Carol y Jon no podrían haber elegido un entorno más idílico para su fiesta de pedida que los jardines del hotel Pleamar. Las gigantescas palmeras, los farolillos de papel que penden de un árbol a otro y la música instrumental que hay de fondo, hace que todo esto parezca salido de un cuento de hadas. Es el prefacio de lo que sin duda promete ser la boda del año.
Carol no estaba de acuerdo con montar esta fiesta, pero la familia de Jon es de alta cuna, y no hacerlo suponía un escándalo en su círculo social. Ahora está encantada, o al menos parece estarlo. Saludando a invitados, recibiendo continuos gestos de afecto por parte de Jon, aceptando felicitaciones por su próximo enlace. Yo, a pesar de mi gran esfuerzo en disimular mi ansiedad, creo que no he conseguido convencer a nadie. Voy por mi quinta copa de champán, y no tengo intención ninguna de dejar de beber. Me he cansado de fingir una sonrisa que no siento y de entablar conversaciones con personas a las que no conozco y tampoco tengo interés en conocer. Por lo que finalmente me he apartado del bullicio y me he sentado en un banco de piedra a contemplar las vistas que ofrece la isla desde esta posición.
— ¿Tienes un serrucho? — Pregunta Yure mientras se acerca al lugar en el que estoy sentada, se deja caer junto a mí y se deshace de sus preciosos zapatos para comenzar a estirar los pies de arriba abajo y de lado a lado. — Dos minutos más andando por esos adoquines y me corto los pies. — Se queja con voz lastimera.
— Haz como yo. — Propongo mientras me encojo de hombros. — Siéntate y disfruta de la soledad mientras ahogas las penas en una copa.
Doy otro sorbo a mi bebida y Yure me contempla con gesto preocupado.
— ¿Cuánto has bebido?
— ¿Por qué quieres saberlo? ¿Hay un límite de copas?
— Normalmente no te diría esto, pero sí. Hay un límite de copas. Es la fiesta de compromiso de Carol y ella no se merece que te emborraches y des el espectáculo. Por muy deprimida que estés.
Pongo un mohín con los labios.
— Jamás pensaría que diría esto Yure, pero eres una aguafiestas.
Apuro mi bebida y dejo el vidrio sobre la superficie de piedra del banco en el que me encuentro. Lleva razón. No puedo perder los papeles en la fiesta de Carol.
Resignada, me apoyo sobre las palmas de mis manos dejando caer mi peso sobre ellas, y comienzo a balancear los pies de delante hacia atrás. Mientras Yure comienza con su tarea, masajeando sus pies de forma alternativa, mi mirada se fija en el firmamento. Mi mente me imagina allí, en la distancia, a millones de años luz. Sola. Sin problemas. Sin angustia. Sin pasar largas noches sin dormir. Sin llorar cada noche hasta quedarme dormida. Siendo mera espectadora de la vida de los demás. Riéndome de sus problemas y de sus miedos. Imperturbable ante los males humanos.
— ¿Cuánto tiempo crees que tendrá que pasar? — Pregunto sin desviar la mirada de la estrella que me tiene hipnotizada en la lejanía.
— ¿Para qué exactamente? — Pregunta Yure.
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Bajo la piel de Ibaya © (+18) COMPLETA
RomancePrimer libro de la serie "bajo la piel". A todos nos gusta pensar que somos buenas personas, que jamás le haremos daño a alguien a quien queremos, que llegado el caso seremos capaces de tomar la decisión acertada. Pero a veces, solo a veces, la tent...