Capítulo 19 (Protegerse de mí)

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Llegué antes de lo previsto por la hora que era. El centro empieza a arder es ahora.

Parqueo un poco retirado, lejos de los autos que se dirigen lo más cerca que pueden del área de carreras.

Caminé dirigiéndome a las partes "administrativas" pero no entré, no quería crear problemas ni toparme con alguno de sus dos amigos.

Y como si el mundo me hubiera leído la mente, ahí estaba ella, en la parte delantera de un carro, Esteban cargándola, prácticamente.

Esto tiene que ser una broma.

Me quedé ahí un buen tiempo mirando a todos lados, tratando de mantener la calma.

"Esto no debería de molestarme"

Me repito varias veces. Desde antes de volver a su vida yo sabía sobre la gran conexión entre aquellos dos y ella.

Saqué el celular y le envié un mensaje a mi madre, para que le avisara a la suya que estaba conmigo, y que no se preocupara.

Básicamente, conmigo no está.

Miré otra vez en su dirección, pero ya no estaba.

Bufé.

Lo que me faltaba, tener que seguir a una nena.

Caminé de forma despreocupada hacia donde posiblemente estaría.

Esteban conectó con mi mirada y la sonrísa se le fue.

Pasar desapercibido ya no estaba en los planes, al parecer.

No me había dado cuenta que las personas que pasaban a mi lado me miraban como si fuera uno de los peores intrusos.

No, definitívamente este no es mi mundo.

La incomodidad era bastante obvia.

No intenté dirigirle la palabra a Esteban, pero él exigió que lo mirara, evaluándome.

Rodó los ojos y su vista pasó de mí, hacia los corredores.

Thiago era el que corría en la pista.

Como si supiera el desastre que se armaría si me topara con él, me hizo una señal, indicándome el paradero de Venus.

Hice un gesto con la cabeza, como en modo de gracias.

Una chica que andaba parada en la puerta, cruzada de brazos, me vio de arriba hacia abajo con desagrado.

Esta gente era dificil de tratar. Ni una pizca de delicadeza, nada. ¿La formalidad? Esa palabra no la conocían.

Miró por encima de mi hombro hacia Esteban.

Al parecer el chico dio luz verde y se hizo a un lado con obvia irritación.

Sí, bueno, es mutuo.

Entré lentamente, atento a cualquier cosa. Ella no estaba ahí. Había una puerta a una esquina y entré como dueño de casa. Ahí estaba la descontrolada chica.

Sentada en un asiento de oficina, con varias hojas en la mesa, con el ceño fruncido, como si estuviera absorta en sus pensamiento.

Levantó su mirada aún con ese gesto en su rostro.

Si estaba impresionada por mi presencia, no lo hizo notar. Mas bien, devolvió su atención a lo que estaba y habló:

—Tardaste poco en venir.

Me recosté de la pared, contemplándola.

—Digamos que Logan entiende el peligro en que estaría si te hubiera perdido, y usó la lógica de llamarme en cuanto lo supo. —hablé tranquilo.

Nuestro pequeño accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora