Gabbe miró una vez más el par de imponentes edificios blancos que conformaban el hospital St. Charles, se acomodó mejor dentro del abrigo blanco que llevaba puesto pues su temperatura corporal realmente comenzaba a matarla y suspiró con un poco de cansancio. La idea de ser voluntaria en dicho hospital le encantaba. Así como también le encantaba la idea de estar rodeada de humanos. Había sido la guardiana de muchísimos humanos a lo largo de toda su existencia y siempre le habían encantado los humanos; aun sabiendo que eran seres sumamente complicados y destructivos. Le resultaban completamente interesantes.
—¿Mal aconsejando a Erick, eh?—cuestionó una grave voz a sus espaldas. La rubia se rio un poco y negó levemente con su cabeza sin girarse. Conocía al dueño de esa voz y podía sentirlo. Además era un poco evidente que él aparecería.
—¿Es lo menos que podemos hacer, no?—respondió girándose para encontrarse finalmente con un hombre joven musculoso de ojos azules, casi violetas y cabello muy rubio, el mismo hombre que ocupaba un rango muy grande en el cielo. El ángel mayor, Gabriel.
—Demasiado arriesgado dejarlo hacer eso, ¿no crees?—reprochó él enarcando una ceja pareciendo completamente serio. La rubia revoleó los ojos, una de las costumbres humanas que más le gustaba, sin duda alguna.
—Lo que yo creo, Gabriel...es que sería demasiado egoísta no dejarlo hacerlo.—le recordó ella entrecerrando un poco los ojos—¿No crees que ya fue un poco suficiente y al final de cuentas lo merece?—cuestionó en voz baja pero Gabriel no respondió—¿Estás de visita o sólo bajaste para reprenderme?—cuestionó otra vez la chica llevándose las manos a su diminuta cintura.
—Bueno, un poco de las dos—respondió el rubio finalmente ofreciéndole una pequeña sonrisa.
Ella se giró nuevamente.—¿Algún día volverá?—preguntó Gabbe en medio de un suspiro, observando detenidamente los blancos edificios del hospital de nueva cuenta.
—Volverá—anunció Gabriel sintiendo la tristeza que irradiaba de repente el aura de Gabbe.
—¿Cuándo lo hará?—cuestionó nuevamente la bonita muchacha rubia a su lado.
—En el mundo terrenal ya no existe, Gabbe.—susurró el hombre—lo que lo mantiene con vida son un montón de aparatos que los humanos han inventado. Sólo eso...—agregó en voz baja.
—¡Por supuesto que existe!—reprochó la chica ofreciéndole una mirada llena de reproche.
—Sería un verdadero milagro que despertara.
—Pues entonces vas a tener que contribuir para que ese milagro del que hablas ocurra...—lo retó la chica.
—Gabbe...
El hombre la miró un segundo y ella suspiró—¿Vas a dejar que Erick ame libremente a Nishdali?—cuestionó.—A él le preocupa eso realmente...
—Sabes que los ángeles no podemos interferir en los sentimientos de los mortales. Si Nishdali lo ama también entonces no podemos hacer nada, ni siquiera Erick...—la miró y ella al sentir la mirada violeta del joven sobre ella se giró de nuevo.
—¿Eso es un sí?—cuestionó con media sonrisa.
—Realmente, es un "no tengo otra opción".
—Oh, Gabriel. Muchas gracias—sonrió la chica y se tiró a sus brazos. El ángel sonrió y después se apartó de ella empujándola suavemente.
—¿A caso ser casamentera era tu misión aquí?—bromeó él y ella se rio un poco.
—Un trabajo extra no le viene mal a nadie—respondió ella en medio de una sonrisita traviesa y él negó un poco.—¿Eso es lo que dicen los humanos, no?
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EL ÁNGEL GUARDIÁN|Erick B. Colón.|Completa.
FanficLA CURIOSIDAD NO ES BUENA CUANDO ERES UN ÁNGEL GUARDIÁN.