Capítulo 7

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Silvia y Yure me contemplan con distintos grados de desconcierto en el rostro

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Silvia y Yure me contemplan con distintos grados de desconcierto en el rostro.

— Repítemelo otra vez. — Me ruega Yure con la incredulidad impregnada en cada una de sus palabras.

Yo sujeto el cojín sobre el que estoy sentada y se lo lanzo a la cara.

— Te lo he contado tres veces. No me hagas repetirlo.

— Es que no puedo creerme que por fin te lanzaras y fuese en un momento tan inoportuno como este mi niña.

Le dedico una mirada furibunda.

— Técnicamente, no fui yo quien se lanzó. — Digo con un mohín puesto en la boca.

La sonrisa de Yure se expande.

— Lo que solo lo hace más interesante. — Asegura mientras agita las dos cejas de forma socarrona. — ¿No te parece?

— Me alegra saber que mi desgracia te divierte tanto.

Yure suelta una carcajada, y yo busco otro cojín que lanzarle, pero no tengo ninguno a mano.

Silvia sigue sin decir una palabra. Y aunque no lo confieso, su opinión es la que más me aterra. De nosotras cuatro Silvia es la más sensata, la más responsable, la que siempre tiene una solución práctica para todo. Pero esta vez parece haberse quedado muda.

— Silvia por favor. — Imploro en apenas un susurro. — ¿Qué hago?

Los ojos azules de Silvia se centran en los míos, como si de repente hubiese vuelto de algún lugar lejano.

— A ver... lo primero, no te preocupes que yo hablaré con Rubén. Pero hay algo que no entiendo. Dices que te aseguró que en la facultad estaba loco por ti ¿no es así? — Yo asiento lentamente. — Y tú le confesaste que también estabas enamorada de él ¿correcto?

— Correcto.

— Vale, ¿Y qué pasó entonces? — Abro la boca para contestarle, pero antes de tener oportunidad de responderle hace un gesto con la mano impidiéndome hacerlo. — Después del beso quiero decir.

— Me largué.

Silvia y Yure intercambian una mirada incrédula.

— Te largaste. — Repite Yure. — No hubo un "ha sido el mejor beso de mi vida" o un "ha sido el mayor error del mundo"

— ¡Dios! ¡No! — Me tapo la cara avergonzada. — Sé cómo suena. Sé que parece la reacción de una adolescente inmadura. — Vuelvo a mirarlas, implorándoles comprensión con mi mirada desesperada. — Pero estaba aterrada. No fui capaz de decir una palabra. Solo necesitaba alejarme de él y eso hice. Me fui.

Silvia inspira profundamente para luego exhalar el aire de forma lenta y pausada.

Me pone una mano tranquilizadora sobre la pierna.

Bajo la piel de Ibaya © (+18) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora