Capítulo 14 ( Me debes algo ) EDITAR

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No sabía si estaba viviendo o soñando pero en ese momento lo único que podía hacer era permanecer con los ojos bien abiertos por la sorpresa de su acción tan inesperada.

En cuanto me di cuenta de que sí, estaba pasando, sabía que no iba a desperdiciar la oportunidad.

Sus labios me besaban con ímpetu en ese momento. Sus manos agarraron con firmeza mi cintura y sentí un interruptor encenderse al instante.

Mierda, a estas horas, ¿cómo uno se controla?

¿Y quién dijo que quería controlarme?

Enredé mis dedos en su cabello con desesperación, atrayendolo más a mí

Su respiración empezó a ser sofocada. Se nos estaba yendo de las manos.

Se nos estaba yendo la respiracion al no poder controlarnos.

Intentó estrecharme contra él y le mordí el labio. Un leve jadeo salió de su boca y eso no hizo más que aumentar la tensión. Sentíamos esa necesidad de entrelazae nuestros labios sin separarnos ni un centímetro, no queríamos dejar ningún espacio de por medio.

Estaba amando la manera en que me estaba tomando, con agobio, como si el momento se fuera a esfumar entre sus manls y quisiera aprovechar cada segundo que transcurría, así que me tomaba ¡y como me tomaba!

Sus labios eran cálidos, suavds con cierta ansiedad que empezaba a caracterizar el momento y empecé a necesitar más.

Nos separamos un momento, un solo momento para tomar una bocanada de aire. Quise pasar a otro nivel, pero no me lo permitió, lo entendí cuando juntó su frente con la mía, cuando su aliento mentolado chocó contra el mío. Trato de aferrarme a los detalles pero se me escurren entre las manos. Su mirada queda estancada en la mía y vel sus ojos, ese sentimiento que se está acentuando en él, ese de arrepentimiento.

Odié como su mente trabajaba en aquel momento. Se alejó tan rápido con la total intención de dejarme atrás, de irse, alejarse lo más posible de mí, pero no lo iba a permitir.

No, esta vez él no decidiría.

Lo agarré del brazo hasta atraerlo hacia mí.

—No —fue  lo único que logré articular con la voz entrecortada.

Su mirada era de puro arrepentimiento. Era como si incluso le doliera permitirselo.

Me levanté y me acerqué a él aún con mi mano impidiendole llegar lejos.

Me acerqué a centímetros de su cuerpo y empecé a acariciarle el rostro con delicadeza.

—Por favor —le pedí, negando lentamente.

El momento se tornó de un extremo a otro. Estaba doliendo, esto estaba doliendo, y más de lo que pensaba que podía. Eso me asustaba, estaba teniendo poder en mí cada día más sin darme cuenta. ¡no quería! Tenía esa fuerte atracción hacia algo distinto. Algo dentro de mi cabeza susurraba su nombre.

Sentí que desde que  cruzara esa puerta, todo esto para él sería solo un gran pero gran error, y quería evitarlo a toda costa. Lo quería a él.

—¿qué tan dificil es para tí esto? ¿Por qué intentas algo y luego te retractas? —su gesto demostraba que se estaba debatiendo algo, quizás contradiciendose. Estaba teniendo una fuerte lucha interna y eso por lo menos demostraba que quería, claro que quería, pero no podía por alguna razón y sentí que se me tiraban las razones al suelo al pensar en cada una de ellas.

Él no dijo nada, se quedó ahí con la mirada dolida. Se me estaba encogiendo el estómago.

—Piensa en las razones por las que actuas de una manera y que es lo que te hace hacerlas —solté sonando peor de lo que debería—. Esto no debería ser una busqueda de excusas sin parar — solté con disgusto para luego quitar mi agarre—. No me merezco esto y me imagino que tú estas pensando igual. No te mereces a una niña caprichosa, como yo. Puedes irte, cierra la puerta esta vez —Me dirigí como si nada al baño y escuché como me nombró con escozor pero lo ignoré y cerré la puerta con moderación.

Había amanecido. Yo me había recostado de la puerta con mis rodillas pegadas al pecho, como si estuviera aterrorizada y no me permitiera morir en el intento de salie a hacerme la fuerte, la valiente.

No lo era en esos momentos.

No quise fingir ser fuerte cuando en verdad me estaba doliendo más de lo que quería permitir. Había pasado horas en el baño, tanto que me dolía el cuerpo de estar en aquella posición.

Me desperté con los suaves ruidos en la puerta y la voz de  mi madre despertándome.

—¿Será que puedes bajar? No fuiste a clases hoy —no sonaba molesta a pesar de todo.

Me aclaré la garganta.

—No iré ya tampoco —intente sonar lo mejor posible.

—Ya. Pues lo sabía ¿Vamos a caminar más tarde, quieres venir, cariño? —su voz dulce era tan estresante para mí en estos momentos.

Yo, teniendo una real crisis existencial  y ella recordandome que el mundo sigue.

—¿y el restaurante? ¿Piensas dejarlo?

—Abriré una hora más tarde —me responde como si fuera algo propio de ella. Nunca deja de abrir aquel lugar.

—No, no iré, no quiero salir —digo apretando las manos en mis rodillas y mordiendome el labio.

—Cariño, debes salir del baño. Ya sé, te haré chocolate.

Me rio. Al parecer todo el mundo sabe mi amor por aquel líquido.

—Eso suena bien —intento concluir con eso y en efecto, siento sus pasos alejarse.

Me levanto lentamente con el cuerpo adolorido y me veo al espejo.

Un asco.

Suelto un quejido por el dolor que me entra como un remolino.

—Seguirás siendo la misma Venus de siempre, ¿desde cuándo eres así de sensible?—solté el aire que tenía guardado y me fui a bañar para bajar presentable.

El agua caliente empezóa relajarme los músculos y con ello, mis ideas. Recordé que la madre de Aiden todavía seguía en casa y tendré que verla obligatoriamente.

Luego de ponerme una ropa de deportiva bajé las escaleras para encontrarme con la viva imagen de mi desgracia.

¿Qué hacía él todavía aquí?

Estaba jurando que iba a tener ls decencia de salir de esta casa. De mi vida, mejor.

Traté de no enfrentarme a él ni delante de nadie, ni solos. Haría lo que cualquier persona dolida hace cuando lo atacan. Ignorar.

—Buenos días, mi vida, ¿cómo estás? — Luisa me da una de las mejores sonrisas mañaneras que me hubieran dado en la vida.

—Buenos días —lástima que yo no pude devolverle el gesto—. Muy bien la verdad —le sonreí de lado, esperando que se lo tragara.

—¿Vendrás con nosotras? Recuerdo que antes te gustaba salir a caminar con este par —mantiene una taza de café enfrente mientras me mira.

—No, la verdad es que necesito hacer cosas de la universidad, no fui hoy, pero mañana es trabajo doble —busqué mi chocolate y me senté al frente de ella.

—Claro, ay, que recuerdos —recuesta su cara sobre una de sus manos como si estuviera pensando en Disneylandia.

—Tuvo un buen recorrido, ya que lo dice así —tomo uno de los panes que hay en el  entro de la mesa y empiezo a ponerle  mantequilla.

—Para nada, nunca le gustó la universidad —habla mi madre entrando en el comedor junto a Aiden.

—¿Y eso? —intento ignorar su presencia a como de lugar.

—Pues, no le gustaba hacer clase, por eso lo dejó —a mi madre le parece divertida la vida de su amiga, y tal parece que a ella misma ya que se ríen.

—Aiden, ¿dónde dormiste anoche? —le preguntó su madre y desde que aquellas palabras salieron de sus labios se atoró. Yo casi estaba por hacer lo mismo.

Esperó unos momentos para contestar. Se sentó rectamente, como si fuera una conversación trivial, pero hubiera que mantener las apariencias.

—¿Por qué lo dices? ¿Fuiste a buscarme? —él ignoraba su mirada.

—Me levanté para beber agua y no te vi  —intentó ocultar su sonrisa.

Miré a mi madre en ese momento, pero su rostro no podía estar más despreocupado.

—Déjalo— respondió mi madre como si no hubiera remedio.

Y al instante ella soltó una carcajada.

—Madre —le reprochó Aiden con sumo cuidado.

¿De qué me perdí?

No pregunté, ya que lo interpretarían como si me importara donde estuvo realmente. Jodiendome la existencia, eso se los puedo asegurar.

—Venus, ¿para dónde vas?

—Saldré un rato, ma. Vuelvo en la noche —le informé.

—Vas a las carreras —suelta rodando los ojos.

—Sí, llámame si necesitan que las busque, le diría a Thiago o a Esteban — empecé a comer más rápido, para así irme.

—Gracias, cariño, pero Aiden irá con nosotras, no te preocupes, él nos traerá.

—Bueno, de acuerdo, no hay problema—le respondí dando el último bocado del desayuno.

—¿Iras a casa de Esteban? —alzó la voz mi madre mientras me dirigía a dejar la taza de chocolate en la cocina.

Aiden no me miraba, no articulaba ni una mierda, y no pude estar más agradecida.

—No, iré a la de Thiago —respondí en el mismo tono.

—¿No quieres que Aiden te acompañe?—preguntó la otra voz femenina.

Me reí con sarcasmo.

—No, descuide, mi amigo me trae — quería soltarle un "en su puta vida volveré a estar en el carro de su hijo" pero soy decente y puedo soportar optar por otras respuestas.

—¡Cuidate, cariño!

Cierro la puerta y empiezo a ordenar la recámara. Le envío un mensaje a Thiago para que venga por mí y solo espero mientras.

Prefiero alejarme lo más posible de Aiden a como de lugar. Quitarme de su vida de una vez por todas, no contar ni con su presencia. Solo es un daño más. Una mancha en mi memoria.

Me hago un coleta en el cabello y me dirijo hacia la sala cuando escucho la puerta.

—Oh, cuanto tiempo —la madre de Aiden se  recuesta de la mesa mirando a Thiago y a Esteban.

—Mucho —Esteban le da un beso en la mejilla y saluda luego a mi madre.

Pero...¿qué carajos?

—¿Desde cuándo se conocen? — pregunto bajando a prisa.

Veo como los hombros de Aiden se tensan cuando escucha mi voz. Estaba dándome la espalda, al parecer bebiendo algo, o comiendo, no sé realmente.

Nadie me responde.

—¿qué?— reitero molesta.

—Los he visto en el supermercado, me han ayudado mucho con las compras y eso —me explica la Luisa con una media sonrisa.

—¿Ah, si? —me recuesto de la pared—.  Que raro, ellos no van de compras a menos que sea para comprar chucherias. Así que puedo cobtar las veces que lo hacen.

—Venus, vamos —me apresura el pelirrojo.

Ruedo los ojos y obvio el tema.

Miro de reojo a Aiden y a Thiago. Fríos.

Cual de los dos más polo norte.

Esteban me pasa el brazo por el hombro y salimos.

—¿Quién maneja? —pregunto y al instante Thiago me tira las llaves.

La miro y le sonrío.

Él sabe que necesito esto para desestresarme.

Entre el aire desordenando mi cabello, la adrenalina de correr en calles abiertas, la rapidez con la que he estado manejando, eso es vida para mí. La sonrísa de satisfacción no se me ha quitado en ningún momento. Reto a la gravedad en muchas ocasiones y oigo los gritos de Esteban al sentir la euforia mientras veo de reojo a Thiago con una media sonrísa.

—¿A dónde vas? —me pregunta Thiago por primera vez.

—Vamos al lago antes de ir a las carreras, no me gusta ir tan temprano.

—Bien —Es lo único que responde de forma monótona.

—¿Todo bien? —me pregunta Esteban desde el asiento de atrás.

Asiento levemente doblando en U.

Cuando vamos al lago es porque necesitamos espacio para pensar. Pero es un espacio abierto en el que tambien nos  necesitamos a nosotros tres juntos. Como si quisieramos estar, solo eso. Tener paz.

Suspiro relajada al bajarme del auto y ver el lago. La luz del sol reflejada en el agua, el aire perfecto, los sonidos de la naturaleza. Todo es perfecto.

Nos acercamos a la orilla, donde permanece un pequeño puente en el que nos sentamos siempre.

Cierro los ojos para prestar atención alrededor. A la vida.

—¿Qué ha pasado? —Esteban me acerca y me planta un beso en la frente para luego desordenarme el cabello.

Bajo la mirada y juego con mis manos con torpeza.

—Me siento extraña —me sincero.

—¿Extraña cómo? —me pregunta Thiago esta vez y giro la vista hacia él.

—Primero, sé que tu y yo estamos en la cuerda floja, no me gusta. No somos así.

Me mira con esa frialdad que todos catalogan, pero sé que al final de esa mirada, no es lo que parece.

Resopla antes de contestar.

—Venus... es dificil controlarme  cuando se trata de cualquiera de nosotros.— mira alrededor antes de continuar—. No puedo ver como cambias por otra persona que no tiene nada que ver con nosotros, con nuestro mundo. Me vuelve impulsivo. Y si quieres que sea más claro— esta vez me mira detenidamente. Siento que me estudia en esos momentos—. No quiero que estes con él. Y veo como te está acorralando, como te está atrayendo hacia él. No lo puedo soportar, y no quiero permitir que siga pasando, y sé que lo entiendes.

Claro que lo entendía. Yo soy exactamente así con él. Sus palabras llenaron y a la vez dejaron un hueco en mí.

—Al parecer me estoy volviendo débil—rio sarcástica.

—Eres humana —responde Esteban.— sabes que ninguno de los dos quiere permitir que te hagan daño, y él, pues, lo hará.

Me quedo callada y los dos me miran luego de un momento.

—¿Qué hiciste? —pregunta Esteban acompañando la oración con una risa.

Suelto el aire.

—No, que no lo diga —ordena Thiago con la voz fría.

—Thiago —le reprocha Esteban.

El celular de Esteban suena al instante, pero el lo obvia. Nunca cogemos llamadas cuando estamos aquí, pero la persona es tan insistente...

—Cógelo —habla Thiago mirando la pantalla.

—Vuelvo enseguida, puede ser importante— se levanta y nos deja en el cálido silencio del lugar.

—Te extraño— suelto.

Él mira sus pies dentro del lago.

—Perdón— vuelvo a insistir.

Sé que quiere decir muchas cosas en estos momentos, incluso gritarme, pero no se las permite.

—Quiero a mi thiago devuelta —mis ojos son de derrota absoluta—. Por favor —ambos sabemos que nunca digo esas palabras y que si lo hago, es porque de verdad me está afectando.

—Descuida— se recuesta hacia atrás, aún sentado.

—Siento que me estoy perdiendo a mí misma, no quiero perderlos a ustedes también, ¿sabes?

—Y no lo harás.— siento su mirada penetrarme hasta los huesos.—no lo harás, Venus, estaremos siempre aquí—  me acaricia la mejilla. La suavidad con la que se siente su tactoen mi piel me tranquiliza y hace que me ponga más sentimental. Sus ojos grises son los más hermosos que yo haya visto y me alegro de tenerlos enfocado solo en mí.

—¿Quieres correr hoy? —me pregunta con un tono más dulce.

—Sí, creo que lo necesitaré.— cierro los ojos y siento los rayos del sol chocando con mis párpados.

—Chicos —Esteban entra en nuestro campo de visión y nos giramos para verlo—. ¿Nos tiramos o qué? —empieza a quitarse la ropa.

Le sonrío de vuelta y empieza a correr hacia el lago. Al instante suena el impacto contra el agua.

Su cabello rojizo mojado es una obra de arte.

—¿Vamos? —miro a Thiago y noto como mira a Esteban con una media sonrísa.

Su mirada se fija en mí, para luego asentir.

Empezamos a quitarnos la ropa y corremos hasta chocar contra el agua tibia.

—Joder —susurro al sentir como me arropa el viento.

—Esto nunca dejará de ser mi droga— Esteban se mantiene flotando y mira al cielo.

Estos momentos son necesarios para sentir que uno vive. Los miro y sonrío de  par en par. ¿Qué haría yo sin ellos?

—Venga, Venus, hagamos una carrera— Esteban se acerca a la orilla del pequeño puente como punto de partida y Thiago y yo lo imitamos.

—Uno, dos...

Así nos la pasamos, hablando, reprochando, diciendo incoherencias, jugando cosas absurdas, que son tan importantes a la vez.  Me siento aliviada, con pilas nuevas, con otros colores, es refrescante.

Nos dirigimos hacia la casa de Thiago para pedir algo de comer mientras vemos algo. Decidimos ir al centro en la noche, es más divertido.

—Vaya, parece que tenemos compañía, y de la buena —no entiendo el comentario hasta que apago el motor del auto y veo por la ventanilla.

Ahí paradas están Lila y Vicky.

—Joder— musito por la sorpresa.

—Amor de mis amores— Esteban sale de inmediato del auto y extiende sus brazos para abrazar a las dos chicas que permanecían de brazos cruzados en la puerta de aquella casa.

—¿Y eso, ustedes por aquí?— pregunto en cuanto llego hasta ellos.

—Pues, queríamos hacer algo por nuestra vida, así que elegimos venir acá para saber si querían salir.— Lila habla con calma, una muy sospechosa, la verdad, ya que lo hace cuando miente, pero intento fingir que me la creí.

Sé que no quise salir aquella vez con ellas, por eso tampoco me han llamado.

—Podían ir a mi casa, igual—se me sale el comentario.

—¿Después de lo de aquella vez? No, gracias— sabía que sería Vicky la que hablara primero sin pelos en la lengua.

—Me agarraron de malas, como ustedes pueden estarlo tambien— suelto con hastío.

—Vamos a calmarnos, chicas, por Dios— suelta Esteban divertido.

Thiago abre la puerta de su casa y entramos sin mediar palabra.

—¿Qué vamos a pedir?— pregunto tirándome en el mueble.

—¿No sé, qué quieren ustedes? — Esteban las mira esperando su respuestas.

Todavía están a  la defensiva conmigo.

—¿Pueden dejar de estar en ese mood? Me fui a un retiro espiritual, calmemos las aguas— dramaticé lo hablado con un movimiento de olas.

—¿Qué puta hierba le has dado?— le pregunta Lila mirando a Esteban.

—¿yo? No mames,¿ por qué yo?¿ Por qué no sería Thiago?

Todos lo miramos con el mismo significado: ¿ enserio lo preguntas ?

—Bueno, bueno, vale, a la mierda la confianza en Esteban— alza sus manos para dramatizarlo.

El día la pasamos tranquilos, sin ningun otra intervensión, un día normal, pero importante al mismo tiempo, ya que no siempre se daba en sí que estemos juntos todos y obviando el mal aire que había entre las chicas. Todo iba perfecto hasta que vi un mensaje en mi celular.

Número desconocido.

"Creo que me debes algo. No te habrás olvidado de mí, ¿o sí?"

Maldita sea.



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