Hace cinco días que no enciendo el móvil y que estoy de ocupa en casa de Yure. Pero me he encontrado tan mal que he sido incapaz de moverme de aquí. Me da miedo ir a casa y encontrarme con Dimas en la puerta. No estoy preparada para verlo después de todo lo que ha pasado. No quiero que vuelva a mentirme. No quiero que vuelva a hacerme daño. Aún me duele el centro del pecho.
Tras debatirme internamente durante media hora, me decido a encender el móvil. No debería haberlo hecho, porque cuando lo hago, veo que tengo unas veintiséis llamadas perdidas de Dimas de los dos primeros días y una decena de mensajes.
"Ibaya. Llámame".
"No sé qué coño te habrán contado pero NO es cierto".
Y un sinfín de mensajes del mismo tipo. Implorándome que le responda, que le devuelva alguna llamada.
Pero dejó de mandar mensajes al segundo día. No hay ni un mensaje de voz, ni un mensaje de texto, ni ninguna llamada en estos últimos tres días. Y no sé identificar qué es exactamente lo que me duele más. Que me acribille a llamadas y a mensajes o que me ignore y se haya dado por vencido tan pronto. ¿Estará con Rocío? ¿Habrá vuelto con ella? ¿Debería haber hablado con él? ¿Tendría que haber escuchado su parte de la historia?
Mierda. Claro que sí.
Me levanto del sofá de Yure como una autómata y me acerco al baño.
— ¿Dónde vas?— Pregunta mi amiga sorprendida cuando me ve en movimiento por primera vez en los últimos días.
Mi actividad se ha limitado a ir de la cama al sofá y del sofá a la cama, pasando alguna que otra vez por el baño y ninguna por la cocina. Solo he comido alguna pieza de fruta en estos días y cada vez que intentaba comer algo más consistente, vomitaba como una loca.
— A ducharme. Tengo algo que hacer.
— ¿Algo cómo qué? — Cuestiona Yure con los brazos en jarra.
La pobre no se ha atrevido a salir de su casa ni para trabajar. Ha trasladado su centro de trabajo a su salón, supongo que por miedo a dejarme sola.
— Voy a hacer lo que debería haber hecho desde el primer momento. Tengo que hablar con Dimas.
Yure suspira y me mira atentamente.
— ¿Estás segura de que es buena idea?
Exhalo con los ojos cerrados.
— Necesito pasar página. No puedo seguir así. — Yure asiente lentamente. — ¿Tienes algo de ropa que dejarme?
Una amplia sonrisa aflora en su bonito rostro bronceado.
— ¿En serio me lo preguntas?
Una hora después estoy vestida con unos vaqueros de Yure que me quedan un poco grandes, unas bailarinas de color nude y un jersey de lana del mismo tono. Y estoy dando vueltas como un animal enjaulado en el hall del edificio donde Dimas trabaja. Decidiendo aún si esto es una buena idea o no. Estoy hecha un manojo de nervios, y no sé ni cómo enfrentarme a él sin echarme a llorar como una idiota. No sé cuál es el sentimiento más predominante ahora mismo en mí, las ganas de besarle o de abofetearle.
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Bajo la piel de Ibaya © (+18) COMPLETA
RomantikPrimer libro de la serie "bajo la piel". A todos nos gusta pensar que somos buenas personas, que jamás le haremos daño a alguien a quien queremos, que llegado el caso seremos capaces de tomar la decisión acertada. Pero a veces, solo a veces, la tent...