El momento de la creación era divino, aunque demasiado confuso para ser real.
Mientras las cosas pasaban podía sentirlas ya, aunque sabía que aún no tenía una forma física ya tenía consciencia, y no sólo eso.
Conocimiento.
Claro que faltaba más por saber, faltaba un mundo entero por conocer. Faltaba vivir todo lo que sabía ya.
Pero ahí estaba, siendo creado.
Siendo recibido en el mundo y convirtiéndome en un hijo más, en una creación más.
En un ángel más.
No sabía nada de mí, no sabía sobre mi género o sobre mis funciones, ni siquiera sabía algo acerca de mi nombre.
Pero confiaba en mi creador, en el que jamás se había equivocado y solo creaba cosas perfectas.
Llegaba el momento más fuerte, pues se me premiaría con el poder de sentir un todo. Se me otorgaría la oportunidad de sentir antes de comenzar por completo mi vida, antes de tener que ir y buscar por mi propia cuenta todas las sensaciones y sentimientos existentes.
Lo primero fue sentirme a mí como algo físico y no intangible. Aunque era maravilloso también era doloroso, podía sentir la forma en la que mis huesos se formaban e iban avanzando junto con lo demás que les cubría.
La felicidad me hacía querer explotar, se sentía como un cosquilleo recorriéndome desde adentro.
Por otro lado, la ira era desagradable, me sentía arder de adentro hacia afuera, y eso le abrió paso al miedo que no sabía cómo explicar, pero era aún más desagradable que la ira, pues era inexplicable sentirlo.
Pero para este punto podía moverme, y la emoción era tanta que lo hacía con locura, pues ahora no era sólo un pensamiento vivo.
Lo último en sentir fue la tristeza, que más bien era un dolor intenso dentro de mí, algo que me hacía sentir igual a perder algo importante y sin oportunidad de vuelta.
Cuando me decido a mirar quedo pasmado un largo momento. Todo es luminoso y colorido, el cielo azul y las nubes doradas están sobre mí, y me doy cuenta de que tan insignificante soy en este momento.
Soy lo último.
La última creación, pero al mismo tiempo no soy nada, estoy en blanco, yo mismo me desconozco y no sé quién soy. No tengo un nombre, ni un puesto, ni nada parecido. Por ahora no soy nada.
Miro hacia la intensa luz que esta frente a mí, puedo ver su forma y la manera en la que brillan sus ojos al mirarme me hace sentir especial. Pero estoy ansioso de ser bautizado por mi padre de una vez.
—Luzbel.
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Almas perdidas
Paranormal*Libro cuarto. El encuentro en el bosque aquella tarde de Halloween no fue el inicio de la historia, sólo fue el reencuentro entre el pasado y el presente de dos almas con muchos sucesos olvidados en el tiempo. La realidad puede ser muy diferente a...