No me ha quedado más remedio que explicarle a mis amigas todo lo que he tratado de guardarme para mí misma estas últimas semanas, porque me daba tanta vergüenza contarlo, que solo de pensarlo me entraban nauseas. Y no he tenido otra opción que tragarme mi bochorno porque no han parado de acribillarme a preguntas referente a Iván. Así que les he confesado lo que sucedió con Dimas después de la discoteca OLIMPO. El ramo de flores que me regaló y que mi prima vio. Cómo salí del paso cuando nos encontramos los cuatro en el centro comercial. Y finalmente la conversación que tuve con Dimas cuando ellas se marcharon de mi casa hace varias noches. En la que le dije que para no llegar más lejos, y teniendo en cuenta que cada vez que nos vemos la situación se nos va de las manos, era mejor evitarnos.
Ni una llamada. Ni un mensaje.
Y está siendo realmente insoportable.
Supongo que esto es lo que sienten los drogadictos al desintoxicarse. La necesidad de un poquito más. Dar la piel por escuchar su voz una única vez. Ver su rostro, oler su aroma, tocar su piel una vez más. Y así poder aplacar esta ansiedad que me corroe por dentro cada vez que soy consciente de que no es posible. Una necesidad imposible de saciar porque la única persona que puede hacerlo está vetada para mí por el momento. Y esa misma necesidad ha sido la que me ha llevado a coger el teléfono y permanecer mirando su número en la pantalla, sabiendo que lo peor que podía hacer era llamarlo, y a la misma vez segura de que llamarlo sería la única solución a mi problema.
Cuando he sentido que las fuerzas me fallaban y que la necesidad de él le estaba ganando la batalla a mi autodeterminación, he llamado a Silvia.
Y ella está haciendo todo lo posible por distraerme mientras me muevo por mi piso limpiándolo frenéticamente. Pero necesito tener la mente y las manos ocupadas.
— ¿Estás segura de que es una buena idea? — Pregunta Silvia por quinta vez al otro lado del teléfono.
— A ver Silvi, solo te estoy diciendo que podríamos presentarlos, Rubén es un encanto e Iván también. Creo que harían una pareja estupenda eso es todo. — Digo a la vez que meto la ropa dentro de la lavadora y programo el aparato.
— No sé, Ibaya. ¿Y qué pasa cuando tu prima se entere?
Pongo una mueca de disgusto con los labios.
— A mi prima le diré que Iván se ha dado cuenta de que es gay. Y punto. No voy a monopolizar al pobre Iván con mis culebrones sentimentales.
Silvia exhala y casi puedo ver su rostro indeciso al otro lado del aparato.
— ¡Por favor Silvia!, deja de buscar excusas, los presentamos, y ellos deciden lo que quieren hacer. Son adultos. Y no estoy diciendo que les organicemos una cita a ciegas. Podemos hacer una cena en mi casa con el pretexto de inaugurarla. — Voy hasta a mi dormitorio y cojo mi ropa interior limpia y mi pijama antes de encaminarme al baño.
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Bajo la piel de Ibaya © (+18) COMPLETA
Storie d'amorePrimer libro de la serie "bajo la piel". A todos nos gusta pensar que somos buenas personas, que jamás le haremos daño a alguien a quien queremos, que llegado el caso seremos capaces de tomar la decisión acertada. Pero a veces, solo a veces, la tent...