Capítulo 5 (Gracias familia)

2.3K 274 3
                                    

Había recorrido alrededor de una hora para poder llegar a la delegación. Me había saltado varios semáforos en rojo por la desesperación. Quería llegar ahí cuanto antes, no podía soportar la idea de Thiago solo. No, de ninguna manera.

Sé que a estas alturas Esteban ha estado moviendo fuentes, buscando al infeliz que le ha tendido la trampa, pero en mi mente se repite la misma pregunta, una y otra vez "¿Por qué?"
No había recibido ni una sola llamada de Aiden. No sé si debería de preocuparme, más ahora, eso no debía de importarme, luego vería con él.

Al llegar a la delegación la primera persona que vi por fortuna fue al pelirrojo, al instante lo abracé fuerte. Siempre habíamos sido nosotros tres contra el mundo.

—¿Cómo está? —susurré aún en sus brazos.

—Le han quitado todas sus pertenencias, no me han dejado hablar con él.

En ese momento nos separamos. Sus ojos angustiados era todo lo que podía percibir.

—¿Qué has averiguado?

Negó lentamente.

—No sabemos donde se encuentra el chico, pero esto es algo personal, Venus.

—Claro que lo es —bufé

—No sé qué hacer. No podemos dejarlo ahí, eso no.

—Y no lo estará. Nos encargaremos de ello.

Esteban bajó su mirada desesperado, cerrando los ojos con fuerza.

—Hey, mírame —puse mis manos alrededor de su rostro intentando conectar su mirada con la mía — Esteban —le nombré.

Me miró detenidamente y sé que en estos momentos estaba al borde. ¿Qué no hacía él por Thiago? Era su hermano.

—Vamos a buscarlo —le dije con detenimiento.

—¿Les puedo ayudar en algo? — escuchamos una voz femenina poco conocida y nos giramos a ver.

—Sí, bueno, ¿Quería saber cómo está Thiago? Lo ingresaron hoy —le hablé seriamente. No tenía ni la más mínima simpatía por las personas que trabajaban en las delegaciones.

—¿Thiago Rodriguez? —preguntó ignorando mi tono.

—Sí, ese mismo.

—No puedo dar esa información a menos que sea familiar.

—Soy su hermana —respondí al instante.

La chica me miró fijamente, buscando cualquier parecido.

—Bueno —respiró hondo —él estará detenido hasta que se encuentren pruebas que no lo culpen. Me imagino que ya sabe la situación.

Mis manos se hicieron puños al escuchar a aquella rubia, cosa que ella notó, pero no se inmutó.

—Así que, ¿pasará la noche aquí? — preguntó desagradado el chico a mi lado que respiraba con dificultad.

—Me temo que sí —respondió con pena.

—¿No lo puedo ver?

—No, señorita. Él está siendo interrogado en estos momentos, quizás mañana. Aunque no le aseguro nada.

—De acuerdo, vámonos Esteban —le ordené caminando hacia la salida.

Sentí sus pasos tras de mí y esperé llegar al carro para dejar claro las cosas, lejos de la delegación.

—Presiento que ese carro ya lo he visto, y si presiento bien, se lo robaste al chico rico.

—Nos vemos en el centro, junta a todos —dije entrando, ignorando su comentario.

Nuestro pequeño accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora