Capítulo 13

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Ambos no sentamos sobre el escalón que da acceso a su portal

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Ambos no sentamos sobre el escalón que da acceso a su portal. Como dos colegiales que pretenden jugar a las cartas. Con la única diferencia que ya no somos críos, si no adultos que pretenden poner todas las cartas sobre la mesa.

Él aún lleva su traje de chaqueta y parece tan ridículo aquí sentado conmigo en el suelo...

Yo estoy de los nervios y me cuesta mirarlo a los ojos. Cada vez que lo hago me pierdo en ellos y me cuesta pensar racionalmente. Es como si sus pupilas tuviesen el don de hipnotizarme y conseguir que el mundo entero desaparezca, haciéndome olvidar que el mundo no gira única y exclusivamente en torno a nosotros dos.

— ¿Qué es exactamente lo que sientes por mí? — Pregunta Dimas mientras me atraviesa con sus ojos color chocolate. Le aguanto la mirada unos segundos, perdiéndome en su intensidad, en lo que su mirada me provoca. Y cuando soy incapaz de mantenerle por más tiempo la mirada, la centro en un punto indeterminado del suelo.

Su pregunta, tan directa y tan simple me pilla completamente por sorpresa. Y me resulta tan compleja de responder que no sé ni por dónde empezar. ¿Por la atracción física? ¿Por el magnetismo que su personalidad parece tener sobre mí? ¿O ahondo más? ¿Le confieso que estoy aterrada? ¿Que me da pánico estar metiéndome en medio de una relación por un encaprichamiento que no sé a ciencia cierta si es pasajero? ¿Que siempre he estado loca por él pero no estoy segura de si lo que siento es amor real o algo idealizado? ¿Le confieso que no quiero que rompa el compromiso por mi culpa porque no soy capaz de llevar esa carga sobre mi espalda?

¿Qué es lo que siento? Sé que Dimas me gusta. Dios, más que eso, me gusta muchísimo. Desde la primera vez que lo vi. Me hace reír, me gusta estar con él, me encanta pasar horas hablando con él y mi cuerpo siempre reacciona de una forma visceral cuando lo tengo cerca. Y lo del otro día...madre mía, lo del otro día me hizo ver lo bien que nuestros cuerpos encajan físicamente, cómo nos complementamos, lo bien que nos entendemos. ¿Pero puedo catalogarlo como amor?

Suspiro silenciosamente.

— Siento un cúmulo de contradicciones Dimas.

Levanto la mirada del suelo para calibrar su reacción. Y veo cómo él sonríe levemente de forma triste y asiente lentamente.

— Yo también. — Asegura.

— ¿Lo dices en serio? — Pregunto sorprendida.

La sonrisa de Dimas se hace un poco más latente a la misma vez que centra sus bonitos ojos negros en los míos.

— Pues claro que sí Iby. Soy humano. Y estoy acojonado. — Reconoce apartando su mirada de la mía y mirando al cielo nocturno.

Su confesión me sorprende y me da ánimos para sincerarme con él al cien por cien.

—No sé si esto...lo que siento por ti...

— ¿Es suficiente? — Pregunta él terminando la frase por mí. Y yo me limito a asentir, agradecida por su comprensión y por su madurez al abordar una conversación tan delicada como esta.

Bajo la piel de Ibaya © (+18) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora