Capítulo 10 ( Pues yo tampoco )

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Me había metido en un tremendo problema por estar de bocona. El padre de Aiden, que ahora sé, se llama Marcos, no había parado de estar de lo más feliz por la decisión que tomé con respecto a la empresa, al contrario de Aiden que no me ha querido dirigir la palabra desde entonces.

Ayer me había dejado en mi casa de una manera cortante, ni siquiera se despidió.

La salida con Logan sería la próxima semana y yo encantadísima "nótese el sarcasmo"

Me levanté por el incontrolable sonido de la alarma y pensé en seguir durmiendo hasta que sentí cómo me halaban fuera de la cama.

—¿Qué carajos...—no terminé la oración, solo vi a Bruno ahí parado como si fuera lo más normal —¿Y tú qué diablos haces aquí? —le espeté soñolienta.

—Es un gusto verte a ti también — respondió sarcástico.

—Salte —le ordené cortante.

—Tus amigas te están esperando abajo, pensé en venir a buscarte para que las veas rápidamente.

¿Escuché bien?

Lo miré de arriba abajo sin disimulo alguno. En algo se parecían él y Aiden; no se quitaban esos trajes todo elegantes ni muertos ¿No les daba calor? Me estresaba no más de verlos.

—A ver... ¿Qué te importa si las veo o no?

—Pues que si las ves rápido me puedo llevar a Lila pronto —contestó con una sonrisa sarcástica.

—¿Para que vayas a cogértela temprano? No gracias, paso —me volví a la cama con intención de seguir durmiendo.

—Aiden tiene razón, eres un grano en el culo —lo imaginé rodando los ojos, pero ignoré el hermoso comentario.

Hasta que conecté los cables.

—¡¿Pero quién diablos te dejó entrar a mi casa?! —me volví hacia él con el ceño fruncido.

—Lila tiene una copia de la llave y yo la traje —empezó a tocar todas mis pertenencias y mirando todas las fotos que yacía en la pared.

—Uy, mira que lindas estaban aquí, ¿Hace cuánto fue?

¿Pero a este tipo que le pasa?

—¡Salte! ¡Mamá! —grité con tal no tenerlo en mi espacio personal ¿Cómo es que mi madre permite extraños en la casa?

—Tu mamá salió a comprar algo para su puesto o no sé qué —se sentó en la silla del escritorio y se cruzó de brazos.

—Se nota que no te conoce, sino, te hubiera sacado a patadas —entrecerré los ojos acusatoriamente.

—Tu mamá me ama. Solo tuve que decir que soy amigo de Aiden y listo — contestó encantado.

Bufé

—¡Bruno! —escuché la voz de Vicky llamándolo desde la primera planta.

—El deber me llama, con permiso —se levantó, dejo la puerta abierta y me recosté frustrada.

No pasaron ni cinco minutos cuando sentí el líquido frio en mí. Largué un grito que lo más seguro los vecinos me escucharon.

—¡Maldición! ¡¿Qué diablos te pasa?!

—Te di unos diez minutos para que bajaras a comer, no tengo paciencia y lo sabes, así que te doy dos no más para que te apures, que nos vamos —me ordenó Lila.

—Es domingo, ¡Por Dios! ¡¿Qué hacen todos en mi casa como si esto fuera un hotel?! —estaba frustrada en esos momentos.

—Son dos y va uno —gritó bajando las escaleras.

Nuestro pequeño accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora