Capítulo 19

8.4K 1.1K 323
                                    

Los años siguen corriendo cuál segundos.

La vida me parece demasiado rápida, tal vez así deba ser, pues la eternidad es muy grande como para recorrerla lento.

Las cosas han tomado un curso ciertamente normal, todo ha estado tranquilo, y no han sucedido más tragedias ni nada parecido.

No he sabido nada acerca de Lilith o alguno de los caídos, sólo sé que siguen escondiéndose en las tinieblas. Posiblemente planeando algo, pero están tranquilos por ahora.

Dadas las situaciones que pasamos, se hicieron varios cambios en cuanto a nosotros.

Sé eligió a un encargado de todas las tierras de papá. Éste tiene que vigilarlas y hacer valer la palabra de Dios, así como proteger las entradas a edén de los demonios que quieran infiltrarse como Gaderel el día que tentó a Eva.

Sin embargo yo no siento seguridad con ello, incluso siento mayores posibilidades de sufrir un ataque.

Uriel fue elegido para el trabajo, se le dio el título de arcángel, cosa con la que sigo en total desacuerdo.

Un arcángel.

Ese puesto nos puede llevar a la perdición con el encargado equivocado, y para mí, Uriel es el peor candidato para tomarlo.

Pero mis palabras no fueron escuchadas cuando alegué por ello.

Más ángeles han sido creados, y uno convertido. Cosa que aunque suene imposible no me ha desagradado.

Los humanos incluso parecen ser una plaga, pues desde que los primeros pusieron un pie en la tierra, ésta comenzó a ser poblada velozmente. Y aunque jamás hemos tocado el tema, creo que papá creó algunos más también.

Los humanos no me agradan.

La "creación perfecta" parece no ser tan perfecta después de todo, tienen mas defectos de los incluso contemplados.

Pero si no sacan al bastardo de aquí, qué puedo pedir en cuanto a ellos.

Las puertas del salón se abren de golpe, me sobresalto en mi lugar y miro en su detección de inmediato.

Abaddon viene hecho una furia, tanto que estoy tentado a ponerme de pie, pues se ve capaz de cualquier cosa.

—Padre — dice —, tenemos que hablar de algo.

—Relájate primero — pide papá con voz serena.

—No puedo relajarme — niega respirando profundo —. Esto es importante.

—Dímelo — acepta —, con calma.

—Son los humanos — comienza. Instantáneamente pongo los ojos en blanco. Los humanos no hacen más que dar problemas, eso es lo único que saben hacer bien.

Voy a pararme para salir de aquí, pues no quiero ni oír lo que hicieron ahora.

—¿Qué pasa con ellos?

—Quiero permiso para castigarles — suelta Abaddon y me hace quedarme donde estoy.

—¿Castigarlos? — pregunta mi padre cambiando el tono de voz —. ¿Por qué habrías de castigarlos?

—No saben hacer otra cosa mas que pecar — comienza a quejarse el arcángel —. Pecan y pecan, y vuelven pecar cuantas veces puedan al día. Esto es imposible... es... abrumador, son los seres más pecadores que podrán existir en todo el universo, ni siquiera los propios demonios pecan tanto como los humanos.

¿Qué puedo decir? No está mintiendo

—Abaddon... — comienza mi padre con ese tono típico que ocupa cuando va a decirte el por qué tú estás mal.

Almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora