Capítulo 11 (Te está empezando a doler) EDITAR

1.8K 210 3
                                    

Había hecho un mini berrinche al no querer bajar. Intenté repetirme una y mil veces que tenía que controlarme, que no haría un escándalo. Empecé a bajar las escaleras para toparme con un sonriente pelirrojo en mi cocina con una bebida energizante en la mano.

—Hey dormilona, ¿Cómo va todo? — preguntó interesado.

—Bien, todo como debería —mentira

—¿Ah, sí? —expresó divertido y rodeé los ojos.

—¿Te ha contado algo? Ya que me estas preguntando... —pregunté sin ganas mientras le daba un mordisco a una manzana que encontré en una canasta. Me puse a su lado y me crucé de brazos recostada de la isla.

—No en verdad, pero se podría decir que los conozco. ¿Algo que me quieras contar? —sé que trataba de entendernos a los dos, siempre había sido comprensivo y muy observador.

Resoplé.

—Digamos que, tuvimos una pequeña diferencia.

Le dio un trago a su bebida para responder:

—Vaya, eso es...¿Raro? Mayormente nuestras diferencias son con los demás, ¿qué pasó? Debiste de joderla bien grande.

Me tomé mi tiempo para responder.

Empezó a tomar un sorbo de aquella bebida.

—Creo que introducimos el tema de nosotros, y no salió tan bien —dije con un aire ausente.

Al instante Esteban expulsó el líquido de su boca, y empezó a toser. Tomó una bocanada de aire y miró sin rumbo alguno hacia la parte de la sala.

—Se pone cada vez peor —se rio y tragó fuerte —como decírtelo, eres un tanto impulsiva cuando se trata de él, los tres lo somos. Piensa bien antes de hablar, siempre te lo he dicho.

Lo miré seriamente. Intentaba decirme que le diera su espacio, lo supe.

—Le daré todo el espacio que quiera — dije de mala gana mordiendo la fruta.

—Venus... —me reprochó.

Sí, estoy actuando mal tal vez, pero me vale.

—No, sé que no peleamos, pero, si supieras lo que me dijo, como si yo estuviera atándolo a mi sin quererlo.

—Creo que te estas ahogando en un vaso de agua. Thiago dice muy bien sus palabras, ¿Está segura que no estás mal interpretando lo que te quiso dejar dicho?

—Solo sé que estoy lo bastante enojada como para no querer dirigirle la palabra y sabes bien que me estoy aguantando solo porque se trata de él.

—Lo sé, lo se, solo... —hizo un gesto enredado —no lo presiones —luego, Seguió el cuerpo de Thiago al entrar a casa.

Me volteé para no chocar miradas y terminar de comer para irme.

—El centro está lleno, solo pasaremos como de costumbre, tengo cosas que hacer luego, así que andando —dijo recogiendo su chaqueta. Desde mi lugar me llegaba la puta frialdad emanaba.

Me lleva el diab...
Ahora prefería ignorarme.

—¿Estás lista? —me preguntó Esteban como si no hubiéramos estado hablando de un tema importante hace menos de un minuto. Asentí.

Luego que entramos al coche, preferí ir en la parte de atrás. Siempre que íbamos en algún auto estaba con mis piernas encima de uno de los dos en la parte delantera, pero no dudé en irme lejos para no captar más su mal humor.
Aunque él siempre parecía molesto.

En el camino ellos dos no paraban de hablar sobre lo que ocurría en las carreras, comentarios, algunos fuera de lo común de Esteban y ganancias del lugar. Thiago intentaba como siempre ser preciso para hablar menos aunque con nosotros era que más interactuaba.

Una vez que llegamos al lugar, vi mas gente y por un segundo, pensé que algo malo había pasado.

—¿Pasó algo? Hay demasiada gente.

—¿Es que acaso no escuchaste nada de lo que dije, Venus? —me reprochó Esteban.

—No, no estaba en eso —le dije de mala manera y él rodó los ojos.

Cuando parqueamos el auto, nos dirigimos hacia la parte central de movimiento donde se empezaban las competencias.

Vimos 5 autos compitiendo, no los conocía ninguno.

Empecé a respirar. Extrañé venir. Este era mi hogar y no haberme hecho cargo por estos días me había dejado un poco vacía, pero mis chicos saben que no lo dejaría por nada del mundo. Muchas personas se acercaron a nosotros para saludarnos, algunos colegas y otros nuevos. Les dimos una cordial bienvenida y obviamente las bebidas sobraba en ese momento, pero los corredores estaban a flote. Se había mantenido todo en orden gracias a Dios, era todo lo que necesitaba para sentirme mejor. Algunas personas miraban mi brazo tatuado como si intentaran decifrarlo. Ignoraba comentarios o miradas ya que me valían. Esteban posó su brazo por mis hombros mientras bebía un poco.

—¿Cuál creen que ganará? —nos preguntó Esteban.

En cuanto una chica rubia con escasa ropa dio la señal para que prepararan los motores, resonó en toda la estancia uno en específico, un rojo espectacular, la verdad. Eso fue música para mis oídos.

Thiago señaló con la cabeza aquel auto.

Se le notaba en la mirada su amor por esto y eso me encantaba.

Pero no, estas quillada, ignóralo.

—Ha ganado todas las competencias esta semana —nos informó con una sonrisa de lado.

Miré a Esteban esta vez. Tenía a Thiago de un lado y a Esteban de otro.

—¿De dónde viene? —pregunté curiosa.

—Hawai.

Me reí, incrédula.

—Wao, es bastante raro ver a alguien de Hawai por aquí.

—Eso pensé, pero lleva las carreras en sus venas, ama la adrenalina —dijo por encima de los gritos de emoción de todos los presentes.

Siento una mano tocar esa zona detrás y mis alarmas se ponen a mil al instante. Miré por inercia a mi lado.

Thiago me sacó el celular de la parte trasera de mi pantalón y me enseñó la pantalla.

Empecé a expulsar todo el aire que tenía guardado.

—Te están llamando —me dijo con ese tono agrio.

Lo cogí rápidamente y ni siquiera me di el tiempo para ver quién era.

—Aja, diga —respondí de mala gana.

Nadie contestó.

Miré la pantalla y sentí que mi corazón dejaba de hacer su función, se me heló la sangre. De pronto, sentí el silencio arroparme, mi mente poniendo una barrera para solo poder escuchar su voz.

—Aiden, ¿Estás ahí?

—¿Dónde estás? —me preguntó con un tono demandante.

Pensé bien si decirle o no, pero no quiero más problemas.

—Con Vicky —le mentí un tanto indecisa.

—Ya.

Me colgó.

Empecé a darle vueltas al asunto.

¿Pero qué carajos? ¿Y ahora qué hice?

Me invadio la intranquilidad.

¿Desde cuándo Aiden tiene control en mis emociones? Era algo indescriptible. Me salía, era como si mi cuerpo reaccionara de una manera, sin percatarme de ello, y eso me estresaba, me irritaba, quiere decir que no soy totalmente propietaria de mis emociones.

—¿Qué pasó ahora? —fueron las primeras palabras que me ha dicho después de lo de hace unas horas.

Pensé en no responderle y él se adelantó.

—No es tampoco para que te comportes así —actuó como si estuviéramos teniendo una conversación de lo más normal sobre el clima. Él ahí siendo completamente él, con su aspecto de SadBoy, brazos cruzados, mirando un punto fijo sin emoción alguna.

Se te olvidó decir que está bueno, sobre todo.

Decidí responderle:

—Estoy empezando a pensar que te gusta que desafíe las normas —me dirijo a él esta vez, retándolo con la mirada —sabes lo explosiva que soy y me estás tocando los cojones.

Dirigió su mirada hacia mí, pero no se volteó, solo analizó mi rostro durante unos segundos para seguir viendo todo lo que nos rodeaba.

—No puedo decir lo que quieres escuchar, las cosas no funcionan así —se metió las manos a los bolsillos.
Mírame, joder.

—Me abrí hacia ti. Siempre fue así, y lo único que me dices es: ¿Yo tampoco? — suelto una risa carente de gracia —vaya cojones.

—No mal interpretes mis palabras —me recordó lo que me había dicho Esteban y fruncí el ceño —si quieres que sea más claro, bien —pausó un momento para mirar por la pantalla grande las grabaciones de las carreras —Procura que cuando me pidas algo yo pueda obtener lo mismo de tu parte, esto no funciona cuando quieras —se giró totalmente a mi sin importar las personas a nuestro alrededor. Esteban se había alejado a propósito para darnos espacio.

—¿Con quién me compartes tú, Thiago? —expulsé esas palabras con odio ¿De dónde salía la idea de que yo estaba compartida?

—No preguntes lo que sabes —se acercó tanto a mí que podía sentir su respiración chocando contra mis labios.

Nos quedamos en un pequeño silencio.
Observé sus ojos grises.

Esos malditos ojos.

Intenté no pensar en ello, pero era difícil. Él era difícil, ¿Cómo no prestarle atención? Contenerme no se me daba con él.

Empecé a recordar esos tiempos en donde mis labios tocaban los suyos con ese ímpetu. Quería probarlo, quería hacerlo de nuevo, pero algo me decía que no, que no era lo correcto, solo eramos amigos, no podía confundirme ni confundirlo a él.

Mi respiración paró por un momento cuando vi que se fijó en mis labios sin descaro alguno.

Él no me lo ponía fácil.

—Siempre he sido tuya —le susurré.
Y era verdad, siempre fui de él, y él siempre fue mío, nadie me lo quitaría.
Yo obtenía lo que quería de cualquier manera, pero lo hacía.

Su cuerpo se tensó al instante y me arrepentí de decirlo.

—No sabes lo que dices —negó lentamente. Respiró profundo y eso era un gran indicador de que se estaba reprimiendo. Lo hacía cuando necesitaba marcar un límite para no estallar.

—¿Por qué no me crees? —soné un poco molesta, pero a la vez dolida.

Era mi Thiago, y no me creía.

—Me pones las cosas muy difíciles, ¿Lo sabes, ¿Verdad?

—Eso no responde a mi pregunta — contesté rápidamente.Bufó.

Sé que él no expresaba mucho sus sentimientos y que por lo menos lo conversemos de manera abierta, con sinceridad, me calmó un poco.

Lo agarré de la nuca y junté nuestras frentes.

—Tú y Esteban, son mi todo, entiendes, ¿No? Así que no te tomes atribuciones de mis sentimientos, yo sé lo que siento. Te amo por si no te quedó claro —solté siendo lo más directa posible —los amo —me corrigí.

Agarró mis manos con total delicadeza y me separa lentamente, eso hizo que me rompiera un poquito más.

—No estoy negando tus sentimientos hacia mí — respondió tranquilo, desequilibrándome totalmente —estoy ayudándote Venus...

—¿Ayudándome en qué?

Se llevó las manos al pelo con desesperación.

Era tan raro ver como expresaba su frustració, siempre mantenía una pared entre el mundo y él.

—No quiero aprovecharme de tu debilidad — soltó como si temiera que si lo pensara mucho, no lo diría.

—¿Qué debilidad? ¡Estoy bien! ¡Joder que sí!

—Venus —me nombró con su voz tan ronca, que fue apenas un susurro —No necesitas a nadie en tu vida para ser feliz, pero en algún momento te tocará compartir de ti y no quiero ser solo ese amigo de "fuimos algo, pero quedamos en otros términos". No solo me dañaría a mí, sino a ti, y estoy muy consciente de que si pasa algo, nos arrepentiremos, porque estamos muy bien así. No eres mía en su totalidad y si no obtengo todo de ti, no funciono, no acepto esos términos, o es todo o es nada. ¿Sabes por qué estás en un momento de debilidad? Porque te está empezando a importar, a doler —me señaló el corazón —y eso es razón suficiente para mí. Puedo intentar cambiar vidas, pero es imposible cambiar destinos.

Negué lentamente sintiendo una dolorsa opresión en el pecho. Sentía que algo me estancaba. Ese vacío indescifrable.

—¿Qué me está empezando a importar? —fue lo único que se me ocurrió decirle en un hilo de voz.

Su vista pasó de mi. Creí que solo quería ignorarme. Su rostro se endureció. Se tornó frío, indiferente. Había vuelto a subir las barreras. Vi como hizo puño sus manos y me sentí peor. Miré sin entender nada. Seguí la dirección a donde su vista había parado.

Aiden estaba parado a unos cuantos pasos de nosotros.






Nuestro pequeño accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora