Capítulo 2 (Disculpa, ella tiene que ir a otro lado)

4K 351 64
                                    

Sentí la pesadez en mis ojos. Me dolía absolutamente todo el cuerpo y si no hubiera olido ese distintivo olor, me hubiera quedado durmiendo hasta Dios sabe cuando.

Abrí lentamente mis párpados al sentirlos cansados y tener que hacer una esfuerzo sobre humano. Parpadeé con cuidado y sí, en efecto, me dolía hasta lo que no sabía que podía doler.

En un extremo estaba Victoria, en el otro Lila junto con un hombre el cual me pareció un tanto familiar, pero no entendía bien qué hacía ahí o mejor dicho, qué hacíamos todos en el hospital.

Vicky se mantenía seria, con la mano en la barbilla recostada de la pared, como si estuviera pensando en qué carajos hacer, mientras Lila solo hablaba en un tono bajo con aquel hombre, al cual le calculé algunos ¿30? ¿34?

Sus rostros se posaron en mí en cuanto vieron que me estaba sentando y sobre los mareos, estaba de más decir que no abandonaron mi cuerpo.

—¡Venus! —gritó la de pelo blanco.

—Lila, no le puedes gritar apenas esté levantándose, le hace daño. —bufó con fastidio la más tranquila de las tres.

—¿Ves? Es una amargada... —rodó los ojos en cuanto dijo eso mientras le hablaba al chico...

Voy a ser sincera; parecía un Ken. No tenía ese aspecto del Bad boy, más, era un aspecto maduro, elegante ;tenía un traje  mientras mantenía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón negro. Todo en él decía EL DINERO ME SOBRA, LA ELEGANCIA ES MI TRAJE. Era un hombre en toda su gloria, en todo el sentido de la hermosa palabra. Parecía imponer con su sola presencia en esas cuatro paredes, tomando todo el aire existente.

—¿Qué hago aquí?

—Bueno, digamos que tuviste un pequeño inconveniente, corazón... —ese tono de ella la delató.

—¿Por qué presiento que es tu culpa? —entrecerré los ojos. Ya la conocía muy bien y los recuerdos no estaban muy claros en mi mente, pero podría apostar que ella era la responsable.

—¿Por qué siempre piensan que soy yo? —se cruzó de brazos, a la defensiva.

—¿Enserio lo preguntas? —habló esta vez Vicky. La molestia tiñó su voz....

2 minutos. Fue lo que se tomaron peleando, hasta que dejé de escucharlas.

Mi vista se posó en el hombre que no había hecho nada más que escuchar sus palabras. Cómo peleaban entre sí, mientras no paraba de analizarme de pies a cabeza. Hacía cierta chispa inquietante en sus ojos que me hicieron sentir fuera de tono.

—Cállense —ordené—. ¿Quién es? —lo señalé con la cabeza.

—Disculpa, creo que la primera vez que nos vimos empezamos con el pie izquierdo —dijo con nerviosismo, llevándose la mano a la nuca—. soy el responsable de tu caída. Lo lamento, no sabía que eras tú.

Parpadeé y luego, reí con total ironía.

—Ya... —solté con la ceja alzada—. Tenía que ser un amigo de Bruno.

Frunció el ceño. Se oyó un incómodo carraspeo de su parte.

—La verdad es que, en todo caso, hay que saber cómo actuar, parece que no recuerda lo que hizo —dijo bajo un tono serio.

—Aja, ¿y qué hice? —respondí de la misma manera.

—Hiciste una seña obscena. No es propio en una mujer, mejor dicho, en una joven. Saliste en plena madrugada de una ventana a otro con una capuche, ¿eso te parece normal?

Un gran silencio se escuchó en la habitación hasta que estallé a carcajadas.

—¿Enserio? ¿De dónde lo sacaron?

Nuestro pequeño accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora