Capítulo 21 (¿Cuál es tu mayor miedo, Aiden?)

1.4K 150 24
                                    

—Vamos, tengo que ir a ayudar a mi madre —me reí

—Es muy temprano, ella no abre el restaurante a estas horas —me mantuvo a su lado, agarrándome de la cintura mientras seguía sentado en la cama.

—¿Y cuanto crees que me tome al llegar allá? —me crucé de brazos.

—Por Dios, eres una corredora profesional, no me vengas con esas -me dedica una media sonrísa y empieza a besarme el vientre, provocándome una serie de sensaciones, me apoyo en sus hombros con cuidado.

—Aiden —le reproché aguantando un suspiro.

—Solo quédate un poco más, yo también tengo que ir a trabajar —subió el recorrido de sus besos hasta llegar al principio de mis pechos.

—Te prometo que llegaré temprano —le acaricié la barbilla con dulzura.

—Tengo mucho trabajo hoy, amor —soltó, un poco desalentado. Se levantó apenas, para lograr robarme un beso.

—No te vengas a quejar, te encanta estar allá —lo miré con una ceja levantada.

—Me gusta más estar contigo, los dos, juntos en la cama —una sonrísa traviesa salió de sus labios. Sus ojos me incitan cada vez más a aceptar lo que me pide y me aguanto una sonrísa, eso solo admitiría mi derrota.

—Viendo netflix hasta dormirnos —lo molesté un poco.

—Y algunos besos de por medio -me hala hasta hacer que me siente a horcadas —con algunas caricias —sentí como envuelve mi pelo en su mano mientras con la otra me aprieta más a él.

Suspiro perdiéndome entre su tacto hasta que escucho un ruido.

Un celular sonando.

Y al instante todo se vuelve borroso, más bien, se deshace.

Empiezo a tener frío.

Siento como voy de un lado a otro. Abro los ojos lentamente.

Oh, Dioses.

Hay una pared de cristal a mi izquierda, desde aquí se puede mirar toda la ciudad. Gracias a Dios el sol no está de ese lado, pero eso no evita los rayos que entran en ...

Este no es mi cuarto.

Me levanto espantada, provocándome un mareo ¿Dónde diablos estoy?

Intento recordar qué carajos hice ayer hasta que la cara de Aiden entra en mis pensamientos. Él borracho, yo de ñiñera. Suelto un suspiro y me incorporo con lentitud.

Él no está en la habitación. ¿Se habrá ido a trabajar? No es de extreñarse, le encanta estar metido en esas cosas. Me dirijo hacia la puerta para salir y veo como si fuera un agente en secreto el pasillo. El larguísimo pasillo blanco.
Toda la casa esta llena de luz, tanto que me cuesta adaptarme. Me devuelvo para revisar que me llevo todas mis cosas.

Genial, no traje nada.

Me dirijo al baño (que es del tamaño de mi habitación) y busco el listerin. Eso es mejor que nada. Mientras termino de enjuagarme para no apestar como si fuera una loca salida del basudero, me quedo perpleja al ver detalladamente todo y santos cielos... Esto era impresionante. Todo era con detalles que podría costar una fortuna. Unas lámparas colgaban de cada techo, como si fueran pedazos de vidrios, hermoso. Jarrones tan grandes, blancos, con barillas que al parecer eran aromáticas. El piso brillaba bajo mis pies, hasta el maldito aire se sentía tan limpio.

Me hago un moño saliendo del baño, un poco embobada por tantas cosas que no acostumbro y me encuentro a Aiden con una bandeja de desayuno en las manos.

Nuestro pequeño accidente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora