La cabeza está a punto de explotarme, la pelea cada vez suena más fuerte, parece envolverme y dar vueltas a mi alrededor mientras las palabras se amontonan en mi cabeza y se revuelven con rapidez.
—¡Ya basta! — ordeno de un grito al tiempo que me pongo de pie, todos los presentes se quedan callados y centran su atención mí —, basta de peleas ahora, no quiero escuchar un solo grito más, y en eso me incluyo, no quiero tener que alzar la voz de nuevo.
—Danos soluciones entonces, Luzbel — exigen las potestades.
—Bien, déjame pensar — pido poniendo ambas manos sobre mi cabeza, como si pudiera evitar que explote haciendo eso.
—¿Ves? No tienes nada.
—He dicho que me dejes pensar un maldito momento — discuto alzando la voz de nuevo.
—Estamos teniendo muchos problemas y no hay soluciones — dice alguien más, pero ni siquiera sé quién es por tener los ojos cerrados.
—Vayamos uno por uno — decido —, ¿qué pasa con ustedes? — le pregunto a las potestades.
—Adán se ha vuelto a quejar. Dice que Lilith no quiere someterse ante él.
—¿Has hablado con ellos?
—Ya lo hice — acepta —, Lilith está negada a ser sometida, está discutiendo la igualdad que debería existir entre ambos.
—Que alguien más vaya y hable con ella, por favor — me quejo rodando los ojos.
—No estás entendiendo, Luzbel, Lilith no piensa ceder, nos lo ha dejado en claro todas las veces que hemos hablado.
—Ahí está el primer error — le digo a mi padre en voz baja —. De acuerdo. Yo iré a hablar con ella, ahora dejemos eso de lado. Siguiente problema.
—Alguien quiere hablar con Yahvé — dice uno de los principados.
—¿Quién? — pregunto intrigado.
—Uno de... de los caídos...
—Sea quien sea, no. Todos deben esperar hasta el juicio final para cruzar palabra con papá. Siguiente problema.
—Es realmente importante, Luzbel — insiste —, dice que quiere pedirle algo...
—¿Volver? ¿El perdón? No, no se le concederá a nadie.
—Eso es precisamente lo que no quiere — contesta —, no quiere volver ni nada parecido, pero necesita hablar con él.
Miro a mi padre buscando su respuesta, él simplemente asiente muy ligeramente y regreso la vista al frente.
—¿Quién es? — pregunto primero. La principiada se queda callada y mira hacia el piso, dejándome pensar en varias posibles respuestas a mi pregunta.
—Saben quien es — se limita a responder y siento algo extraño dentro de mí, el dolor de cabeza parece hacer eco con la respuesta.
—Será recibido mañana — contesta papá —, Abaddon irá junto con Miguel a recibirlo y lo traerán frente a mí, luego se irá y todo estará como si nada.
—Bien, señor. — acepta ella y se retira haciendo una alabanza primero.
—Siguiente problema — digo yo.
—No hay más.
—Entonces andando.
Los ángeles se dispersan y yo vuelvo al trono a sentarme. Aunque sólo es momentáneo, tengo que salir ahora.
—Iré a hablar con Lilith — le aviso a mi padre —, volveré pronto.
Camino deprisa hacia la salida mientras intento hacer que el dolor de cabeza disminuya de una vez.
No quiere someterse.
Increíble.
No sé si decir que eso está mal o aceptar que está bien, no tiene demasiada lógica que tenga que ser sometida ante Adán, son iguales, ¿no?
En cuanto pongo un pie fuera del palacio abro las alas y vuelo en dirección al bosque.
Ni siquiera sé qué planeo hablar con ella, pero algo se me ocurrirá en el momento.
Desciendo en la parte menos poblada de árboles y me quedo quieto un momento mientras busco con la mirada a la mujer.
—¡Que me dejes en paz! — oigo que se queja y sólo sigo la dirección del grito para encontrarles —. ¡Quítate!
—Suéltala, Adán — ordeno al humano cuando los tengo a unos metros de distancia —, ahora, suéltala.
No pone objeción y me obedece, suelta a Lilith y se alza del piso, ella me mira fulminante y se levanta como puede también.
Su cuerpo desnudo está lleno de tierra, en su cabello hay algunas hojas secas de los árboles y le veo en los brazos varías marcas rojas, seguramente de los agarres de Adán cuando intenta obligarla a someterse.
—Vete ya, Adán, tengo que hablar con Lilith a solas.
Nuevamente me hace caso sin poner peros, Lilith está con la misma expresión agresiva, dispuesta a echársele encima a cualquiera en cualquier momento.
—Puedes relajarte, no voy a hacerte nada — le aseguro.
—¿Qué quieres?
—Vine porque hay algunas quejas en cuanto tu comportamiento.
—Quejas de Adán.
—Claramente, pero ya comienzan a preocupar a los demás, por eso he venido ahora.
—No pienso someterme, Adán no es más que yo.
—Creo que lamentablemente es obligatorio.
—Ya estoy harta.
—Pero no hay mucho que hacer.
—Llévame con él.
—¿Con quién?
—Con el creador, tengo que hablar con él ahora mismo.
—¿Con mi padre? No creo que eso sea conveniente o posible.
—Llévame ahora, no soporto mas esto.
—¿Y eso qué significa? ¿Piensas abandonar a Adán o qué?
—Eso mismo — acepta con máxima seguridad —, me voy.
(...)
Me siento en el trono y miro a Lilith con atención mientras espera unos segundos para comenzar hablar.
—Dime qué es lo que quieres hablar conmigo — pide papá con voz serena.
—No lo soportó más, Adán es un egoísta que sólo piensa en él y quiere su bienestar a costa de los demás.
—No entiendo a qué quieres llegar.
—Renuncio a esto — suelta —, no quiero mas Adán, no quiero mas el edén, no quiero mas esta vida, simplemente no quiero mas.
—¿Y cuál es tu plan?
—Me marcho. Renuncio a todo esto, bueno y malo. Me voy de aquí.
—No puedes hacer eso, yo te creé, yo te hice para Adán.
—Pero no hiciste a Adán para mí.
—Eres su complemento.
—Pero él no es el mío.
—Los hice tal para cual, los hice para el otro.
—No es cierto. Hiciste a Adán, y a mí me hiciste para él, para satisfacer sus deseos. En este juego soy su complemento, no su compañera, y no quiero eso, no quiero ser menos, quiero ser igual, y si no se puede no quiero ser nada entonces.
—¿Estás desafiándome?
—Estoy liberándome.
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Almas perdidas
Paranormal*Libro cuarto. El encuentro en el bosque aquella tarde de Halloween no fue el inicio de la historia, sólo fue el reencuentro entre el pasado y el presente de dos almas con muchos sucesos olvidados en el tiempo. La realidad puede ser muy diferente a...