Capítulo 15 ( Dame el beneficio de la duda ) EDITAR

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Sofocada. Totalmente sofocada en estos momentos. Estaba intentando dormir, pero simplemente no podía. Sabía que debía de explicarle bien con lujos y detalles a Esteban y a Thiago, pero simplemente las palabras se quedaban en mis pensamientos, enredándose cada segundo y empujando mi pecho hasta sentir que se me iba a salir. No podía conciliar el sueño, estaba hecha un desastre, de por sí soy uno...

Todos estábamos en la casa de Thiago, empezó a llover y nadie estaba ya de ánimos para salir, para ser claros, estaban en un estado de inconciencia. Sí, habían bebido hasta la mierda, yo intenté mantenerme a raya, no era buena idea ligar mis malos pensamientos con el alcohol.

Mi celular vibraba en la mesita de al lado, pero no atendía. Estaba en el cuarto que antes usaba cuando decidí quedarme aquí un tiempo. Era el cuarto de visitas, pero Thiago no traía a nadie, básicamente, solo yo lo he usado, tiene mi esencia. Estaba con una Vicky dormida y en el sofá cama descansaban una pareja de borrachos, ya sabrán quienes. Thiago dormía junto a Esteban. A muchas personas les resultaría extraño, pero francamente, ellos son hermanos, es algo normal, me atrevo a decir que hasta cómodos se sienten de esa manera.

Con el fuerte sonido de la lluvia al caer, me aterrorizaba más la idea de estar cerca ante aquel chico. No necesitaba protección, pero una ayuda no caería mal. Volteé de mala manera el celular, intentando que el resplandor al recibir la llamada, no iluminara la habitación, no me dejaba pensar, ni estar tranquila. Ya le había avisado a mi madre que no me pasaría por allá, así que era lo de menos.

Me paré con sumo cuidado, intentando no despertar a Vicky. Llegué hacia la habitación de al frente donde descansaban los chicos y me quedé en el marco de la puerta.

Todo estaba oscuro pero podía notar aún el cabello largo con ese ligero tono diferente de cabello, y un...¿unas almohadas al lado?

Pero que cojones...

—¿buscas algo?— la voz adormilada de Thiago resonó en mi mente como una campana anunciando el gran acontecimiento. Me sobresalté al escucharlo y tomé aire, llevándome la mano a la nuca.

—no sabía que...— paré intentando ubicar sus hermosos ojos grises entre la oscuridad que nos arropaba— ¿qué haces despierto?

—podría preguntar lo mismo— su tono de voz era aún frío, como siempre, pero tenía algo mezclado, además de sueño, claramente.

—estás ebrio— solté todo el aire que tenía guardado. Me abracé a mi misma cuando un trueno resonó en la estancia.— odio los putos truenos.

—no estoy ebrio. Ve a dormir, así no los escucharás más, escucha música y lo harás enseguida.— se recostó del otro extremo de la entrada de su cuarto.

Esteban descansaba boca abajo, se veía hermoso aún en su estado de ebriedad.

—él si está ebrio. Tendré que ayudarlo mañana— dijo con un tono aburrido.

—¿para qué está la familia?— me encogí de hombros junto a una pequeña sonrisita.

ajó su rostro, como si estuviera pensando, sumergido en su mundo.

—¿por qué no duermes?

—no puedo hacerlo, necesito absoluta tranquilidad para eso— se pasó una mano por el rostro intentando espantar el sueño.

—lo sé— fue lo único que susurré.

—¿y tú?

Intenté decir : tengo que pensar qué carajos hacer con mi vida ya que me meto en lo que no me importa y solo paro embarrada en mierda. Pero me controlé.

Nuestro pequeño accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora