Capítulo 15

9.3K 1.1K 120
                                    

—Alguien está que echa lumbre... — menciona Abaddon reuniéndose con nosotros.

—¿Ahora? — cuestiono sin necesidad de preguntar quién, pues ya me sé la respuesta.

—Creo que los humanos no fueron una idea demasiado buena — se limita contestar.

—¿Ahora qué hicieron?

—Creo Eva acaba de pecar con todo y Adán — dice riéndose.

—¿Pecaron? — cuestiona Rafael algo sorprendido.

—Hicieron la única cosa que Yahvé les prohibió. ¿Puedes creerlo? Tantas cosas que podían hacer y terminaron haciendo lo prohibido.

—¿Comieron el fruto? — pregunta Miguel.

—Así es... ahora papá está a punto de darles su castigo.

—Los va a mandar a la tierra — propone Rafael.

—Eva dice que fue engañada — continúa Abaddon encogiéndose de hombros —. No lo sé, para mí que cualquiera aprende a mentir cuando está en peligro.

—¿Engañada? — cuestiono yo.

—Así es, dice que... una víbora le hizo comer el fruto. No lo sé, ni para mí suena razonable.

Me quedo pensándolo un momento.

Para mí suena real y sospechoso, algo no me cuadra...

—¿Dónde están? — pregunto.

—En sus tierras, ahí estaban hace unos minutos.

No hago más preguntas y me echo a volar, sea como sea tengo que hablar con ellos. Tengo una muy ligera sospecha y voy a odiar que ellos me lo confirmen.

—¿A dónde vas? — Rafael se pone junto a mí.

—Tengo que hablar con ellos — contesto —, tengo un mal presentimiento en cuanto a esto. ¿Por qué luego de tanto tiempo sin caer en tentación, lo acaban de hacer ahora? Digo, yo habría comido la manzana hace demasiado, ¿para qué esperar?

—¿Supones que alguien lo provocó?

—Así es — acepto —. Y adivina a quién tengo en mente.

Aterrizo y miro todo alrededor en busca del par de humanos. No me cuesta demasiado encontrarles, pues simplemente sigo el sonido de los sollozos de Eva.

—Tengo que hablar con ustedes — digo en cuanto los tengo enfrente. Ambos tienen ropas encima, lo que me parece extraño, pues antes de hoy iban por ahí desnudos.

—No quería hacerlo — chilla ella —. En verdad no quería.

Rafael y yo intercámbianos miradas al escucharlo.

—¿Entonces por qué lo has hecho? — continúo.

—No lo sé — llora —, no quería, pero ella... me convenció...

—¿Ella?

—Era una víbora — explica limpiándose las lágrimas del rostro —. Me estuvo siguiendo todo el día... decía mi nombre mientras iba detrás de mí...

—¿Y?

—Me hizo seguirla... fuimos hasta el árbol — continúa volviendo a llorar —. Me dijo que debía tomar la manzana, que no tenía nada de malo, que seguramente tenía algo tan bueno que Yahvé no quería que fuera comida, que él quería guardárselo para él solo.

—Y tú caíste.

—Sí — acepta llorando desconsolada de nuevo —. Me dijo que convenciera a Adán de hacerlo, que ambos merecíamos descubrir el secreto...

—Bien, mira... deja de llorar, esto no es culpa tuya — intento calmarla mientras pienso en qué hacer ahora —. Voy a hablar con mi padre, ustedes dos solamente son víctimas del enemigo... intenta calmarte.

Doy la vuelta y comienzo a caminar para alejarnos de aquí.

—¿Tienes sospechoso?

—Claro que lo tengo... Samael... y muy probablemente Lilith. ¿Recuerdas? Él dijo que harían algo... ¿y qué cosa era tan fácil para hacer en contra de papá? No podrían contra alguno de nosotros, así que fueron contra los más débiles. Eva era demasiado vulnerable. Iba a caer con un poco de insistencia, y si ella caía, Adán lo haría también. ¿Ves? La forma más fácil de herir a papá. No les costaría trabajo y echarían abajo la creación favorita de mi padre.

—No puedo creerlo... ¿no se dan por vencidos? Ellos buscaron su propio destino y aún así vienen a tomar venganza por algo que provocaron solos.

—Así es, Rafael, y te aseguro que esto es sólo el comienzo.

A unos metros de donde estamos parados una luz comienza a formarse. Camino en su dirección esperando a que mi padre termine de aparecer.

—Papá...

—Ahora no, Luzbel,

—Tenemos que hablar... es sobre esto, sé que estás molesto, pero debemos aclarar el malentendido.

—No hay malentendidos, hicieron lo único que les dije no podían. Me retaron, retaron mis órdenes.

—No ha sido culpa suya.

—No me interesa de quién haya sido la culpan, ellos lo hicieron, y por lo tanto, recibirán el castigo, igual a los demás.

—Fue una trampa — continúo en un intento de que me haga caso antes de hacer cualquier otra cosa —. No sé quién ha sido, si me dieras un poco de tiempo podría investigarlo y traerte al responsable, pero alguien provocó esto.

—No hay más culpables, Luzbel. Así fuera cierta tu teoría, ellos son los culpables por haber accedido a realizar algo que no debían hacer.

—Papá...

—He dicho que no — zanja mis intentos, y acabo por quedarme callado. Pasa frente a mí y va hacia donde los dos humanos están.

—Vamos a buscar al culpable — susurra Rafael acercándose a mí —, no importa que pase, ni lo que diga papá, tú y yo vamos a encontrar a quién haya hecho esto. Que su castigo no sea en vano.

Un sollozo de Eva me hace desviar la mirada para verla. Está llorando con intensidad mientras va cayendo al suelo.

Quisiera poder hacer algo por ella. Por ambos.

Pero aunque busque a quién me han dicho, el castigo habrá sido impuesto, y lo único que voy a lograr para ellos es darles la razón.

El resto no cambiará.

—Busquémoslo — acepto —. Porque estoy seguro que esto es sólo el inicio. Alguien como ellos jamás se conformaría con tan poco sufrimiento.

—¿Eva dijo algo sobre una víbora?

—Sí, dijo que la estuvo siguiendo todo el día.

—¿Y si aún está aquí? No tiene demasiado que pasó todo, tal vez esté acechando, en espera de ver el castigo.

Mantengo la mirada en los ojos de mi hermano un segundo más mientras lo pienso.

Podría estar cerca.

—¿Cómo cazas una víbora?

—Observando entre las plantas y con máximo silencio.

—Si fueras una víbora y tuvieras que esconderte, ¿dónde lo harías?

Nos quedamos en silencio pensando la respuesta.

Pasados unos segundos, ambos desviamos la mirada y la dirigimos hacia uno de los árboles al mismo tiempo.

—Sí — acepto —, justo ahí.

Almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora