— ¡Cada uno al rincón que le ha tocado! — Exclamo a la vez que doy dos palmadas en el aire para que mis alumnos me presten atención. — Manuel, Aroa, Marta, Álvaro y Ángel al rincón de la música. Javier, Emma, Patricia, María y David al de los disfraces. Lucas, Raquel, Alma, Nicolás y Marina al de los puzles. Y el resto al de los números.El sonido de las sillas al arrastrarse invaden el aula por completo, y yo contemplo cómo cada uno de ellos se colocan en su sitio y comienzan a jugar, mientras que voy ordenando las fichas que han depositado sobre mi mesa. La puerta de la clase se abre e Iván entra con una sonrisa socarrona en el rostro.
— Hola zorrón. — Susurra a la misma vez que me da un pequeño golpe con la cadera. — ¿Qué tal ese fin de semana romántico?
Me muerdo el labio mientras que una amplia sonrisa asoma a mi rostro.
— ¿Así de bien? — Pregunta con tono jocoso.
— Mejor. Hemos estado en París. — Susurro entusiasmada.
— ¡¿Cómo?! — exclama a la vez que se tapa la boca con una mano. — ¡Cuéntamelo todo por favor! ¡Quiero detalles! ¡Detalles! ¿Qué habéis visto? ¿Qué habéis hecho? ¿Cuántas veces? — Me da un codazo. — Tú ya me entiendes.
Le doy un pequeño golpe con la mano en el pecho.
—Shh calla. — Le chisto. — Estás llamando la atención de los niños y no quiero que hoy lleguen a sus casas contando que su maestra se ha ido a París con su novio. Mi familia aún no sabe nada de Dimas y...
Iván pone los ojos en blanco.
—Vale, vale, aguafiestas. Lo dejamos para esta noche.
— ¿Y qué hay de ti? Porque no creo ser la única que tiene cosas que contar.
Él sonríe de forma pícara.
— No sabes la de cosas que tengo que contarte. — Asegura.
Mi teléfono comienza a sonar en el interior de mi bolso, interrumpiéndonos, y yo rebusco entre mis pertenencias hasta dar con él. Mi corazón se para unos segundos antes de comenzar a palpitar con fuerza cuando veo que la persona que me llama es mi madre. Qué raro. Sabe que a esta hora estoy trabajando.
Solo hay un motivo que se me ocurre para que mi madre me esté llamando a esta hora. La noticia de la ruptura de Rocio y Dimas ha llegado a sus oídos.
— ¿Te importa hacerte cargo unos minutos de la clase? —Le pregunto a Iván. — Tengo que contestar a esta llamada.
Iván sonríe de forma cómica.
— ¿Es tu príncipe de brillante armadura?
Pongo los ojos en blanco.
— Es mi madre listillo. — Descuelgo y salgo del aula al pasillo que en este momento está desierto. — ¿Mamá? — Pregunto colocándome una mano sobre la boca para que mi voz no salga disparada y se escuche el eco por todo el edificio.
ESTÁS LEYENDO
Bajo la piel de Ibaya © (+18) COMPLETA
RomancePrimer libro de la serie "bajo la piel". A todos nos gusta pensar que somos buenas personas, que jamás le haremos daño a alguien a quien queremos, que llegado el caso seremos capaces de tomar la decisión acertada. Pero a veces, solo a veces, la tent...