Capítulo 9

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Todo mi cuerpo está temblando de forma descomunal, mis músculos se contraen y me hacen moverme incontrolablemente.

Muchas voces se escuchan de fondo mientras siento que me cargan, sin embargo todo se combina y no logro identificar nada de lo que está pasando.

Pero muero.

Soy consciente únicamente de que me estoy muriendo.

Un dolor constante e intenso se expande de la herida al resto de mi cuerpo, haciéndome sentir como si ondas se movieran de ella al resto de mí.

Me siento delirante, el dolor cada vez aumenta por más imposible que parezca.

—Luzbel, quédate aquí — oigo una voz —, vas a estar bien.

Siento como comienzo a quejarme, el dolor sólo me permite eso.

—Ayúdame — gimo.

—Vas a estar bien, lo prometo, calma, intenta calmarte.

Ni siquiera he podido abrir los ojos, lo único que puedo hacer es quejarme y sentir dolor, no hay más, no puedo quedar inconsciente ni despertarme por completo, estoy en un sufrimiento interminable.

—Luzbel — oigo una nueva voz bastante desesperada —, Luzbel, abre los ojos, no te vayas, ábrelos.

Logro hacer lo que me piden y abro los ojos, la luz me deja cegado un momento hasta que me acostumbro a ella.

El cabello rubio de Kristen es lo que más llama mi atención, y una vez que mi vista se adapta me encuentro con sus ojos preocupados.

—Estoy bien — consigo decir aunque soy el que más sabe que no estoy para nada bien.

—Tranquilo, Luzbel, voy a ayudarte, todo estará bien.

El piso frío del castillo me hace estremecerme cuando me acuestan en el, miro a Rafael junto a Gabriel y Miguel, todos me están rodeando preocupados, seguramente me veo mucho peor de como me siento.

Voy a morir.

Lo sé, puedo sentirlo.

Dudo salir de esto, es algo imposible.

—Resiste, Luzbel, voy a salvarte — continua Kristen —, ¿me oíste? Voy a sacarte de esta, no pasa nada, estarás bien.

Intento hacerle caso y concentrarme en su voz, con la cual intentan distraerme y mantenerme aquí.

Pero no puedo.

Cada vez siento un poco menos de vida en mí, comienzo a desvanecerme nuevamente, y por más que lucho no consigo mantener los ojos abiertos como queremos.

—No cierres los ojos, Luzbel, mírame — repite ella intentando mantenerme despierto, pero yo simplemente no puedo —. Luzbel, no te atrevas a cerrar los malditos ojos. Luzbel. ¡Luzbel! — repite, pero su voz acaba por perderse en mi mente.

(...)

Todo vuelve estrepitosamente, las cosas regresan tan rápido que no logro asimilar nada y me altero.

El mundo parece ir a una velocidad estrepitosa y no puedo detenerle.

—Luzbel — Rafael envuelve mi brazo con la mano y me mira serio —. Tranquilo.

—¿Dónde estoy? — pregunto con la respiración agitada.

—En el sanatorio — contesta —. La libraste. En serio, no sabemos cómo lo hiciste, eres un héroe, todo edén sabe tu nombre, todos saben que Luzbel nos salvó, derrotaste a Satanás, derrotaste al contrincante. Tu nombre es el más dicho en la última semana.

Almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora