro de su cabeza. Su entrecejo estaba ligeramente fruncido y retorcía sus manos como si estuviera siendo presa de la desesperación.

Veinte minutos después, apagué el coche y bajé para encaminarme hasta la puerta de Nish, cuando mis ojos se toparon con los de ella, todo el valor que había reunido la noche anterior se esfumó de mí. Mis piernas comenzaron a temblar y sentí un nudo en mi garganta. ¿Cómo es que haría para contarle toda la verdad? Recé con todas mis fuerzas para que el valor volviera, para que ella no corriera lejos cuando le dijera todo lo que planeé decirle y para que el Trono me iluminara y eligiera la opción correcta.

Con cuidado colocó su mano encima de la mía y esa familiar descarga eléctrica recorrió mi cuerpo una vez más. Caminamos entre el pasto húmedo y esbocé una pequeña sonrisa cuando me percaté que los ojos de Nishdali se iluminaron, me miró un segundo y después una bonita sonrisa cruzó por su rostro. Se acercó más a mí y depositó un pequeño y tierno beso sobre mis labios. ¡Dios, no!

—En este lugar me pediste que fuese tu novia...—recordó y yo sonreí. Ese era el mismo lugar que Abby había elegido para hacer un día de campo, era el mismo lugar en el que torpemente, "por mi falta de experiencia en la Tierra", le había pedido que estuviera conmigo.

EL ÁNGEL GUARDIÁN|Erick B. Colón.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora