Capítulo 32

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—¿Qué hacemos aquí? — pregunto mirando todo alrededor, pues todo me parece demasiado extraño.

—¿Quieres verla o no?

—Claro, pero no sé que hacemos aquí.

—Espera.

La sigo sin hacer más preguntas, no sé dónde estoy, pero he visto a varios humanos cerca.

—Mira — pide en susurros señalando algo.

—¿Qué es eso?

—No seas tan frío, Luzbel — me regaña —, es un bebé — observo bien a la cosa pequeña que está a poco de mí —, es Alaia.

Sonrío al instante por ello.

Alaia.

—Lo lograste, virtud — susurro acercándome a ella —, cuídate, haré lo prometido — continúo y le doy un corto beso en la frente.

—Vámonos, no podemos quedarnos.

—Ya voy.

(...)

—¿Entiendo bien? — pregunta Gabriel —, ¿quieres iniciar una rebelión?

—Sé que suena muy drástico, pero es la única salida ahora.

—Luzbel, tú mismo luchaste contra todas las rebeliones... ¿ahora quieres hacer una?

—Me cuesta decir eso, pero creo que ellos tenían razón.

Todos me miran horrorizados por lo que digo, y no los culpo, si pudiera también me miraría así.

—¿Estás loco?

—Si papá se está dejando influenciar por Uriel, nosotros no tenemos demasiadas salidas, así que tendremos que hacer algo fuerte para conseguir lo que queremos. No sólo los humanos están en peligro, todos lo estamos, sé que Uriel planea algo desde que llegó aquí, así que hacemos esto o nos vamos a la perdición junto con todo lo demás.

—Ay, Luzbel — suspira Gabriel —. Estoy contigo.

—No hace falta preguntarlo — habla Rafael cuando le miro —, te apoyo.

—Yo igual — acepta Miguel.

—Entonces empecemos con todo. Nos pondremos en contra de papá, pero aunque no lo queramos lo veo muy necesario. Uriel no puede ganar esto, ya hizo demasiado, ya provocó demasiado. Es hora de ponerle un alto a él y a todo lo que planea.

—¿Qué vamos a hacer? — inquiere Miguel.

—Por el momento sólo observaremos, no hay que adelantarnos a las cosas. Uriel tal vez se confíe si ve que decidimos simplemente no hacer nada.

—¿Eso no estaría mal?

—No, porque nosotros planearemos mientras él hace sus cosas muy tranquilo por creer que somos débiles y no haremos nada. Así, cuando demos el golpe no se lo esperará y venceremos. Voy a regresar a Uriel al lugar al que pertenece, y del que nunca debió salir.

—Piensa muy bien antes de actuar — advierte Gabriel mirándome —, haces buenos planes, y atacas bien, pero... Uriel no es un enemigo pequeño, lo sabemos bien, si no te vas con cuidado puede sorprenderte demasiado.

—Escucha, Gabriel. Hay algo que creo que ninguno de ustedes está entendiendo. No me interesa nada, voy a darlo todo, no importa como quede, no me interesa mi final, sólo lo quiero fuera, voy a sacarlo de aquí cueste lo que cueste, no importa si tengo que dar mi vida a cambio. Mi vida no vale lo que miles de ellas. Es un buen sacrificio, y todos lo sabemos, cuando de defender a los míos se trata no me interesa morir.

—Nuestro trabajo entonces será sostenerte mientras peleas.

—No importa que pase — agrega Rafael —, ten siempre en mente que no vamos a abandonarte, así que haz lo que tengas que hacer, nosotros vamos a continuar con tu plan pase lo que pase. Lo juro.

—Yo también lo juro — asegura Miguel.

—Y yo — se une Gabriel.

—Yo juro sacar a Uriel, y más que eso, juró conseguir volver a lo que éramos antes de que él llegara.

Almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora